Felices Navidades y año nuevo XXXI –


La autora es periodista. reside en Nueva York.

Llegó el final del mes de diciembre, en que cada año conmemoramos el nacimiento de Jesús, el hijo del Padre y creador del universo, enviado a redimirnos, para que imitemos sus justas y nobles acciones.

Como decálogo para liberar nuestras emociones negativas, dejo las siguientes reflexiones:

#1:

Pensamientos positivos, visualizar sus deseos y aspiraciones, ver el lado virtuoso en nosotros mismos y en los demás, debe ser un propósito para entendernos mejor, lograr convivencia comprensible y por ende ser

felices.#2:

La esperanza nos conforta y sostiene, pero hay que hacer la causa, para lograr el efecto.

#3:

Al pasar balance a lo ocurrido los últimos doce meses, percibir que muchas cosas sucedieron a nuestro favor, que nos marcaron positivamente.

#4:

Al mirar hacia nuestro alrededor, observar que hemos sido privilegiados de no haber pasado por experiencias y sufrimientos que les ha tocado a muchos conocidos, amigos y familiares.

#5:

Agradecer que dentro de todos los cambios sufridos a nuestra rutina hay cosas positivas, como el acercamiento familiar y el obligatorio calor al hogar.

#6:

El escenario obligado para el diálogo entre padres e hijos, hermanos, abuelos y familias putativas (de las parejas).

#7:

El acercamiento entre parejas con empatía y sentimientos amorosos ó ruptura entre las que penden de intereses alejados del amor y de las ilusiones conjuntas.

#8:

La conmiseración con seres humanos, que con nuestros aportes tangibles y/ o espirituales, ven brillar la luz de la esperanza.

#9:

El desarrollo de nuestro ingenio, ante las limitaciones que por preservar la salud y evitar la propagación del virus, han impuesto las autoridades pertinentes.

#10:

La oportunidad de autovalorarnos y acercarnos a nosotros mismos, al propio tiempo de bajar el nivel de vanidad en lo social y físico, basando nuestros juicios en el sentido común, que muchas veces es el menos común de los sentidos.

Y agrego o sumo el punto que vendría a ocupar el lugar 1A: Un homenaje póstumo a los trabajadores de la salud y otros esenciales que se expusieron para salvar vidas en general y una amonestación para quienes pudiendo evitar la propagación de enfermedades endémicas con sus directrices, no hayan atendido y tomado las medidas de prevención a tiempo, para que nuestros países estén perdiendo tantas vidas valiosas, causando tanto dolor y frustración.

Por otra parte, me uno a todos los que, como yo, han perdido a sus progenitores, otros familiares, colegas, amigos y allegados, para juntos depositar una oración colectiva en el infinito por quienes ya trascendieron a otras dimensiones, agradeciendo todo lo que nos otorgaron en vida, especialmente por su amor y orientación…

Lo propio para quienes están padeciendo los estragos y secuelas que dejan las enfermedades, especialmente la terrible pandemia del coronavirus, que ha dado un violento giro a nuestras tradiciones, limitando la costumbres de compartir entre familiares y amistades.

Es preciso tomar en serio las advertencias médicas y por este año reunirnos en pequeños grupos, observando el distanciamiento físico de seis pies, etcétera.

«La esperanza nos conforta y sostiene, pero hay que hacer la causa, para lograr el efecto».

JPM



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