andrómina de una izquierda utópica –


EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York

Prefacio

En todas las modestas colaboraciones que he escrito en este diario ALMOMENTO.NET y en otros medios informativos,  siempre he sostenido que a lo largo de la historia política  el socialismo marxista ha sido siempre una ideología proterva, falaz, cínica, corrupta y utópica, desde que sus planteamientos filosóficos, políticos y económicos fueron llevado a la praxis por la revolución bolchevique en octubre de 1917.

La humanidad nunca se imaginó que de la simbiosis mental que se producía con la  amistad entre Friedrich Engels Marice y Karl Heinrich Marx Pressburg, surgiría un tratado político que solo le traería a la humanidad muerte, odio, división y guerras que dejaron y que perduran aún,  secuelas muy dolorosas, dictaduras y muchos sufrimientos en los seres humanos. Me refiero al  «Manifiesto comunista»  (1847-48) publicado en Londres, Inglaterra y en el cual, hasta sus propios autores presagiaron con una frase en el introito del mismo , lo que le venía no solo a un determinado continente, sino más bien al mundo: «Un fantasma recorre  Europa: el fantasma del comunismo».

La esencia del socialismo promovida por Engels y Marx, radica en tres conceptos básicos: a) La posesión pública de los medios de producción por parte del Estado y un control colectivo y planificado de la economía del mismo, supuestamente en «pro del interés general de la sociedad»; b) la eliminación como consecuencia de lo anterior de las clases sociales y de la «explotación del hombre por el hombre» y c)  la repartición de los bienes por parte del Estado en función de la necesidad. En la práctica, los estados socialistas se apropian de las empresas privadas sin el consentimiento de sus propietarios y las vuelven públicas.

Obviamente, la realidad histórica nos ha demostrado que nada de eso se ha logrado en ningún régimen socialista desde el 1917 hasta la fecha, que no se han eliminado las clases sociales, ni la pobreza en los gobiernos totalitarios y que, por el contrario, la misma ha ido en  aumento.

Que la supuesta explotación  del «hombre por el hombre» fue sustituida por la del Estado en contra de los hombres y, si alguien lo duda,  que observen la manera miserable en que viven y desarrollan sus labores   los profesionales coreanos o cubanos que, después de estudiar se convierten en simples marionetas del régimen y sujeto a  un miserable sueldo sin que puedan ejercer sus profesiones a nivel privado  y percibir justos emolumentos al sacrificio de tanto tiempos de estudios y privaciones.

Marx y Engels no solo se equivocaron al predecir que su revolución socialista iba a tener la génesis en Alemania, que a la sazón,  era la más desarrollada, sino que la misma se dio en la empobrecida Rusia zarista dirigida por  Vladimir IIyich Ulyanov «Lenin». De igual manera, que las dos naciones más representativas de la ideología marxista-leninista que tuvo el mundo en el continente europeo, como fueron la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) (1991) y la extinta Alemania Oriental (1989) se diluyeron en esos afanes políticos e ideológicos, porque entendieron que el socialismo marxista era una quimera, una utopía y su economía bajo ese criterio político era insostenible.

En la misma tesitura pero en el continente de Asia, los discípulos que siguieron después de la partida del supuesto «Gran Timonel» Mao Tse Tung, el hombre que convirtió a la China en una nación rural y asesinó en su despótica dictadura a más de 78 millones de sus propios compatriotas, le dieron sepultura a sus ideas junto a sus restos  en su Mausoleo en la Plaza de Tiananmén en Pekín.

A partir de entonces, se le dio un giro a la política económica a lo interno y externo del Estado socialista chino, abrazando al capitalismo como método de riqueza aunque conservando el poder político y siendo un régimen totalitario y comunista. En otras palabras, una especie de híbrido político cuya soberbia e infundado orgullo ideológico no les permiten admitir y reconocer que el capitalismo, con todos sus aciertos y desaciertos, es el único método viable y comprobado que genera riqueza  y que, en su caso particular, ha llevado a la China comunista al nivel en donde se encuentra actualmente.

Lo que sí ha legado al mundo la ideología marxista-leninista, han sido los Gulags, las torturas, las represiones sistemáticas, las deportaciones, los asesinatos, las hambrunas, los presos políticos, la torturas y los regímenes despóticos. Por igual, que  determinadas familias se hagan dueñas de las naciones bajo la férula de sus mandatos, como es el caso de los Kim en Corea de Norte, los Castro en Cuba y los Ortega-Murillo en Nicaragua, aniquilando las libertades inherentes del ciudadano sin que tengan derechos a decidir quién los gobierne.

De la misma manera, lo que sí le han dado al mundo  los distintos gobiernos izquierdistas, es el asesinato de más de 120 millones de seres humanos, como los describió con datos irrebatibles el escritor Stephane Courtois en su obra: «El libro negro del comunismo», superando con esa cantidad los crímenes del nazismo que es mucho decir. A esa cifra habría que sumarle los 2 millones de muertos ocasionados por el virus chino (SARS-CoV-2) hasta la fecha  que se incubó en la ciudad de Wuhan en la China comunista y que, de manera aviesa y coludida con el etíope izquierdista y director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo ocultaron al mundo a pesar de saber de su existencia y del grave peligro que se cernía sobre la humanidad, como  ocurrió.

Socialismo nórdico: ¿con qué se come eso?

Estoy seguro, que alguna vez los amables lectores habrán escuchado decir o han leído de los promotores de la filosofía marxista,  hablar de lo excelente del  «socialismo nórdico»  y de ponerlo como ejemplo ha seguir para los pueblos. Pero, cuidado con esa falacia propia de la dialéctica marxista para confundir. Recuerden que a los marxistas les encanta arroparse con glorias ajenas,  asumirlas como propias y apropiarse de lo que nada le ha costado. El «socialismo nórdico» ni existe y nunca ha existido y no es más que una de las tantas falacias de que se valen estos embusteros profesionales de la política para impresionar a incautos.

Cuando se habla de los países nórdico se refieren a Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega e Islandia, naciones en donde hay un alto nivel de vida, una economía envidiable, un desarrollo cultural muy avanzado, valores y estrechos lazos compartidos entre esas naciones y que ocupan los primeros lugares en los índices de felicidad y bienestar en el mundo y  los ingresos per cápita de sus habitantes  son muy altos. Cuentan con un sistema de salud eficiente, desarrollado y los  impuestos que pagan sus ciudadanos, se les redistribuyen en el bienestar de sus gobernados los cuales son tomados como referencias en el concierto de las naciones.

Pero, al margen de estas consideraciones que son palpables, hay otras de tipo político, ideológico y económico que hacen imposible asimilar semejantes mentiras por parte de los acólitos izquierdistas y mucho menos, darles un ápice de credibilidad si comparamos estas naciones desarrolladas con los gobiernos totalitarios izquierdistas. Veamos:

  1. a) En los países nórdicos no hay expropiaciones arbitrarias por parte del Estado; b) no se apropian de los ahorros de sus ciudadanos ni subordinan el desarrollo económico al control político de un partido; c) el gobierno da facilidad al libre comercio y son líderes en proteger la libertad económica; d) la propiedad privada está garantizada por el Estado así como los ahorros de sus gobernados; e) el Estado no impone ni dicta la educación, administra y promueve la alternativa de servicios entre el Estado y el privado; f) son líderes de la banca privada a la que financian y se esfuerzan en atraer el capital privado; g) han privatizado con éxito servicios como el correos, electricidad y telecomunicaciones y puestos en manos de empresas privadas.

Epílogo

Como podemos deducir y partiendo de la propia esencia de la filosofía del marxismo como método de gobierno, esta manera en que se gobierna en las naciones nórdicas no se parece en nada a lo que proponen y hacen las dictaduras izquierdistas con sus ciudadanos y el poder político del Estado con sus instituciones.

En definitiva, el éxito que han tenido los países nórdicos ha radicado en algo totalmente opuesto a los conceptos marxistas y en  implementar medidas a favor del mercado capitalista, privatizar los sectores ineficientes del propio Estado,  garantizar la propiedad privada, dar seguridad a las inversiones locales y foráneas y la creación de riquezas. No existe el bienestar público sin que se comparta el mismo con el sector privado. El Estado está para facilitar las inversiones y no para absorberlas. Todo esto es contrario a lo que proclama el socialismo.

Amigo lector, la mejor manera en que usted no se deja embaucar con todas estas mentiras y sofismas que utilizan los enemigos de la libertad, de la democracia y de la libertad económica, es leyendo, investigando, educándose y aprender a reconocer estas falacias de estos enemigos del progreso y esclavizadores de los pueblos. Los gobiernos y dictaduras socialistas, lo único que le han dado a los pueblo que caen bajo sus garras es hambre, miseria, terror, supresión de la libertad y la esclavitud estatal. La mejor definición de lo que significa un gobierno socialista, nos la brindó Sir. Winston Leonard Spencer Churchill cuando dijo:

«El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la prédica de la envidia. Su virtud inherente es la distribución de la miseria».

ar_mo_17@hotmail.com

JPM-sp



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