Acuerdo político y gobernabilidad democrática


El AUTOR es Magíster en Gestión y Políticas Públicas. Vive en Santo Domingo

La semana pasada asistí a un diálogo sobre un tema nacional que abordó el presidente Luis Abinader, un expresidente y tres políticos de la oposición y discutieron un tema que parecía sencillo, pero representaba uno de los productos alimenticios más demandados por la población. Se percibió una actitud agradable, civilizada y coherente que envió un mensaje a la gente de que se puede estar en el gobierno y fuera del gobierno y que hay espacio para el diálogo y el debate entre los políticos, aunque no sean del mismo partido. Es bueno y debe convertirse en una práctica para la democracia.

Los acuerdos al interior del gobierno se realizan para superar una contingencia nacional o coparticipar en la gestión gubernamental con diferentes partidos e incluso señales políticas desfavorables con el objetivo de superar circunstancias internas o internacionales difíciles o graves, por otro lado, la gobernabilidad democrática es el vector de un servicio público sano y propicio para la armonización de actores y poderes públicos. Es el mejor indicador para garantizar la estabilidad política en las actividades de gobierno, y el referente indiscutible que permite que la Nación cobre vida.

La nueva gobernanza pública se define como el diseño e implementación de políticas públicas dirigidas a objetivos específicos definidos políticamente por el gobierno. Estas son las tradiciones, instituciones y procesos que determinan el ejercicio del poder en una sociedad, incluyendo cómo se toman las decisiones sobre asuntos de interés público y cómo los ciudadanos participan en las decisiones públicas (Denhardt y Denhardt 2007).

En los países con regímenes democráticos, agrupados hoy en la mal llamada democracia representativa, el poder político se ejerce por delegación del pueblo a través del voto de los ciudadanos, en elecciones organizadas cada cuatro años y siendo las fuentes los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil. del poder político. , sus representantes deben ser escuchados, para la formulación de las políticas públicas más importantes, como base de coordinación y gobernabilidad. En estos casos se fortalece la democracia y se garantiza la paz social.

En cuanto al concepto de gobernanza pública, podemos decir que es un paradigma emergente que (Luis F. Aguilar, 2006: 90) define como “el proceso por el cual los actores de una sociedad deciden sobre sus objetivos de convivencia y condiciones coyunturales y la formas de coordinarse para lograrlos: su sentido de dirección y su capacidad de orientación». Esta explicación nos recuerda que lo que cuenta no es el gobierno en sí mismo sino la acción de gobernar, y que las administraciones, los ejecutivos y los legislativos -el gobierno en sentido amplio- son trascendentes sólo en función de lo que hacen con, desde y para otros actores sociales. . y económicos, en lugar de por sí mismos.

Los partidos políticos son los canales más importantes a través de los cuales se organizan las personas para asegurar la participación en las actividades políticas de los ciudadanos y a través de ellos se canalizan los representantes que gozarían del poder político para gobernar, en acción delegada por el poder del voto. . Así, no es cierto que quienes gobiernan deban dudar en escuchar las opiniones de los representantes de los partidos políticos de oposición, porque ellos también están obligados a exigir, en nombre de sus simpatizantes, la buena gestión pública.

El diálogo enriquece la democracia cuando se ofrece un estado de sinceridad, que refleja confianza, conocimiento de la materia, compromiso y está en consonancia con los mejores intereses de la sociedad y, más aún, cuando es conducido por los representantes legítimos del pueblo y que están bien conocido por emanar del corazón mismo del pueblo. El diálogo político viabiliza la gobernabilidad pública.

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