Abinader iría, pero reforma no iría (OPINIÓN)

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El AUTOR es periodista. Vive en Santo Domingo.

Los múltiples cambios a la Constitución de la República, generalmente para que los gobernantes de turno extiendan la alfombra para facilitar su reelección, inmediatamente inducen una atmósfera de prejuicio, temor y sospecha, tanto por parte de un partido como del gobierno de turno. busca introducir cambios a la Carta Magna.

Y eso es más que comprensible, dados los traumas y precedentes de atavíos institucionales que se han producido a lo largo del tiempo. Aun manteniendo las diferencias -de tiempo y figura al frente del poder-, en lo que respecta a la política y los intereses que mueve, nada garantiza que se cumplan las reglas del juego de la democracia o de la palabra prometida.

Así, mucha gente en la ducha, la oposición y la sociedad en general, prefieren que no se invente y que es mejor no tocar ciertas “teclas”.

Conociendo la posición de rechazo de Fuerza Popular, el PLD, el PRD y otros sectores importantes del país a la iniciativa de reforma impulsada por el gobierno, alegando «fortalecer la independencia del ministerio público», se entendió que ‘se será muy difícil, dado que el PRM no cuenta con los votos necesarios para aprobar la pieza, y que, si intentara imponerla, sería sólo cuestionando las prácticas del pasado, y sacrificando el aspecto ético.

Muy duro, todo un gancho, comparado con el «Cambio» que le ofrece al país. Por eso, cuando el abogado Antoliano Peralta declaró que la reforma iba, aún sin el visto bueno de los partidos de oposición, que se habían retirado de la mesa de diálogo, se consideró un grave error, porque planteó un desafío y puso un consenso más allá. .

Previamente, y respecto a la idea de la reforma tributaria, a la que también se opuso la oposición, el importante funcionario había vaticinado que iría «sí o sí», pero el presidente Abinader vio que no había condiciones, dijo que habría No habrá reforma, y ​​cerramos la discusión.

Y ahora, en la misma línea de prudencia y respeto a las normas democráticas, el propio Jefe de Estado ha dado instrucciones al propio Peralta para que diga que el Gobierno no impondrá una reforma de la Constitución, ni ninguna otra reforma, si no es avalada por los partidos políticos. .políticos, especialmente los representados en el Congreso.

Esto indica que el intento ha llegado a eso, que la reforma no tiene efecto. Y eso es bueno, porque da tranquilidad, ayuda a la gobernabilidad, evita la distracción del gobierno y, además de ganar elogios, hace que se concentre en tareas fundamentales para tener éxito.

Notar

¿No es una flagrante falta de memoria y postulados de Peña, que en un acto en su honor se lancen consignas de reelección? ¡Dios mio! Si no aprecio y respeto por el líder histórico, al menos delicadeza ante el sacrificio y los huesos de quien hasta su muerte fue antirreeleccionista y siempre alertó de los riesgos institucionales de buscar el poder en el poder.

Nada agrega que la alcaldesa Carolina Mejía proclamó que “es reelegible”. Esto, y las consignas que aclararon el acto que encabezó, pudieron haber llevado al presidente Abinader -a cambiar de plan- a expresar que no ha decidido “si irá o no” en 2024.

Una declaración política y muy inteligente, porque –en qué condiciones se crean o se derrumban las realidades político-sociales de cara al 2024– ahorra tiempo y, siendo “todavía temprano”, permite al Presidente concentrarse en las tareas fundamentales del día para día, día y en los grandes desafíos que le esperan como ejecutivo de la Nación. ¡Bien pensado!

encar-medios@hotmail.com



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