A Doña Rosa (OPINIÓN)

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EL AUTOR es periodista y abogado. Vive en Santo Domingo.

“Hay golpes en la vida que son tan fuertes… ¡No sé! Golpes como el odio a Dios; como si frente a ellos la resaca se acumulara en el alma… ¡No sé! Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras al rostro más feroz y al loco más fuerte…” César Vallejo

Que muerte sin sentido

Lo más improbable,

más inútil.

Como creer en una muerte que nos deja sin palabras,

aturdido por el dolor y las lágrimas,

Tristes, tan tristes como serán todos los días sin tu presencia,

Si estuviera vivo hace unos minutos,

hablando, sonriendo, feliz como antaño,

rodeada de sus seres queridos.

¿Cómo pudo haber muerto así?

Ella, que amaba la vida tanto como la vida la amaba a ella,

un ser humano hermoso, cariñoso, cariñoso y noble,

incapaz de dañar a nadie,

un ruiseñor que cantaba mientras rezaba por la vida,

que amó como nadie amó,

que nunca odió a nadie porque no aprendió a odiar.

Su muerte es absurda.

Una broma del destino

¡No puedo creer!

No sé cómo llegar a casa y ver su silla vacía,

sentarse a la mesa a almorzar y no verla,

para no sentir su sombra bajando las escaleras con una sonrisa inolvidable,

No sentir su cálido beso en la mejilla.

no escuches sus sabias palabras,

No puedo imaginar su casa vacía,

sin que su humanidad lo llene todo,

sin su devoción a Dios «todopoderoso»,

sin su abrazo fraterno y sincero.

No me lo imagino en un ataúd, con un crucifijo en las manos.

Me niego a verla acostada, inerte, con el rostro maquillado,

hablando con el silencio eterno que le espera.

Se fue tan de repente, así como así…

Voló como un pájaro

Tal vez como un ángel.

se fue de repente

Sin que nadie lo sospeche.

Ella acaba de caer muerta

sin despedirse de mí, que tanto lo amaba.

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