La impactante historia del Trío Matamoros y el ciclón San Zenón, 90 años después



“Cada vez que me acuerdo del ciclón se me enferma el corazón”, con este verso el legendario Trío Matamoros dejó inmortalizado en la canción “El Trío y el ciclón” el recuerdo del devastador ciclón San Zenón, que ocurrió un 3 de septiembre de 1930, durante el gobierno de Rafael Leonidas Trujillo.

A 90 años de aquel fenómeno natural sigue siendo recordado por cuan destructivo fue para la época.

Documentos históricos reseñan que tan solo dos semanas después de Trujillo haber tomado posesión, el día 3 de septiembre de 1930, la ciudad de Santo Domingo fue víctima de uno de los huracanes más fuertes y destructivos de su historia.

Entre los sobrevivientes de esta tormenta se encontraba un trío de músicos cubanos que habían llegado a Santo Domingo trece días antes de las elecciones para realizar una serie de presentaciones.

En ese ntonces la ciudad de La Habana era un centro artístico muy activo que irradiaba su influencia sobre todo el Caribe y México, y exportaba músicos y cantantes que difundían con éxito el son, un género más popular que las tradicionales danzas españolas o los danzones y danzonetes criollos.

Lo vivido por ellos durante el ciclón los llevó a grabar “El Trío y el ciclón”, cuyo tema sigue siendo de referencia. La legendaria agrupación describió lo acontecido como “El imperio macabro de la muerte sobre el pueblo entero destruido”.

A continuación reproducimos la anécdota que ha sido reseñada por Diario Libre desde hace varios años bajo los títulos El Trío Matamoros y el ciclón de San Zenón y La anécdota del Trío Matamoros y el ciclón San Zenón, 88 años después:

Alberto Mugercia, un destacado musicógrafo cubano ya fallecido, contó al periodista Alfonso Quiñones, lo que Miguel Matamoros le había contado a su vez a él: la historia del son El Trío y el Ciclón, que alcanzó gran popularidad en su tiempo”, reza la historia, publicada en este medio el 3 de septiembre del 2017.

Sucede que el trío –redactó Quiñones– (Ciro, Miguel y Cueto) estaba quedándose en una casa del barrio de San Carlos, cuando comenzaron las ráfagas de viento y la lluvia, y tanto fue el pavor, que los tres se metieron en un fogón de aquellos coloniales, y colocaron un zinc a manera de puerta de adentro hacia afuera. Allí pasaron la noche. A la mañana siguiente sin haber podido pegar un ojo, con las primeras luces del día, salieron del improvisado refugio, viendo que alrededor no había ni casas ni nada, y que todo había sido arrasado y ellos se habían salvado milagrosamente dentro de aquel fogón”.



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