una monja planta cara a los militares en Birmania



Una monja en Birmania logra parar al ejército y a los policías después de suplicarles que no matarán a los niños. «¡No disparen contra los niños!», les dijo la hermana Ann Rose Nu Twang y suplicó que no «dispararan». «Dispárame a mí, no a los niños».

La monja se arrodilló y dos policías hicieron lo mismo, juntando sus manos en señal de respeto por la religiosa, según recoge AFP. Pero no todos los agentes se arrodillaron a la monja, algunos quedaron indiferentes como se puede observar en unas imágenes difundidas por el medio local Myitkyina News Journal.

«Les supliqué que no dispararan, que en lugar de ello me mataran a mí. Levanté las manos en señal de perdón», ha contado la monja a AFP.

«Escuchamos fuertes disparos y vimos que la cabeza de un niño había explotado y había un río de sangre en la calle… Fue un momento de pánico. Estaba en medio y no podía hacer nada», explica la monja en una entrevista con Reuters, aunque les aseguró que «no tenía miedo». 

Protestas contra la junta militar

Todo esto ocurrió el pasado 8 de marzo, cuando se producían movilizaciones que llevan más de un mes y en las que ya han perdido la vida más de medio centenar de personas, según datos de la ONU. 

Solo este lunes han muerto por heridas de bala al menos dos hombres en Myitkyina, en el estado de Kachin, y un tercero ha perdido la vida en Pyapon, según la agencia de noticias DPA y medios locales.

También hubo barricadas que buscaban frenar las cargas de la Policía en Rangún, que este lunes aparecen coloridas hileras de longyi, una falda tradicional birmana, para conmemorar el Día de la Mujer, cuyo papel es esencial en las protestas contra el golpe de Estado militar del 1 de febrero. 

Estas movilizaciones se producen en contra del golpe de estado que dieron los militares. El Ejército, en este país, que defiende la actuación policía, justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño, en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.



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