Trump y Biden llegan a su primer debate con abundante material arrojadizo y ganas de bronca



El presidente de EE UU y candidato republicano en las elecciones del próximo 3 de noviembre, Donald Trump, y el candidato demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, celebrarán este martes en Cleveland, en el estado clave de Ohio, el primero de los tres debates electorales previstos antes de los comicios. Será la primera vez que ambos se vean las caras personalmente durante la campaña, y los dos llegan bajo una presión considerable, por lo que se prevé un encuentro bronco y lleno de duros ataques, que podrían fácilmente entrar en el terreno personal.

Sobre la mesa estarán, en primer lugar, los 205.000 muertos y 7,1 millones de casos que deja ya la pandemia del coronavirus en el país. La gestión por parte del Gobierno federal de la crisis más devastadora en la historia reciente de EE UU será uno de los elementos centrales del debate, en el que también se abordarán las protestas antirracistas que desgarran desde hace meses a la nación, y la violencia registrada en varias ciudades con motivo de las manifestaciones contra la brutalidad policial.

La incierta situación de la economía (duramente golpeada por la pandemia), la cuestionada «integridad» de las elecciones a raíz de las últimas polémicas sobre el voto por correo, y la no menos controvertida renovación del Tribunal Supremo (clave para asuntos vitales como el sistema sanitario Obamacare), tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, completan los temas previstos, junto con un bloque sobre el historial político de ambos candidatos.

Una de las bolas extra será, casi con total seguridad, el escándalo en torno a los impuestos de Trump, después de la bomba informativa lanzada justo este domingo por The New York Times, al desvelar que el magnate acumula millones de dólares en deudas, o que en 2016 y 2017 solo pagó al fisco 750 dólares.

Será un debate, en cualquier caso, en el que no va a faltar material arrojadizo. Y los dos candidatos se han mostrado dispuestos a usarlo.

Moderado por el periodista Chris Wallace, de la cadena conservadora Fox News, el debate tendrá una duración de 90 minutos sin pausas publicitarias, y se dividirá en seis tramos de 15 minutos cada uno, correspondientes a otros tantos temas.

No será fácil, no obstante, evitar que la discusión se salga de los asuntos previstos, ya que tanto Trump como Biden son propensos a lanzarse al barro cuando alguien les desafía. El demócrata ya lo avisó: «Espero no morder el anzuelo y meterme en una pelea con este tipo. Va a ser difícil, porque creo que va a estar gritando», dijo durante un acto virtual hace un mes.

De hecho, y según informa Efe, todos los observadores consultados por la agencia esperan un debate «beligerante». Alan Schroeder, profesor emérito de la Universidad Northeastern y experto en debates televisados, señala, por ejemplo, que «a los dos candidatos les cuesta contener sus emociones, y creo que las cosas se pondrán feas, especialmente en el caso de Trump, cuyo estilo se basa en insultos y burlas de patio de colegio. El reto para Biden será parar esos abusos sin perder los estribos».

Las semanas previas al debate han sentado el tono para la cita: Trump ha acusado a Biden de drogarse para mejorar su actuación y ha pedido, sin éxito, que se les someta a ambos a un test de narcóticos antes del encuentro, mientras que el candidato demócrata se ha mofado del presidente por su lentitud al bajar de una rampa en junio.

La animadversión entre ambos es tal que Biden ha llegado a referirse a un posible debate en términos literalmente pugilísticos: «Me preguntaron si yo debatiría con este caballero, y respondí: ‘Si estuviéramos en el instituto, le llevaría detrás del gimnasio y le daría la paliza de su vida'», dijo, en tono de broma, en 2018. «Sé cómo manejar a los matones», afirmó durante una recaudación de fondos llevada a cabo este mes.

Jennifer Mercieca, una experta en retórica política de la Universidad de Texas A&M, cree por su parte que el debate de Cleveland será «aún más combativo» que los que Trump mantuvo con Hillary Clinton en 2016. «Me preocupa que Trump se burle del tartamudeo de Biden, y no me extrañaría que las cosas se pusieran así de feas», aseguró a Efe.

Según el diario The Washington Post, Trump tiene previsto lanzar ataques personales contra Biden y su familia, en concreto, contra su hijo Hunter, al que el presidente ha acusado, sin aportar pruebas, de haber incurrido en «corrupción» cuando trabajó para una empresa gasística en Ucrania mientras su padre era vicepresidente de EE UU.

La campaña de Biden sabe que Trump irá a la yugular y quiere que el exvicepresidente se centre en «los temas que realmente importan a los votantes», como la economía y la gestión de la pandemia por parte del Gobierno actual, según señala el rotativo.

Trump, por su parte, dedicó parte de este fin de semana a prepararse para el debate, pero a mediados de septiembre presumió de que no iba a necesitar demasiado tiempo, porque considera que «hacer lo que hace» le prepara de sobra para el intercambio.

El mandatario ha rebajado además las expectativas sobre la posible actuación de su rival, al acusar a Biden de tener poca energía (Trump suele referirse al candidato demócrata como Sleepy -adormilado- Joe), de realizar pocas actividades de campaña, y de un presunto declive en su agudeza mental. Esa estrategia, sin embargo, podría salirle mal.

«Bajar tanto el listón para Biden significa que el candidato demócrata tiene menos que demostrar», y que una actuación decente podría considerarse una victoria, dijo a Efe la profesora de comunicación política en la Universidad de Boston Tammy Vigil.

No obstante, si Biden «mete la pata, o hace algo que pueda poner en entredicho su capacidad cognitiva, eso reforzará la narrativa que ha creado Donald Trump», apuntó, también a Efe, el experto en debates presidenciales en la Universidad de Misuri Mitchell McKinney.

Biden llega a este primer debate con una ligera ventaja sobre Trump en las encuestas. Según el último agregado de sondeos de la BBC, el candidato demócrata contaría actualmente con un 51% de apoyo, frente al 43% del presidente, quien, por otra parte, califica de «falsas» las encuestas que le son adversas. Los sondeos sugieren también que Biden tiene una amplia ventaja en Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres estados industriales en los que su rival republicano ganó por márgenes inferiores al 1% para asegurarse la victoria en 2016.

En cuanto a los llamados «estados péndulo», en los que Trump ganó cómodamente en 2016, con un margen de entre un 8% y un 10%, los sondeos citados por la BBC indican que, de momento el presidente y Biden están prácticamente empatados.

Por otra parte, parece improbable que el debate mueva un número significativo de votos, ya que la proporción de indecisos es aún menor este año que en 2016 y muchos estadounidenses ya han comenzado a votar.

La expectación ante este primer debate, no obstante, es máxima, en parte «porque las convenciones fueron virtuales» y las oportunidades de campaña se han limitado, según señala a Efe Aaron Kall, director de debate en la Universidad de Michigan y editor de un nuevo libro titulado Debatiendo con Donald.

«El primer debate de las elecciones presidenciales de 2016 lo vieron 84 millones de personas, y no me sorprendería que la audiencia sea superior esta vez», añade.

En su último libro, Kall recuerda que los presidentes que buscan la reelección en EE UU suelen sobreestimar su capacidad y acaban «haciéndolo mal en los debates, especialmente en el primero», como le ocurrió a Barack Obama en 2012 o a Ronald Reagan en 1984.

Si le pasara también a Trump, aún tendría otras dos oportunidades de corregirse, con los debates del 15 de octubre en Miami y el 22 en Nashville (Tennessee).

En el caso de Biden, sus aliados tienen claro lo que debe evitar: «Cuando te metes al barro con un puerco, el puerco se lo pasa bien y tú acabas cubierto de barro», dijo el viernes el senador demócrata Chris Coons, en declaraciones recogidas por Efe.



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