Soraya Jiménez, el primer oro olímpico de una deportista mexicana

Soraya Jiménez era buena en todos los deportes que practicaba. Junto con su hermana gemela Magali, se destacó en natación, bádminton y baloncesto, hasta que a Soraya le llamó la atención el levantamiento de pesas … y también lo hizo bien. A lo largo de su vida, con mucho sacrificio y técnica, se superó a sí misma hasta lograr una carrera meteórica que la llevó en siete años desde los campeonatos locales y nacionales hasta los internacionales y mundiales.

Soraya supo hacerse un hueco en una disciplina que nadie practicaba en México, obtener el mínimo apoyo de un entrenador y un patrocinador y, sobre todo, superar las barreras de un deporte considerado solo para hombres hasta entonces. En Sídney 2000 La halterofilia se abrió por primera vez a las mujeres y Soraya Jiménez hizo historia en la categoría de 58 kilos.

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Tocó el cielo el 18 de septiembre, cuando todo México dormía por la diferencia horaria, con su primera participación olímpica logrando levantar 127.5 kilos en dos tiempos y colgando la medalla de oro, la décima en la historia de México en aproximadamente Juegos olímpicos pero el primero logrado por una mujer. A partir de ese momento, Soraya se convirtió en la inspiración para muchas niñas y jóvenes del deporte mexicano en general y en el levantamiento de pesas en particular.

Todo apuntaba, debido a su juventud, a un ciclo exitoso lleno de triunfos, pero en 2002 comenzó su calvario, con cargas pesadas que Soraya Jiménez no pudo: enfermedades, lesiones, intervenciones quirúrgicas, extirpación de un pulmón y algún que otro escándalo que poco a poco De poco se apartó de la vida deportiva de alto nivel, aunque siempre se mantuvo fiel a sus entrenamientos con los prometedores jóvenes.

Su situación física empeoró al igual que su situación económica y la soledad a la que estaba relegada. Un infarto de miocardio acabó con su vida a los 35 años, provocando un gran conmoción en la sociedad mexicana y en la familia mundial de halterofilia.

Soraya Jiménez Mendívil nació en Naucalpan (México) este día 5 de agosto de hace 44 años, en 1977. El matrimonio formado por José Luis Jiménez y María Dolores Mendívil tuvo tres hijos, dos gemelos, Soraya y Magali, y un hermano menor. , José Luis.

Las hermanas practicaron deporte desde muy pequeñas y se destacaron en diversas disciplinas. A la edad de 11 años, Soraya descubrió el levantamiento de pesas y los maestros vieron un gran potencial en ella para lograr grandes calificaciones muy por encima de su edad.

Tenía la pasión por el deporte en su ADN, ya que un tío suyo, Manuel Mendívil, había sido medallista de bronce en la Juegos Olímpicos de Moscú 1980 en paseos a caballo. Fue su mayor inspiración deportiva y al mismo tiempo su mayor motivación para aparecer en el muro de los medallistas olímpicos mexicanos.

A los 16 años, la joven levantador de pesas logró su primer triunfo internacional con un tercer lugar en la Copa NORCECA en Colorado Springs (Estados Unidos) en la categoría de 54 kilos, levantando 120 kilos.

Soraya Jiménez enfrentó las dificultades y la discriminación de un deporte que era solo para hombres en los Juegos Olímpicos, por lo que cuando el COI aprobó la participación de las mujeres en la halterofilia en 1997, todo su trabajo se centró en el próximo evento olímpico, Sydney 2000. Fue patrocinada por la empresa de gas para la que trabajaba su padre y encontró un entrenador búlgaro en quien confiar, Georgi Koev.

Pero el deporte de alto nivel comenzó a pasarle factura a Soraya con lesiones en la rodilla que la acompañaron durante toda su vida, aunque no le impidieron alcanzar el oro en los Juegos Centroamericanos Maracaibo 1998 y la plata en los Panamericanos 1999. Jiménez Mendívil se entrenó durante un año en Bulgaria, alejado de cualquier distracción y también extrañando mucho a su familia.

A pesar del pesimismo que reinaba en la expedición mexicana a Sydney luego de lograr solo una medalla en el evento anterior de Atlanta 96 y una pobre participación en los Juegos Panamericanos, Soraya Jiménez sabía que tenía la oportunidad de su vida antes que ella.

En México eran las cinco de la mañana del lunes 18 de septiembre cuando Soraya, casi desapercibida, se hizo con la competición al levantar 127,5 kilos en dos etapas. Su determinación, junto con la mala actuación de la favorita de Corea del Norte, Ri Song Hiu, le valió la medalla de oro. Luego de 16 años volvió a sonar el himno nacional mexicano para la primera mujer en hacerlo.

En pocas horas, Soraya Jiménez fue portada de todos los medios nacionales y se convirtió en leyenda. El país cayó exhausto a los pies y no fue para menos, ya que hasta la fecha solo María del Rosario Espinoza en taekwondo, en Beijing 2008, logró otro oro para México.

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Sin embargo, Soraya nunca volvió a ser la misma después de alcanzar la cima del juego en Sydney. Un saldo aterrador de 14 operaciones en su pierna izquierda, la pérdida de un pulmón, tres cuadros de influenza, cinco paros cardiorrespiratorios y una vida con excesos y algún escándalo terminaron por mermar su carrera, su economía y su salud, hasta que cayó en el olvido. . de quienes la habían halagado, aunque nunca del público, que la siguen idolatrando por lo que logró.

El calvario de Soraya comenzó en 2002, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denunció que la deportista había falsificado documentos para acreditarse como estudiante de Administración de Empresas y así poder participar en el Campeonato Mundial Universitario de Halterofilia en Turquía. Soraya reconoció su error por las ganas de competir y se disculpó por su conducta antideportiva sin ser denunciada.

Unas semanas después, la Federación Mexicana de Halterofilia informó que Soraya había dado positivo en un control antidopaje por el consumo de un antidepresivo prohibido por la Comité Olimpico Internacional (COI). Estuvo discapacitada medio año, pero las autoridades deportivas consideraron que la sustancia, que había ingerido con prescripción médica, no mejoraba su rendimiento, por lo que la sanción solo tuvo vigencia por unos meses. A partir de ese momento, sin embargo, Soraya inició un marcado descenso en el nivel competitivo y se retiraron las becas.

En 2004 la situación tocó fondo cuando la deportista anunció su baja de la clasificación para la Juegos de Atenas. Una rodilla rota y la falta de apoyo llevaron a Soraya a tomar esta dolorosa decisión. A partir de ese momento, la salud de la deportista se vio mermada con continuas intervenciones de rodilla, la extirpación del pulmón derecho por influenza y un coma que superó por otro episodio grave de la misma enfermedad.

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En una entrevista en 2010, el deportista reconoció que “he tenido influenza en tres ocasiones y la bacteria destruyó mis defensas. Mi cuerpo no los produce y una simple gripe debe ser atendida tanto como sea posible porque puede convertirse en neumonía y enviarme al hospital. Sufro de broncoespasmo en la laringe y ya he tenido cinco paradas cardiorrespiratorias ”, comentó Soraya Jiménez.

El poco dinero que tenía lo invirtió en viajes casi diarios para ver la evolución de sus mancuernas de cantera, y para ganarse la vida asesoró a otros deportistas y estudió para ser abogada.

Sin embargo, su repentina e inesperada muerte por paro cardíaco el 28 de marzo de 2013, cuando solo tenía 35 años, conmocionó a México.

Soraya Jiménez fue un ejemplo de superación para varias deportistas, especialmente para las mujeres que decidieron practicar la halterofilia gracias a ella.

Más allá de las condiciones de sus últimos años de vida, su leyenda ha quedado inmortalizada como la primera mexicana en lograr una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Su legado en el deporte femenino de halterofilia se reflejó en los casos más significativos de Damaris Aguirre y Luz Acosta, ambas ganadoras de bronce en Beijing 2008 y Londres 2012, respectivamente.

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