Sheinbaum defiende a López Obrador de la burla de Aznar: «Es la diferencia entre un humanista y un racista»


El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, a la derecha, y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.Presidencia de México / EFE Presidencia de México

La primera líder importante del entorno de Andrés Manuel López Obrador que salió en defensa del presidente mexicano ha sido Claudia Sheinbaum. El jefe de Gobierno de la Ciudad de México ha respondido este jueves por la tarde a la burla lanzada por el exjefe del Ejecutivo español José María Aznar, del sector más radical del Partido Popular (PP), con una comparación, señalando “la diferencia entre un humanista y un racista ”. Lo ha hecho al resaltar las disculpas que el mandatario ofreció este martes a la comunidad indígena yaqui, que habita el desierto de Sonora, en el norte del país, por lo que calificó de «guerras de exterminio».

«Aquí está, señor Aznar, la diferencia entre un gobernante humanista con visión y racista ”, La concejala de la capital ha escrito en su cuenta de Twitter. “Es el Estado español el que pierde una oportunidad histórica al no reconocer las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas. Si lo hicieran, avanzarían hacia un mundo sin discriminación «, agregó Sheinbaum, uno de los nombres favoritos para la sucesión del presidente en las elecciones de 2024. La dirección nacional de Morena, el partido de López Obrador, ha emitido un comunicado en el que» «Él repudia categóricamente las declaraciones de Aznar», lo llama «instigador de la guerra», en alusión a su apoyo a la guerra de Irak, y es feo por no haber tenido el coraje del Papa o del Rey Juan Carlos I, «que tuvo la decencia de reconocer. los arbitrajes cometidos en el pasado contra el pueblo sefardí ”.

Aznar había acusado en la mañana, en la convención nacional del PP celebrada en Sevilla, contra la petición de perdón por los excesos de la conquista solicitada en 2019 que el Gobierno mexicano había demandado a Felipe VI y Francisco. El Pontífice reconoció esta semana, con motivo del Bicentenario de la Independencia, los «errores cometidos en el pasado». Aunque evitó disculparse abiertamente, su carta se ha interpretado como un gesto de buena voluntad, mientras que España nunca respondió. Aznar ha ido más allá de la crítica institucional y política y se ha lanzado al terreno de la supuesta ironía. «¿Pero cómo te llamas? Andrés Manuel López Obrador. Andrés por parte de los aztecas, Manuel por parte de los mayas, López es una mezcla de aztecas y mayas … Y Obrador, de Santander», se ha burlado durante una Intervención con Pablo Casado, actual líder del PP, que ha logrado atender a «los incas …».

Estas palabras vienen después las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso, El presidente de la Comunidad de Madrid, que durante una gira por Estados Unidos esta semana llegó a recriminar al Papa por su mensaje a México y aventuró que España sólo traía a Latinoamérica «libertad, prosperidad, paz, entendimiento, libertad». O que el indigenismo es el «nuevo comunismo». Estos estallidos, sin respaldo histórico, forman parte de la batalla política que se está librando en España dentro y fuera de su partido. Ayuso, como Aznar, pertenece al sector más radical del PP, al que se ha llegado a llamar «sin complejos» o, lo que es lo mismo, sin filtros ni matices para complacer al electorado más de derecha. Ese es el sector que no solo quiere disputar ese voto, sino que está dispuesto a pactar, como Ayuso en su gobierno de Madrid, con la formación de extrema derecha Vox.

Al mismo tiempo, el líder de este partido, Santiago Abascal, llegó hace semanas a la Ciudad de México en busca de adhesión a la convocatoria. Carta de Madrid, un manifiesto «en defensa de la libertad en la Iberosfera». Esa es la guerra cultural que quiere convertir en el eje de su lucha política, una cruzada que pretenden librar en España y Latinoamérica agitando el espantapájaros de una supuesta amenaza comunista. Abascal rayó una foto con senadores del Partido Acción Nacional (PAN) e incluso dos políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y recibió el aplauso de algunos sectores minoritarios del fanatismo religioso mexicano.

Abascal era un mando medio del PP, admirador de Aznar, y en 2013 fundó Vox al considerar su partido, que mezcla una ideología conservadora y neoliberal más amplia, demasiado tibia. Y en ese sentido, las palabras del expresidente español también se han interpretado como una crítica al sector más moderado del PP y al actual Ejecutivo, encabezado por el socialista Pedro Sánchez.

Con estas premisas, el Gobierno mexicano duda sobre qué dimensión darle a la polémica para no entrar en el juego de la extrema derecha. España no participó esta semana en los actos del Bicentenario de la Independencia de México. El ministro de Relaciones Exteriores, José Manuel Albares, Aseguró que no recibió invitación oficial. A pesar de la frialdad, desde el Gabinete de Sánchez o desde el PSOE nadie hizo ruido ni alimentó esos roces. No lo hicieron en los últimos dos años y no lo han hecho ahora.

La derecha los utiliza, en cambio, como caballo de batalla no solo porque su proyecto político y, sobre todo, su éxito electoral en las próximas elecciones están en juego en la disputa por el nacionalismo. También porque la deriva de algunos gobiernos latinoamericanos, como el de Nicolás Maduro en Venezuela o el de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, les ayuda a sacudir el espantapájaros del chavismo en clave local. En este sentido, Ayuso, Aznar y Abascal intentan volver a poner a Latinoamérica en campaña.

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