Recuperación económica, el atasco con el 'brexit' y una política exterior rotunda: los retos de la UE tras la pandemia



La Unión Europea quiere jugar un papel clave en el orden mundial derivado de la pandemia. Porque el mundo cambia, y desde Bruselas quieren ser protagonistas. El próximo miércoles Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, explicará en el Parlamento Europeo los pasos a dar: se celebra el debate sobre el estado de la Unión. Poco a poco ha consolidado una estrategia con la que se dio una red de seguridad a los Estados miembros. «La Unión tiene que dar un paso adelante» porque «puede hacerlo». Y es que «tiene los medios y las figuras políticas para hacerlo. Es el momento», coinciden varias fuentes consultadas por 20minutos.

Tanto a nivel interno como en lo que se refiere a la política exterior, la UE debe responder a nuevos retos que se han abierto con la Covid-19. «Cuando Von der Leyen asumió la presidencia de la Comisión las exigencias eran evidentemente otras», añaden, antes de comentar también el hecho de que dasdada. ¿Que frentes abiertos tendrá la UE a partir de ahora?

Es el reto más inmediato y urgente: la UE tiene que empezar a movilizar los 750.000 millones de euros del nuevo fondo de recuperación y algo más de un billón de euros del presupuesto plurianual. Eso sí, en el caso del Marco Financiero Plurianual quedan flecos por cerrar, dadas las exigencias del Parlamento Europeo -que entra en el proceso de codecisión junto al Consejo-, por lo que «todavía faltan acuerdos en este aspecto», reconocen fuentes comunitarias.

El objetivo de Alemania, que este semestre ocupa la presidencia del Consejo de la UE, es que para finales de septiembre haya un acuerdo político sobre los elementos centrales para que los parlamentos nacionales que tienen que ratificar el plan en varios países puedan hacerlo y cerrar para diciembre el resto de detalles.

En este sentido, cada Estado miembro ya trabaja en su plan de reformas. En el caso de España, la vicepresidenta económica Nadia Calviño ha formado un equipo que dibuje los pasos a dar a partir de ahora. «La fecha que está en el radar para tener cerrado el plan es el 15 de octubre», confirmaron desde la Vicepresidencia.

La mirada de la Comisión y el Consejo está también puesta en cuándo pueden volver a aplicarse las normas de control del déficit y la deuda europeas que se suspendieron de forma excepcional para hacer frente a los estragos económicos de la pandemia. La economía europea ha sufrido un desplome histórico, y desde Bruselas buscarán ponerle freno, si todo va bien, a final de año.

También hay un nuevo capítulo en el cuento de nunca acabar: el brexit. La UE y el Reino Unido deben cerrar en los próximos meses un acuerdo sobre su relación futura que pueda entrar en vigor cuando se consume la salida del país, al término del periodo transitorio que finaliza el 31 de diciembre. No se ha pedido una ampliación del mismo, por lo que el tiempo apremia.

Y ahora la situación se ha vuelto más complicada. Londres quiere aprobar una polémica ley que pone en duda varias disposiciones del acuerdo de salida, incluido el protocolo para proteger los Acuerdos de Viernes Santo en el Úlster. Es decir, el que asegura que no habrá nunca más una frontera física entre las dos Irlandas (recordemos que la República de Irlanda seguirá formando parte de la UE).

Bruselas lo ha dejado claro. Si Johnson no recula, irán a los tribunales. En ese contexto, cobra cada vez más fuerza la posibilidad de que haya un «no deal» [no acuerdo], por lo que el Reino Unido se quede bajo el paraguas de la OMC. Pero no todas las voces son pesimistas. «No descartaría nada, suena un poco a que se está probando un poco todo lo posible desde los dos frentes», comenta Salvador Llaudes, Associate Fellow en el German Council on Foreign Relations (DGAP).

«La negociación es durísima y no pinta especialmente bien, y lo que va a venir ahora creo que va a ser un intento por todas partes va a ser llegar a un acuerdo, pero lo que ha pasado lo hace mucho más difícil», aclara, y considera que el brexit es «el tema más importante en lo que queda de año» porque «interesa que las relaciones entre las dos partes sean buenas y desde un punto de vista geopolítico y comercial es clave».

Otro de los asuntos que más preocupan entre los 27 es la unidad interna de la UE, sobre todo tras las fricciones provocadas en el último Consejo Europeo. «La diferencia norte-sur va a depender en realidad de los temas, no hay fracturas que sean permanentes», resalta Salvador Llaudes. Hay distintas visiones del proyecto europeo y precisamente «por eso se queda todo muy abierto.» La UE es algo que «se está construyendo» constantemente. «Cuando haya que tomar decisiones, esas visiones es lógico que choquen», expresa.

El experto profundiza más. «El choque de los frugales y el sur creó una desconfianza muy fuerte. Estaba un poco escondida pero si nos vamos a 2011 y 2012 el debate económico fue también muy duro y hubo portadas en Grecia que ponía muy mal a Merkel», recordó sobre estos asuntos. Hay cosas que han sucedido en otros momentos y en los que la credibilidad a nivel interno «se ha visto disminuida pero eso no va a ser algo perpetuo» y de hecho «la propia Alemania ha cambiado su postura en términos económicos». En el último Consejo Europeo han sido «muy constructivos».

El resto de fuentes consultadas sitúan en el debate, además de la propia unidad, las tensiones con Estados miembros como Hungría o Polonia. «El estado de derecho es algo que también está y estará en riesgo si Orbán mantiene su deriva«. Eso sí, Bruselas no tiene potestad para «expulsar» a un país miembro. Solo puede aplicar el artículo 7 de los Tratados, que elimina la potestad de voto del Estado ‘señalado’.

Josep Borrell también tiene trabajo por hacer como jefe de la diplomacia europea. «Se le va a exigir mucho a partir de ahora», comentan algunas fuentes, sobre todo si tenemos en cuente los frentes que tiene abiertos: Bielorrusia, Líbano, Rusia o Estados Unidos. «Tienes 27 Estados miembros cada uno con una política exterior diferente, algunos son miembros de la OTAN, otros que no. Eso hace difícil tomar decisiones en conjunto», reconoce Llaudes, que da relevancia a las elecciones estadounidenses: «El rumbo de la era Trump no ha sido el habitual. Las relaciones UE-EEUU se ha deteriorado».

«Al final la UE como proyecto tiene que estar muy atenta a la cuestión de la credibilidad, tanto interna como externa. Hay que demostrar que el proyecto tiene una utilidad», explica el analista. Ahí el papel del Alto Representante es fundamental. «Borrell está siendo muy asertivo e incluso más duro en su lenguaje y está haciendo lo que puede hacer», pues cabe recordar que la política exterior no es competencia de la UE aunque sí tiene cierto margen de maniobra.

En ese escenario, «no es tan relevante el corto plazo como el sentar las bases para que la UE sea un actor global», termina diciendo Llaudes. Rusia, China y Estados Unidos son tres piezas de un puzle en el que la Unión quiere ocupar también una buena posición, añadiendo también a Turquía en la ecuación. «Es, eso sí, un asunto muy complejo».

Si alguna vez ha estado en un segundo plano, el tema de los retos migratorios ya ha vuelto a la primera línea. El incendio en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos ha reabierto el debate sobre la crisis de refugiados. Desde 2015, la UE ha tenido que dar pasos para buscar una solución, pero esta no se alcanzó ni siquiera con el acuerdo con Turquía.

Desde Berlín, el Gobierno alemán ya ha pedido una «rápida» solución dentro de la Unión Europea ante la «catástrofe humanitaria» de Moria. «España en esto tiene una posición muy clara» que además ha sido «constante» a lo largo del tiempo, cuentan las fuentes especializadas en este asunto. Dan alas, asimismo, a la opción de que «se vuelva a valorar» la opción de una política migratoria común, que estuvo sobre la mesa durante la anterior legislatura.

Hay algo que no ha cambiado con la pandemia. Una de las prioridades de la Comisión Europea de Ursula von der Leyen para los próximos cinco años es establecer un Pacto Verde Europeo que logre revertir el cambio climático y frenar sus efectos. En ese camino el Ejecutivo de la UE quiere seguir avanzando. Ya desde finales de 2019 están marcadas las pautas en este sentido y el coronavirus ha reforzado, más si cabe, este objetivo.



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