Prohibir muñecos de nieve o limitar el café, algunas de las ‘fake news’ a las que se enfrenta el Parlamento Europeo

EFE

  • El objetivo es crear sentimientos negativos hacia la UE y algunos colectivos, como los  inmigrantes.
  • «Es muy difícil difundir desinformación sobre el fútbol porque muchos millones de personas en la UE tienen mucho conocimiento sobre el tema».
  • TRIVIAL: Cuánto sabes sobre las ‘fake news’.

Muñecos de nieve

 A menos de ochenta días de las elecciones del 26 de mayo, el Parlamento Europeo se emplea a fondo para combatir las desinformaciones que se propagan como la pólvora en internet y las redes sociales, con el foco puesto en las noticias falsas (fake news) procedentes de Rusia.

Así lo indicó el director general de Comunicación y portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch, quien alertó del riesgo que supone para la democracia la propagación de estas desinformaciones, porque «impiden a los ciudadanos tomar decisiones libres e informadas» y contribuyen a la «polarización de la sociedad».

En el último seminario celebrado esta semana en el Parlamento Europeo sobre el fenómeno de la desinformación, Duch recordó que unas 156.000 cuentas de Twitter procedentes de Rusia tuitearon sobre el ‘brexit’ los días anteriores al referéndum del 23 de junio de 2016, en el que el 51,9 % de los británicos que acudieron ese día a las urnas optaron por votar a favor de abandonar la Unión Europea.

En ese seminario también hizo referencia a que «las últimas elecciones presidenciales francesas (celebradas en mayo de 2017) fueron el objetivo de un grupo de ciberespionaje que algunos expertos conectaron con la inteligencia rusa».

Además, señaló que en Italia, el medio Russia Today publicó «noticias engañosas desde Roma» cuando los italianos fueron llamados a refrendar la reforma constitucional en diciembre de 2016.

Estas desinformaciones, afirma el portavoz del Parlamento Europeo, suelen ser distintas versiones de las mismas historias ficticias, algunas tan «absurdas» como que la UE prohíbe ciertos pasteles nacionales o que regula la cantidad de café que puede tomar una persona al día.

En Bulgaria, explicó, se hizo viral la falsa noticia de que la Unión Europea prohibió los muñecos de nieve al considerarlos racistas, y a Suecia llegó otra versión según la cual el Ejecutivo comunitario vetó las luces de Navidad para complacer a los inmigrantes musulmanes.

En cualquier caso, el objetivo es siempre el mismo: crear sentimientos negativos hacia la UE y hacia algunos colectivos, especialmente el de los inmigrantes.

Para Duch, las noticias falsas «siempre han existido e incluso fueron parte de la historia de la integración europea», pero en los últimos años «las desinformaciones se han vuelto más sofisticadas y peligrosas» y «se han desplazado de los medios de comunicación a las aplicaciones de mensajería privada, como Facebook y WhatsApp».

«Hemos visto pocas acciones significativas por parte de estas empresas para intentar poner fin a este problema», lamentó.

El éxito de las falsas noticias radica en que la población no está suficientemente informada para poder diferenciar lo que es cierto y lo que no, algo que no pasa en otros ámbitos.

«Es muy difícil difundir desinformación sobre el fútbol porque muchos millones de personas en la UE tienen mucho conocimiento sobre el tema», explicó Duch.

No obstante, el portavoz del Parlamento Europeo recalcó que este auge de las desinformaciones malintencionadas llega en un momento en el que el 68% de los ciudadanos comunitarios cree que el hecho de que su país forme parte de la UE le puede beneficiar, según revela el último Eurobarómetro, que coloca este porcentaje en el nivel más alto desde 1983.

En este contexto, destacó que la educación y las campañas de sensibilización son las «mejores armas» con las que cuenta el Parlamento Europeo para blindarse ante esta amenaza, y puso especial énfasis en la juventud.

En cuanto a los ciberataques, que suponen otro desafío para las instituciones europeas de cara a las elecciones de mayo, Duch reiteró que la ciberseguridad es una responsabilidad que recae en los Estados miembros y que «si no se puede confiar en los resultados obtenidos en uno de los países, el conjunto de las elecciones europeas se verá comprometido».

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