oro líquido para las potencias mundiales


En tiempos de pandemia la vacuna contra la covid-19 se ha convertido en el nuevo oro líquido. A finales de 2019, cuando se descubrieron los primeros casos de infección por SARS-CoV-2, la comunidad científica internacional dio un ejemplo de cooperación y apenas 11 días después hicieron pública la secuencia del genoma del nuevo coronavirus. Un año después se inoculaban las primeras vacunas aprobadas. Ahora, el reto es distribuirlas de forma equitativa a todos los países, pues ante problemas globales, se necesitan «soluciones colectivas»: «un país no se sentirá seguro si los de su entorno no lo están también».

Quien habla es Eduard Soler, investigador sénior del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Recuerda que la tecnología siempre ha sido «un elemento central para el posicionamiento de los actores políticos y esto no es una excepción». En el inicio de la carrera por conseguir la inmunidad de rebaño, allá por el (parece) lejano octubre de 2020, «volvió a ganar fuerza la división entre el norte y sur global, entre los países con acceso a la vacuna y los que no, los desarrollados y los en vías de desarrollo», apunta.

Hasta ahora, todos los países han comprado ya 8.200 millones de dosis y están negociando o han reservado otros 4.600 millones de dosis, según los datos que maneja el Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke (EE UU). De estas inyecciones, 1.800 millones irán a parar a los países miembro de la Unión Europea, que en conjunto se ha procurado ya las dosis suficientes para inmunizar al 233% de su población. Canadá encabeza este acaparamiento, ya que ha comprado o reservado con antelación dosis suficientes para vacunar a cinco veces su población. Estas cifras distan de los 670 millones de dosis compradas por los países más pobres hasta el momento.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió este lunes que cuando los países ricos negocian con los fabricantes la adquisición de más vacunas, esto «afecta» a las partidas que reciben los estados pobres a través de iniciativas multilaterales como COVAX, a través de la cual los países ricos adquieren y reparten dosis para los estados con dificultades para hacerlo por sí mismos. Según cálculos de Oxfam, solo una de cada diez personas de los 67 países más pobres del mundo podrá vacunarse este 2021.

«Muy pocos países -EE UU, estados de Europa occidental, China y Rusia- han sido capaces de crear y producir la vacuna«, y esto ha vuelto a mostrar «el mundo multipolar y multicéntrico en el que estamos, también en cuanto a capacidad de innovación, con potencias reemergidas que utilizan la vacuna para recuperarse y demostrar que son punteras», señala Soler.

Con él coincide su colega Virginia Rodríguez, responsable de incidencia política del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). «La distribución de la vacuna está reubicando el sistema multilateral, que estaba cuestionado. Se están resituando actores fundamentales del sistema dentro del marco internacional. En un contexto de ritmo de producción escaso, los actores con más poder están posicionándose frente al resto, poniendo en evidencia el mundo desigual en el que vivimos«, apunta.

En clave española

Teniendo claro que la solución a una pandemia global es colectiva y que nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo, Soler analiza para 20minutos el caso Español, que comparte fronteras con cinco estados con «distintos matices».

En este contexto, «la cooperación sanitaria se convierte en pieza esencial de dinámicas de vecindad en todo el mundo». Respecto a España, ha tenido que establecer restricciones a la movilidad en sus fronteras con Francia y Portugal. «Con Andorra, España ha asumido el papel de hermano mayor, comprando vacunas por ella; en Marruecoses más complejo y está muy politizado por la cuestión migratoria sacada a la palestra por Vox y por las disputas territoriales, además de que somos territorio de tránsito, ¿podrá haber este año ‘operación paso del estrecho’?», se pregunta Soler. En cuanto a Reino Unido, el investigador del CIDOB afirma que con Gibraltar «ha habido más cooperación y voluntad por ambas partes, a pesar de las posiciones tan alejadas que mantienen en el plano de la soberanía». 

«La gestión de las fronteras en clave de salud toma una importancia nueva»

Fijándose en los países con los que España mantiene mayor interacción, bien por el turismo, bien por lazos migratorios, Soler añade que «si en América Latina el virus no se erradica, supondrá un riesgo y un trauma personal para quienes puedan ver privada su movilidad». 

«La gestión de las fronteras en clave de salud toma una importancia nueva«, concluye Soler, al tiempo que expone que, dado que el sistema económico está construido sobre la base de la movilidad de las personas, «tarde o temprano se tendrán que reabrir las fronteras», por lo que «el vecino puede ayudarte pero también puede convertirse en un problema si la situación epidemiológica se le descontrola».

Papel de Rusia y China

A nivel internacional, la distribución de la vacuna se está empleando «para preservar las áreas de influencia política«. Mientras que los países ricos miran para sí mismos (y a los países que se beneficiarán de COVAX), Rusia y China emergen como «la voz» de los países del sur global. China «busca una posición hegemónica» en África, en Turquía -«muy cerca de la UE»- y en el sureste asiático, «creándose una imagen de que es ella la que ayuda a los que nadie ayuda» indica Soler. 

En este sentido, el director de Análisis y Desarrollo del ISGlobal y miembro del comité de dirección de la Alianza Mundial para la Vacunación (GAVI), Rafael Vilasanjuan, escribió en un reciente ‘paper‘ publicado en el Real Instituto Elcano que «el ultraproteccionismo de EE UU, que prohíbe vender stock que salga de su país, incluso a socios tan estratégicos en el mundo árabe como Marruecos, ha permitido a China ocupar un mercado que en principio le hubiera sido esquivo«. 

«La salud global está vinculada ahora a la seguridad internacional»

La investigadora Virginia Rodríguez agrega que «China lleva trabajando las relaciones con África desde hace mucho tiempo para posicionarse y obtener reconocimiento como actor internacional, como potencia emergente -y lo de emergente habrá que quitárselo ya porque ya es una potencia-. La salud global está vinculada ahora a la seguridad internacional y es importante la acción multilateral, es la única forma de darle una respuesta (a la pandemia)», sostiene.

Respecto a Rusia, Soler comenta que «juega sistemáticamente a dividir a los europeos», pues es «un objetivo de su política exterior». Como antaño lo hiciera con la energía, ahora usa la vacuna, y «lo vemos en América Latina, donde busca a los países que se sienten maltratados por EE UU como por ejemplo Venezuela, Bolivia o Argentina», añade el experto, que interpreta estos movimientos como una forma de decir «soy un actor global, no una potencia en el espacio exsoviético«. 

Abunda Soler que en un contexto de escasez de dosis, estados como China y Rusia, «claramente autoritarios o con tendencia al autoritarismo», pueden permitirse comunicar a la opinión pública que no están inmunizando a su población y que usan en cambio sus escasas dosis para establecer relaciones con otros países. «Está por ver qué equilibrios resultan de esta configuración de los actores», agrega Rodríguez.

Los países a los que distribuyen las potencias reemergidas «claramente reflejan prioridades políticas«, observa Soler, que cree que hacia la segunda mitad de este año, cuando ya haya excedentes de viales, «las vacunas se incorporarán a este arsenal de política exterior de EE UU y la UE, y la duda es cómo lo harán». 

Los díscolos de la UE

Las vacunas rusas (Sputnik V -nombrada como el satélite que Rusia lanzó en 1957, antes que EE UU-, EpiVacCorona y ahora también CoviVac) también llaman la atención de países europeos como Hungría y Ucrania, que se han saltado de forma unilateral el acuerdo de la Unión Europea de negociar de forma conjunta la adquisición de viales. Para la experta en política internacional Virginia Rodríguez, Hungría ha dado «un ejemplo más de cuestionamiento de los fundamentos básicos de las decisiones y acciones de la Unión Europea«.

Asimismo, el Gobierno de San Marino también ha autorizado el uso del suero ‘made in’ Rusia en su población, y Croacia ha comenzado a negociar con Rusia la compra de la vacuna, a pesar de que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) aun no ha autorizado su uso. 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, aseguró el pasado día 17 que Rusia no ha solicitado permiso para comercializar la Sputnik V en la UE. Cabe recordar que la revista The Lancet ya publicó los resultados de sus ensayos, que arrojaron una eficacia del 91,6%. Von der Leyen afirmó que, en caso de que Moscú pidiera la aprobación a la EMA, «tendría que presentar todos los datos con los que cuenta y pasar todo el proceso de examen» como el resto de vacunas (Pfizer/BioNTech, Moderna y AstraZeneca hasta el momento), pero añadió una dificultad: «No se está produciendo en Europa» y, por tanto, precisó, «tendríamos que hacer inspecciones de los centros de producción» para garantizar que se cumplen los estándares de seguridad que establecen las autoridades comunitarias.

Preguntada por la posibilidad de que la EMA no autorizara una vacuna rusa por razones políticas y no científicas, la investigadora Virginia Rodríguez considera que «sería un error» y se inclina más a pensar que «es una cuestión de transparencia«, pues entiende que «hasta que no se confirme que cumple los requisitos de seguridad, la EMA no puede dar el visto bueno». Si bien la situación no cuenta con precedentes, la urgencia no exime del rigor, considera.

Otro caso es del Ucrania, «un país atrapado entre la Europa comunitaria y Rusia». Vilasanjuan subraya que Ucrania, que no se beneficiará hasta el verano de los envíos de COVAX, que se ha comprometido a cubrir al 20% de sus 42 millones de habitantes durante el primer año, y «con el ejército ruso instigando la rebelión separatista en las provincias del este de Ucrania, el gobierno de Kiev tampoco puede comprar la vacuna Sputnik V». «El resultado de esta batalla, en una situación geopolítica muy compleja -concluye en su análisis publicado en el Real Instituto Elcano-, ha obligado al gobierno ucraniano a dirigirse a China para hacerse con las dosis de su vacuna Sinovac».

Gráfico sobre la distribución de las vacunas de la covid-19.
Gráfico sobre la distribución de las vacunas de la covid-19.
Henar de Pedro

Patente abierta

Tras un 2020 en el que todos hemos vivido la enfermedad de la covid-19 de alguna manera, 2021 va a ser el año de una «vacunación asincrónica» y esto, en opinión de Eduard Soler, «es un factor más desigualdad». Según los datos del Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke, que analiza la distribución de vacunas a nivel global, «los países de ingresos altos tienen el 16% de la población mundial, pero actualmente cuentan con el 60% de las dosis de vacunas que se han vendido», tal y como expuso Andrea Taylor, directora de esta investigación, a BBC.

Estas políticas de sálvese quien pueda deberán ser «revisadas» ante el riesgo de que hasta 2024 muchos de los países pobres no logren proteger a su población y de que para entonces hayan surgido más mutaciones del virus. Considera Soler que «la solución pasa por un incremento notable en la capacidad de producción«. El experto en relaciones internacionales considera que «la pelota está en el tejado de la industria, porque no se puede explicar que la vacuna no llegue, ya sea vía patentes libres -sobre lo que hay miedo de que siente precedentes- o con un aumento de la distribución. Se trata de encontrar puntos de equilibrio».

En este sentido, cabe mencionar que hay países con capacidad de producción de vacunas como India o Brasil que han conseguido negociar con las farmacéuticas para ganar posiciones en la cola para conseguir viales, o como Perú, donde se han llevado a cabo ensayos clínicos, otro ‘as’ que le ha ayudado a conseguir acuerdos con la industria. India, además, es uno de los países de ingresos medios que también están desarrollando sus propias vacunas, aunque de forma más lenta que las grandes potencias. «Si alguna de las vacunas candidatas de países de ingresos medios logra la aprobación regulatoria, es probable que el panorama cambie significativamente», señalan los investigadores de la Universidad de Duke.

Preguntado Eduard Soler por la paradoja de que en los países desarrollados, que ya se han reservado dosis para vacunar varias veces a su población, haya personas que dudan de vacunarse, mientras que los países más pobres tendrán que esperar a 2024 para conseguir la inmunidad colectiva, el investigador del CIDOB apunta que tienen que ver con dos factores: por un lado, que en los países en vías de desarrollo han vivido más epidemias y tienen clara la importancia de la vacunación y, por otro, que cuando algo es escaso gana valor, «la escasez puede servir para reducir la reticencia».



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