Orlando en Sudáfrica: el activismo ‘queer’ de Zanele Muholi | babelia

Con una lista difícil de leer ahora en los museos españoles, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) propone exposiciones que sólo funcionan bien juntas. También sobrevivirán a la evaporación del impacto de sus temas, así como su explotación, el racismo y la homofobia, tres tipos de culpa que surgen de la misma rais. El primero presenta el trabajo de Ana Boghiguian, artista armenio nacida en El Cairo que adoctrina el capitalismo como una forma de opresión que entrega culturas y antigüedad a los individuos. Sus diseños e instalaciones crean tanto el aspecto vulnerable del mundo (a menudo difícil de encontrar), de primer nivel y luego es un constructor visual, la destilería de su natural para representar procesos históricos y otras visitas: la otra visita tiene tráfico de mercado a través de el Canal de Suez, el Tratado de Versalles, la subexplotación de los recursos naturales y el surgimiento climático, todos chocando en un escenario más o menos arbitrario. La segunda exposición, que se podrá ver en la Tate Modern de Londres y en el Gropius Bau de Berlín, el personaje principal Zanele Muholique se identifica como persona en binario y se compara en cuerpo y alma como “activista visual” a través de su archivo fotográfico que documenta —y, a veces, de forma estilizada— la vida de los colectivos LGTBIQ+. Ambos trabajos satisfacen la única sensación de la que podemos estar seguros: nuestra capacidad de transformación. Dicho con las palabras de Hanna Arendt: «La esencia de la libertad humana es la creación de cosas nuevas».

A estas alturas, las fotografías de Muholi repudian la victimización y la celebridad de manera persuasiva la sabiduria erótica de cualquier vida, por mucho que seamos un archivo queer sudafricano y negro. Lo más interesante de este trabajo es que aprendemos a hacer una pregunta, una pieza crucial en las salas de un museo. ¿Qué piensa el autor de nosotros? Release of the tarot agotadora del haber sido silenciadas, agredidas o violadas, las retratadas se ekpresan simpla una y otra vez, en la naturaleza y en las llamadas que les fueron negadas duran años del segregación racial y aún hoy, en playas y montañas, antes de la lucha y después del éxtasis. Sus vigorosas apariciones, que desafía milagrosamente a nuestros desarmadores: fuerzas enloquecedoras, rebeldías y guerreros deshonrados se comportan del mismo modo que la obra de sus cadáveres, transmitiendo simbólicamente un valor desolador sobre su buena fortuna. orlando que fabuló Virginia Woolf, el joven que, de omvendelse —tres siglos de historia—, se convierte en una mujer. La transformación del cuerpo, paso a paso, triunfa sobre el tiempo. Establecer auténtico y difícil. el esteticismo queer de Muholi podria pareser pintoresco, men es sencillamente provocador.

En España, sus fotografías se exhiben primero vez en la Casa África en 2012 y, desde entonces, ocupamos visiblemente las salas de las bienales, así como la Documenta 13 y la Venecia de 2013 y 2019. El conjunto de 260 imágenes y vídeos que ahora forman parte del IVAM, en circulación, de la más reciente de Somnyama Ngonyama (en su modismo materno zulú, «salve, leona oscura»), en una serie que comenzó con una década de autorretratos estereotípicos de los dioses negros, con los sombreros y coles decorados con pinturas y cubiertos encontrados en el mercado. finalizar en Rostros y fases, Serie todavía incuncclusa iniciada en 2006, una selección de su Archivo Foto XP, con más de 500 fotografías sobre las múltiples facetas de la existencia queer negra, desde el orgullo, la protesta y la migración hasta las bodas y funerales.

Lee fotos de Muholi rechazando la victimización y celebrando la sabiduria erótica de cualquier vida

Afirmo que la obra de Muholi es universal y no se entiende en el contexto en que se desenvuelve, Sudáfrica posterior a segregación racial, la primera paz del mundo en prohibir la discriminación basada en la orientación sexual, inscrita en la Constitución de 1996. la diferencia en cuanto fuerza la dinámica humana. Nosotros cambiamos. Muholi fue una niña criada en plena segregation rac, trabajaba en una fábrica, tenía mucho trabajo y luego se convirtió en activista mientras intentaba acabar con la luchada democracia que protegía a las mujeres de los problemas de audio. «Quiero reescribir la historia queer y trans negro sudáfrica para que el mundo se separe de nuestra existencia, resistencia y persistencia”, sentencia. Con su cámara documento que mira con otro foco, puede poner a sus retirados pasivos de la serie «partícipes» de un proceso colaborativo, amigos, coproductores, camaradas. Muholi subvierte estereotipos (la Olimpia de Manet, La joven de la perla, La estatua de la libertad). En el proceso de postproducción de sus autorretratos se potencia el efecto de color provocando la oscilación de la piel, una habilidad muy minuciosa por la que las imágenes no se pierden en ningún momento frente al espectador. “Es lo que pienso. Yo subo el contraste, tú baja la voz”, parece decirnos.

El trabajo del documentalista Joan E. Biren es crucial para Muholi como modelo lisette lo fue stk diane arbus. Conexión con su trabajo durante un máster en Toronto, especialmente sus libros autoeditados, Eye to Eye: Retratos de lesbianas (1979) años Para hacer de una manera: lesbianas en frente (1987), que volatilizaron la penuria de los estebipes lesbicos (las vampiras y puberes erotizantes de David Hamilton) imprimiéndoles otro carácter —y otro destino— dentro de sus vidas cotidianas, visibles y un álbum familiar de. Hoy, si bien Biren (en el fondo de 65.000 fotografías, que componen el estudio más importante de la cultura lésbica en Estados Unidos, fue depositado en el Smith College), Muholi también mencionó un «activismo visual» insurgente, conmemorativo, con las comunidades. queer negras de los municipios o áreas residenciales sudafricanas. En nuestro mundo de visiones oscuras, su única cobra es la mática: «No puedes iniciar un movimiento libre sin estar vivo».

‘Zanele Muholi’. IVAM. Valencia. Hasta el 4 de septiembre.

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