Nueva jornada de protestas en EE UU por la muerte de George Floyd pese al toque de queda



Vuelven a congregarse este martes en Washington y en Nueva York en una protesta pacífica por la violencia policial contra los afroamericanos tras el asesinato de George Floyd pese al toque de queda y con la Casa Blanca bloqueada con una valla. También continuaron en otras ciudades Los Ángeles o Houston, donde ha sido encabezada por la familia del joven Floyd.

«¡No puedo respirar!», coreó un centenar de personas, que se tendieron en el suelo a la vez en la intersección entre las calles H y 16 de Washington para repetir la frase que enunció el afroamericano George Floyd la semana pasada, poco antes de morir por asfixia debido a la presión que ejercía sobre su cuello la rodilla de un policía blanco.

Los manifestantes se toparon con un nuevo perímetro protegido por las fuerzas de seguridad que les impedía acercarse a la Casa Blanca: una valla metálica de unos dos metros y medio de altura (8 pies) instalada la mañana del martes recorría el extremo norte del parque Lafayette, contiguo a la residencia presidencial.

Por su parte, Nueva York vive este martes una nueva ola de protestas ciudadanas reclamando justicia, pese al aviso de las autoridades de que el coronavirus se puede extender y tras una noche de saqueos en Manhattan que llevó al alcalde a extender el toque de queda hasta el próximo domingo en un intento por frenar unos disturbios que han dejado partes de la ciudad muy afectadas y que han disparado la tensión política.

A pesar de que estas protestas diurnas son pacíficas, el toque de queda, el primero en la Gran Manzana en casi 80 años, se adelantará a las 8 de la tarde, después de que el lunes el grueso de la violencia comenzara justo al anochecer, antes de que entraran en vigor las restricciones, que habían sido fijadas para las 11 de la noche.

Numerosas tiendas del centro de Manhattan, sobre todo establecimientos de lujo, fueron saqueadas durante la noche, mientras que también se registraron importantes disturbios en áreas de El Bronx, incluidos ataques a por lo menos dos agentes de Policía.

En total, se efectuaron más de 700 arrestos en la ciudad, con diferencia el mayor número desde el inicio de las protestas desencadenadas por la muerte en Minesota de George Floyd, un hombre negro, a manos de las fuerzas del orden.

“Ayer tuvimos muchos problemas en algunas partes de la ciudad”, admitió el alcalde neoyorquino, Bill de Blasio, que subrayó que eso no se va a aceptar y responsabilizó de los disturbios a “miembros de pandillas” y “criminales comunes”.

Al propio De Blasio, sin embargo, le llovieron los ataques desde distintos frentes por haber permitido los saqueos de la noche anterior, que se produjeron pese al toque de queda y a que se había doblado el número de agentes en las calles, hasta 8.000.

Las críticas le llegaron desde la Casa Blanca, con el presidente de EE UU, Donald Trump, denunciando que Nueva York había sido arrasada y exigiendo el despliegue de la Guardia Nacional, pero también desde las filas de su propio partido, el Demócrata, con el gobernador del estado, Andrew Cuomo, cuestionando abiertamente su gestión.

«Creo que el alcalde subestimó el tamaño del problema», dijo Cuomo, que urgió a desplegar más policías y que, aunque se opone a la idea, llegó a sugerir que podría terminar por «desplazar» al alcalde y enviar a la Guardia Nacional a la ciudad.

Las manifestaciones en las distintas ciudades de Estados Unidos por la el asesinato de George Floyd han servido para sacar a la luz el problema del racismo y la violencia policial. En París se ha organizado este martes una multitudinaria manifestación para denunciar la muerte de un joven negro al ser detenido en 2016 derivó, tras conocerse un informe forense que atribuye su fallecimiento a la policía, en altercados y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

Varios miles de personas (15.000, según las fuerzas del orden) se concentraron desde media tarde junto al nuevo Palacio de Justicia, al norte de París, convocados por el colectivo «La Verdad para Adama» (el joven fallecido se llamaba Adama Traoré).

Durante horas la protesta se desarrolló sin incidentes, pero degeneró hacia las 21.00 locales (19.00 GMT) con altercados protagonizados por algunos de los participantes, que quemaron mobiliario urbano y ocuparon algunas vías de comunicación, y el lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de la policía.

Los manifestantes blandieron pancartas en las que reclamaban «justicia» para Traoré y otras que recogían los lemas que se repiten en Estados Unidos por la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis.

Adama Traoré murió el 19 de julio de 2016 en la Gendarmería de la ciudad de Persan, en la región de París, adonde había sido conducido tras ser detenido en la localidad de Beaumont sur Oise al término de una persecución. Los agentes que le atraparon lo redujeron en el suelo con una técnica policial que, según la familia, le causó la muerte horas después, al contrario de lo que afirman los peritajes realizados por la justicia.



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