Las células del Estado Islámico se despiertan en Siria tras 10 años de conflicto

Dos años después de su derrota y tras una década de conflicto en Siria, las células durmientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) han incrementado sus ataques y operaciones, principalmente en el desierto central del país, y tienen como objetivo tanto a las fuerzas gubernamentales como a las kurdas.

Desde el pasado diciembre, la formación terrorista ha llevado a cabo una serie de acciones de envergadura contra vehículos y convoyes en las carreteras del extenso desierto, causando decenas de muertos civiles y de las fuerzas leales al presidente sirio, Bachar al Asad.

«Pese a las continuas campañas militares y de seguridad del Ejército sirio y las tropas rusas contra los remanentes del EI en el desierto sirio, extraordinariamente continúan llevando a cabo ataques«, reconoció el comandante de las tropas sirias para la Región Central, el general mayor Rafiq Kulthum.

Con apoyo aéreo de la aviación rusa, principal respaldo militar del Gobierno, y en respuesta a los recientes ataques contra vehículos en esas carreteras, el Ejército sirio lanzó el mes pasado una nueva ofensiva contra el EI, centrada en proteger la autovía que une la provincia oriental de Deir al Zur con Damasco.

El desierto, un escondite perfecto

De acuerdo con Kulthum, el EI todavía tiene «células aisladas» en vastas áreas desde el pico de Jabal Abu Jaymayn, en la histórica Palmira, hasta las zonas rurales de Deir al Zur, además de en el desierto de Al Sukhna o las montañas de Al Balas y Al Tanaj.

La orografía de Badia, como se conoce a este vasto desierto que ocupa cerca de la mitad del territorio sirio y se extiende más allá de sus fronteras, permite a la formación yihadista perpetrar ataques y emboscadas contra las tropas sirias y luego «desaparecer en las cuevas, valles y áreas abiertas».

El desierto conecta siete importantes provincias sirias -Deir al Zur, Hama, Al Raqa, Homs, Alepo, Rif Damasco y Al Sudeida- y sus estepas y dunas ayudan a las células extremistas a «esconderse y moverse», además de que conocen los puntos en los que plantaron minas y explosivos antes de su derrota en la zona en 2018.

Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza liderada por kurdos que encabezó la lucha contra el EI junto a la coalición internacional capitaneada por Estados Unidos, también ha detectado un aumento de la actividad yihadista.

Uno de sus portavoces, Siyamend Ali, coincide en declaraciones en que hay un movimiento «grande y significativo» de elementos del Estado Islámico al oeste del río Éufrates, especialmente en Badia.

Las FSD, que no colaboran con Damasco, continúan por su parte con las operaciones contra el grupo terrorista y en las últimas semanas han destruido una gran cantidad de túneles y arrestado a «decenas» de sus miembros con armas y explosivos.

Los campamentos, un problema sin resolver

Según Ali, después de que las FSD tomaran en marzo de 2019 la localidad de Al Baguz, el último reducto del EI en Siria, marcando su derrota territorial, el grupo radical «cambió su método de lanzar operaciones, especialmente a través de sus células durmientes».

Recientemente «han aprovechado la oportunidad para lanzar operaciones terroristas» porque, según el portavoz, las FSD están luchando en otros frentes: defendiendo las localidades de Ain Issa y Tal Tamer del ataque de los rebeldes sirios apoyados por Turquía, que en los últimos tres meses han desarrollado ofensivas contra las áreas kurdas.

Además, achaca el aumento de la actividad por parte del EI a la existencia de «decenas» deprisiones y campamentos que albergan a sus combatientes y familiares en el noreste de Siria, sin que la comunidad internacional haya prestado ayuda a las autoridades kurdas que los gestionan.

La autoproclamada Administración Autónoma kurdosiria ha llamado reiteradamente a los países de origen de los yihadistas y sus familias a ayudar a gestionar campamentos como el de Al Hol, donde hay unos 62.000 internos, de los que alrededor de 45.000 son extranjeros, casi todos mujeres y niños relacionados con los combatientes.

El pasado octubre, esa Administración anunció que daría una amnistía general a cerca de 25.000 sirios vinculados a la formación yihadista y que dejaría de hacerse responsable de miles de extranjeros. Desde entonces ha liberado a varios grupos de cientos de ellos.

Esto coincide con una oleada de violencia dentro de Al Hol, donde desde principios de año han muerto más de una treintena de personas, en su mayoría asesinados, según datos de organizaciones como Médicos Sin Fronteras, presente en las instalaciones.

El portavoz de las FSD mantiene que si no se resuelve el problema «desde todos los ejes», especialmente el de las decenas de miles de personas detenidas tras la derrota del grupo radical, «existe una alta posibilidad de que el EI retorne».



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