La Unión Europea y el Reino Unido cierran el acuerdo del brexit

Han sido largos estos meses, tensos y de mucho trabajo en Londres y en Bruselas, pero por fin la Unión Europea y el Reino Unido han cerrado el acuerdo para la relación futura entre ambos tras el brexit, cuando han pasado más de cuatro años del referéndum. De esta forma, el 31 de diciembre -esa era la fecha límite- los británicos quedarán, a todos los efectos, fuera de la UE. Había entrado en el año 1973 y desde el 1 de enero del 2020 ya no era miembro activo, pero el escenario era el de un periodo de transición, precisamente para acordar el pacto que ahora se ha cerrado. El Reino Unido se convierte en el primer Estado miembro que abandona la Unión.

A falta de conocer más detalles sobre el mismo, la UE y el Reino Unido han limado todas las asperezas en lo referente a los puntos de discordia: la gobernanza del acuerdo, la igualdad de condiciones (el level played field, en inglés) y el asunto de la pesca, que acabó siendo el más complicado. «Queremos encontrar ya una solución, y vamos en el buen camino», había comentado una fuente comunitaria a 20minutos antes de la fumata blanca.

Lo que sí parece claro es que el acuerdo asegurará libre circulación de mercancías sin aranceles ni cuotas, reglas de origen y cualquier elemento relacionado con los bienes. Pero no sucederá lo mismo con servicios, circulación de personas o seguridad y defensa. En cuanto a la pesca, se darán 5 años y medio de transición para los pescadores europeos con un recorte de 25% de las capturas. Después habrá acuerdos anuales.

«Ha sido difícil, pero tenemos un acuerdo. Es justo y es equilibrado«, ha explicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa tras anunciarse el pacto, en un mensaje pronunciado en inglés, francés y alemán. Estuvo acompañada del negociador jefe de la UE, Michel Barnier. Von der Leyen anunció que se resolvieron «los puntos de discordia». El Reino Unido seguirá «cooperando con la Unión Europeo en aquellas áreas de interés mutuo».

Desde el Ejecutivo comunitario, la presidenta aseguró estar «aliviada» por el acuerdo y agradeció la labor de las dos partes. «Nuestro futuro está en Europa», terminó diciendo, antes de pasar la palabra a Barnier. También habló de alivio, pero no ocultó su «tristeza» porque el Reino Unido abandone la UE. Lo que se ha hecho, dijo, es construir «una nueva hoja de ruta para el futuro» basado en un pacto comercial «justo» para las dos partes.

«El reloj ya se ha parado», ha venido a decir Michel Barnier, que no ha desarrollado demasiados detalles del pacto, más allá de la igualdad de condiciones o el acceso, de nuevo, justo en materia pesquera. Hizo hincapié además en que el acuerdo «no significa que las cosas no vayan a cambiar». La relación entre la UE y el Reino Unido cambia de registro. Por ejemplo, los británicos dejarán de participar en el programa Erasmus.

Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, celebró el acuerdo compartiendo en las redes sociales una foto suya con los brazos en alto. El tema de la pesca, que era el más espinoso, la presidenta de la Comisión aseguró que dieron «importantes pasos adelante» en las últimas horas. El primer ministro, por su parte, aseguró que «cumplen con la promesa» que hicieron tras celebrarse el referéndum del brexit.  «En las próximas semanas nos vamos a centrar en luchar contra la pandemia, en recuperar los puestos de trabajo. Por fin todos juntos, como un Reino Unido verdaderamente independiente», sostuvo.

Por su parte, la ministra principal de Escocia dejó clara su postura: «Antes de que comience el giro, vale la pena recordar que el brexit está sucediendo en contra de la voluntad de Escocia. Y no hay acuerdo que pueda compensar lo que nos quita el brexit. Es hora de trazar nuestro propio futuro como nación europea independiente», escribió Nicola Sturgeon.

No está todo dicho

La historia del Reino Unido con la UE es un poco rocambolesca. Ya en 1975 se celebró el primer referéndum sobre la salida o no del país en la Comunidad Económica Europea (que fue la precursora de la actual UE). Esto ocurrió solamente dos años después su entrada. Entonces ganó la permanencia. El del 2016 fue en cambio un referéndum marcado por el contexto poscrisis económica, en el que los brexiters apostaron por un mensaje duro y con mentiras que fueron reconocidas incluso por los partidarios de la salida. El ‘no’ al brexit apenas hizo campaña, y el resultado llevó a lo que ahora ha sucedido.

En los últimos días los negociadores habían logrado ya avances sustanciales en todas las áreas del futuro acuerdo comercial, incluidos los difíciles capítulos de la gobernanza y de la igualdad de condiciones en materia de competencia, con lo que solo quedaba pendiente el difícil obstáculo del acceso a las aguas británicas por la flota europea.

El proceso, con el acuerdo ya pactado, avanza, pero no acaba ni mucho menos. Ahora el acuerdo tiene que pasar por el Consejo Europeo, por los gobiernos de los 27 y por el Parlamento Europeo. La Eurocámara, eso sí, se ha abierto ya a una aplicación «parcial y provisional» sin su voto para que el pacto pueda entrar en vigor en el inicio de 2021. Esto daría además margen a los eurodiputados para estudiar los documentos y emitir su voto a mediados del mes que viene.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Todo comienza el 20 de febrero de 2016, aunque las filias y fobias de los británicos con la Unión vienen desde los inicios. El entonces primer ministro británico, David Cameron, convoca un referéndum para votar la salida del Reino Unido de la UE. Se inicia entonces una campaña mucho más potente por parte de los partidarios de la salida que la que hacen quienes apuestan por la permanencia. Ahí está una de las claves del resultado final, que fue, por otra parte, muy ajustado. El referéndum se celebró finalmente el 23 de junio de ese año. Un 51,9% de los británicos vota a favor de la salida. La consulta tiene un 72,2% de participación y está marcada por la elevada abstención juvenil.

Al día siguiente, Cameron (que era partidario de la permanencia) presenta su dimisión como primer ministro. Se da entonces un cambio de ciclo. Solo dos semanas después llega al poder Theresa May. La que fuera ministra del Interior con Cameron ascendía a primera ministra para asumir el mayor reto político del país en la era moderna. También había votado por seguir formando parte de la UE.

Estamos ya en marzo de 2017. La UE entra en escena. El Gobierno británico envía a Bruselas una carta en la que se acoge al artículo 50 para salir del bloque comunitario y pide el inicio de las negociaciones. Era la primera vez en la historia que esto sucedía. Empiezan entonces las turbulencias de verdad, porque solo unos meses después May, que había convocado elecciones generales anticipadas para reforzar su liderazgo, pierde la mayoría absoluta y se tiene que apoyar en los Unionistas irlandeses para gobernar. Es el inicio de las hostilidades en el Parlamento británico.

Ese verano la primera ministra tiene que hacer frente a una cadena de dimisiones de sus ministros, que evidencian la inestabilidad del Ejecutivo. Una de esas salidas es la de Boris Johnson. A principios de otoño, la UE rechaza la propuesta de May para alcanzar una salida acordada y poco dañina para el Reino Unido.

No será hasta noviembre de 2018 cuando Londres y Bruselas marcan las líneas maestras del pacto de salida…pero esto supone el inicio de más hostilidades a nivel interno en Reino Unido. Al mes siguiente, Theresa May entra a defender su acuerdo con Bruselas en la Cámara de los Comunes. Al prever la derrota, decide aplazar la votación si marcar una fecha. La figura de la primera ministra se cae: el Parlamento británico rechaza por primera vez el acuerdo Londres – Bruselas: 432 votos en contra y 202 a favor.

En marzo de 2019 May somete por segunda vez a votación el pacto. Y la Cámara vuelve a rechazarlo entre feroces críticas a la primera ministra. La UE concede entonces a Reino Unido una prórroga con dos fechas clave: 12 de abril para un brexit duro o 22 de mayo para salir de forma ordenada siempre que los tories logren el respaldo del Parlamento británico.

Pero llega un tercer rechazo y Theresa May cae del todo. Entra en escena entonces el actual primer ministro, Boris Johnson, partidario de la salida de la UE. Siguen las tensiones pero en diciembre de 2019 el Reino Unido llega a la parte final. El 31 de ese mes deja de formar parte de la UE, y arranca entonces un periodo de transición que se cierra ahora. Cuatro años y medio de tensiones, reproches, votaciones perdidas, discursos, una UE firme y un Reino Unido titubeante. Johnson consigue ver su luz al final del túnel gracias a que no tiene oposición en la Cámara de los Comunes. Apoyado en la mayoría absoluta ha logrado su propósito, con más pérdidas que ganancias. Con todo, la conclusión es clara: los británicos ya no forman parte de la Unión Europea.

Por otro lado, según la serie de encuestas de Pew Research Center, en catorce observaciones hechas durante los últimos 16 años, los contrarios a la UE solo superaron dos veces, y por un margen mínimo, a los favorables. Actualmente quienes están a favor sacan 23 puntos a los que están en contra.

¿Cuáles son las causas del brexit?

Siendo muy concretos, las causas de lo que ha sucedido, de la salida del Reino Unido de la UE, se pueden resumir en tres:

La economía: los británicos ya no desean tener que cargar con lo que consideran el manejo irresponsable de los demás. Los promotores creen que al final, los europeos necesitan un centro financiero fuerte en Londres, y por esta razón no lo bloquearán. Esta posición independiente podría favorecer a la economía interna del Reino Unido.

La UE como gigante político: entre los británicos existe una creciente desconfianza hacia las organizaciones multinacionales financieras, comerciales, y de defensa que fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los que se oponen a la UE creen que estas instituciones ya no tienen un propósito más allá de dominar a los Estados miembros.

La ciudadanía decide: cabe recordar que Cameron, el precursor del referéndum, mantuvo en todo momento una postura de permanencia en la UE y salvo el UKIP, los políticos británicos no parecían orientados hacia el abandono. El voto demostró que el poder de decisión no está en el Parlamento, sino en la ciudadanía.



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