la pandemia dispara la llegada de migrantes sin un plan para controlarlo


Canarias se está desbordando. La crisis migratoria hace días que es una realidad y se registran nuevas llegadas de pateras o cayucos a diario, llenas de personas migrantes que cruzan desde distintos países de África, sobrepasando la capacidad de absorción que tienen las islas y generando situaciones de hacinamiento entre los extranjeros recién llegados. 

Si se analizan los datos, sorprende todavía más como se ha normalizado este drama, que ha existido siempre, pero que se ha multiplicado desde la crisis de refugiados en Grecia en 2015. Respecto a las cifras de España en este 2020, pandemia incluida, han llegado por vía marítima 32.427 migrantes, un 45% más que en 2019, donde la cifra fue de 22.291. Respecto al número de embarcaciones, ha subido un 70% los datos del año pasado, con un total de 1.823. 

Las cifras para Canarias, la comunidad autónoma más afectada, son más demoledoras. En 2019 llegaron a sus costas un total de 1.497 migrantes, mientras que, a falta de un mes para finalizar 2020, 16.760 personas han desembarcado en sus playas y puertos, un 1.019% más, según los datos proporcionados por el Ministerio del Interior. «La pandemia está arrojando a la pobreza a muchos jóvenes africanos, que se ven sin ninguna esperanza de sobrevivir en su país», señala Carmen González, catedrática de Ciencia Política de la UNED e investigadora principal del Real Instituto Elcano a 20Minutos.

La situación en las islas es extrema y el Gobierno ha tenido que recurrir a instalaciones militares, levantando carpas en terrenos de defensa y habilitando cuarteles en desuso para alojar a estas personas hasta que se resuelva su situación legal. El resumen del desbordamiento se resume en un dato: en el muelle de Arguineguín, famoso por las imágenes que han llegado en los últimos días, la semana pasada había cerca de 2.000 personas hacinadas entre carpas y baños portátiles, mientras que la población de este pueblo pesquero es de 2.500 habitantes. 

Varios inmigrantes hacen cola en el Muelle de Arguineguín, en Gran Canaria
Varios inmigrantes hacen cola en el Muelle de Arguineguín, en Gran Canaria.
Europa Press

La pandemia y sus efectos: aumento de la pobreza y cierre de fronteras

Desde la crisis de los cayucos de 2006, España no vivía una situación similar, y la principal razón es el coronavirus. «Se juntan dos factores relacionados con la pandemia: la crisis económica, que se acentúa más en los países con menos recursos y su población, y el cierre de fronteras y vuelos internacionales, que tiene una segunda repercusión, y es que se elimina uno de los aspectos clave en la política de inmigración, que es la posibilidad de devolver migrantes irregulares a su país de origen», señala González. 

Este último aspecto es uno de los motivos principales de la subida exponencial de la llegada de migrantes, ya que en la situación previa a la pandemia, «la mayoría eran devueltos a sus países», especialmente los que provenían de Marruecos, país con el que España tiene diversos acuerdos comerciales. «El inmigrante ahora sabe que no va a ser devuelto», recalca la experta. 

Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), señalan que no se debe olvidar que ya han muerto más de 400 personas este año en la conocida como ‘ruta canaria’. Además, recalcan que «son personas afectadas económicamente por la pandemia» que no tenían pensado cruzar el mar hasta que se han visto en esta extrema situación. Por ello, abogan por una solución coordinada con Europa. 

«Canarias no es su destino final, sino una estación de paso para entrar en Europa»

Las rutas que realizan los migrantes para llegar a España son diversas. Mientras que la que se dirige a la península está controlada por Marruecos de una manera efectiva y apenas se mantiene activa, en los últimos meses cada vez es más frecuente ver salidas de cayucos desde la costa norte de Senegal y la zona sur del Sahara Occidental. Desde CEAR recuerdan que «las salidas tan lejanas comportan más riesgos, porque latravesía es mayor y están más expuestos a las inclemencias del tiempo y del mar. Además, se dirigen por lo general a Tenerife, guiados por el Teide«. 

Los países de origen son tres principalmente: Marruecos, Mali y Senegal. Tras la crisis de los cayucos de 2006, España enfocó su política exterior a estos países y «logró la firma de acuerdos con varios estados de la costa occidental africana, para frenar la salida de migrantes desde sus propias aguas, es decir, antes de que entrasen en aguas internacionales. Y se consiguió reducir notablemente», declara González. Sin embargo, la pandemia ha vuelto a provocar el descontrol de la situación una vez más.  

Inmigrantes trasladados al puerto de Gran Tarajal (Fuerteventura), tras ser rescatados por Salvamento Marítimo.
Inmigrantes trasladados al puerto de Gran Tarajal (Fuerteventura), tras ser rescatados por Salvamento Marítimo.
CARLOS DE SAÁ / EFE

Además, la experta recalca que «su destino y objetivo final no son las Islas Canarias, ya que para ellos es solo una estación de paso para entrar en Europa». Una situación muy similar a la que vivió Grecia en 2015, «donde los refugiados no llegaban al país para quedarse allí, sino para pasar a otros países más ricos donde hubiese políticas de ayuda al refugiado». 

En este sentido se ha pronunciado Juan Carlos Lorenzo, coordinador de CEAR en Canarias, quien ha afirmado que “Canarias no puede convertirse en un agujero negro en materia de derechos, como lo han sido las islas griegas, ni el coronavirus puede ser la excusa para no afrontar un incremento de llegadas que lleva produciéndose desde hace más de un año. Busquemos alternativas más coherentes con la realidad».

Una solución difícil mientras Europa mira desde lejos

La solución a esta crisis no es nada sencilla y se debe medir en el corto y largo plazo. Como alternativa inmediata, se plantea mediar con los países de origen de estos migrantes para reanudar las polémicas devoluciones en caliente: «Si el flujo de llegada se mantiene como ha sucedido en los últimos días, Canarias puede vivir una situación extrema. A corto plazo, el elemento clave para solucionar esta crisis es reanudar la política de devoluciones a como estaba antes de la pandemia», declara González. Para un punto de vista no tan inmediato, aboga por volver a firmar acuerdos con los estados implicados para controlar la inmigración en las aguas de los países de origen, como sucedió en 2006. 

Un punto de vista contrario muestran desde CEAR. La comisión de refugiados aboga por un proceso de identificación y registro a su llegada, para que en un máximo de 72 horas se deriven a todos los migrantes a los servicios de acogida y ayuda humanitaria. Posteriormente, aboga por trasladarlos a la península para después realizar un plan de redistribución entre las Comunidades Autónomas. 

Mientras tanto, Europa ha decidido no implicarse en exceso. «España hubiera querido que se establecieran mecanismos automáticos y estables de solidaridad intraeuropea en la propuesta de la comisión de un pacto de asilo-inmigración, pero no ha sido así y ha sido decepcionante para todos. La vía de un reparto similar al que se estableció (y no se cumplió) para Grecia en 2015 está descartada», reconoce González.  

Por último, mientras Europa observa la crisis desde lejos, el Gobierno de España «tiene claro que permitir el traslado a la península de los migrantes que llegan a Canarias provoca temor entre los estados del espacio Schengen, porque creen que esos traslados pueden facilitar la llegada a otros estados europeos, es decir, el miedo al efecto llamada», concluye la catedrática de Ciencia Política. 



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