la Comisión huye de la autocrítica y mantiene su previsión de vacunación


Si la pasada semana no fue la más complicada para Ursula von der Leyen desde que es presidenta de la Comisión Europea, ha estado cerca de serlo. La estrategia de vacunación y los contratos con las farmacéuticas han puesto en el foco no solo al Ejecutivo comunitario, si no también a su líder, que ha ido esquivando cualquier explicación y, por lo tanto, toda autocrítica que pudiera haber hecho. ¿El plan? El silencio. Ni más ni menos. Y por eso se ha convertido en el blanco de las críticas. «Han faltado muchas cosas estos días. No hablar del problema no hace que desaparezca», confirma una fuente comunitaria consultada por 20minutos.

Los frentes abiertos son (o fueron) varios, y de todos los colores. El primero y el más complejo fue el de AstraZeneca. La entidad comunicó a la Comisión Europea que no podría cumplir con las entregas de vacunas previstas para el primer trimestre. Se quedaría en 31 millones de dosis frente a los 80 comprometidos entre enero y marzo. Esto es, una reducción del 60% aproximadamente. Ahí empezó una guerra no del todo fría. Quien dio la cara entonces fue la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, que fue muy rotunda con AstraZenca: «Estamos jugando con vidas humanas».

La Comisión sospechaba que la farmacéutica estaba priorizando entregas a otros países antes de cumplir con la UE. Reino Unido e Israel serían, aunque Kyriakides no lo dijera de forma explícita, los beneficiados. El CEO de la entidad se amparó en que con el Gobierno británico el contrato se había firmado primero. Tras un tira y afloja y ante la falta de «explicaciones convincentes», el contrato se publicó en aras de la transparencia…pero solo a medias.

Las partes más relevantes del acuerdo quedaron tachadas. Tanto los plazos como las cantidades y el dinero no vieron la luz. Esto ya puso a Von der Leyen en el centro del debate. Mientras, ella priorizaba la presencia en medios alemanes, algo que desesperaba a muchas voces en Bruselas. Las aguas parecieron calmarse sin asegurar que AstraZeneca cumplieran con lo firmado. Quien sí añadirá dosis en sus entregas será Pfizer, que llegará a entregar, tal como estaba pactado, unos 600 millones después de resolver deficiencias en su planta de Bélgica.

A pesar de las lagunas, el contrato sí dio la razón a la Comisión en un aspecto importante: el reparto a la UE incluye las plantas de AstraZeneca en el Reino Unido, por lo que no hay prioridad ni distinción entre lo firmado por el Ejecutivo de Johnson y lo que se acordó con Bruselas. No hay preferencia de ningún tipo. Además, la Comisión aprobó una herramienta para impedir la exportación de vacunas a terceros países si no se cumple antes con las entregas a la UE.

Con todo, esto se ha convertido en un problema de comunicación y transparencia. Los cálculos de la Comisión Europa siguen en pie. Bruselas espera que entre enero y junio lleguen y se apliquen en torno 400 millones de dosis, o 480 millones si llega la cuarta vacuna, que sería la de Johnson & Johnson. ¿Y entonces? Quedarían vacunados, según las previsiones, un 45,5% de los europeos a finales de junio y un 70% a finales de agosto. Es decir, el plan inicial no cambiaría incluso a pesar de los retrasos y los recortes.

«La Comisión da por hecho que cuando se aprueben el resto de vacunas el ritmo se va a incrementar de manera importante«, añaden las fuentes a este respecto. Una de las partes que ha venido reclamando con mayor insistencia que haya una mejor comunicación y transparencia es el Parlamento Europeo. Ursula von der Leyen aceptó reunirse con los eurodiputados, pero de momento no en el pleno, sino por grupos políticos. Y es que ni siquiera con ellos la transparencia ha sido total durante estas semanas.

La estrategia de la Comisión ha sido muy clara: hablar lo justo y dejar que las aguas se calmen solas. La semana se hizo larga, y las críticas le llegan a Von der Leyen desde casi todos los frentes, mientras ella se sigue rodeando de su círculo de confianza. Junto con las decisiones titubeantes del inicio de la pandemia, que podían ser comprensibles, estos días han acabado siendo los menos efectivos para la dirigente alemana. Ahora, la Comisión Europea fía su éxito a una cifra: que cuando acaba el verano 7 de cada 10 ciudadanos estén vacunados.



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