Krystsina Tsimanouskaya: Una atleta bielorrusa busca asilo en Polonia tras denunciar que trataban de enviarla a Minsk a la fuerza | Juegos Olímpicos 2021

Las tensiones políticas en Bielorrusia, cuando se cumple justo un año desde el estallido de las protestas contra el régimen de Aleksandr Lukashenko, han llegado a los Juegos de Tokio. La atleta Krystsina Tsimanouskaya, de 24 años, se ha refugiado este lunes en la Embajada de Polonia en la capital japonesa después de asegurar que trataron mandarla por la fuerza a Minsk el domingo tras criticar al Comité Olímpico de Bielorrusia (COB). El Gobierno de Varsovia ha dado un visado humanitario para que la deportista, que dice haber recibido amenazas y teme represalias si vuelve a su país, pueda viajar a Polonia.

La Embajada de Bielorrusia en Tokio ha hecho una petición formal de información a las autoridades japonesas para saber la situación de la deportista, según informó este lunes la agencia RIA. También la República Checa ha ofrecido asilo a la atleta.

Tsimanouskaya participó en la prueba de 100m el viernes y quedó eliminada en la primera serie, ganada justamente por la nigeriana Blessing Okagbare pocas horas antes de ser expulsada de los Juegos por dopaje. Esa fue su última aparición, ya no volvió a la competición. Tsimanouskaya ya no estaba en la Villa Olímpica, santuario de los atletas en el que ni la política ni la religión tienen derecho a intervenir. Fue llevada primero al aeropuerto de Haneda, en Tokio, a donde, denuncia ella a través de su Telegram y su Instagram, fue trasladada a la fuerza por los dirigentes del Comité Olímpico Bielorruso por haber criticado públicamente a los responsables del equipo de atletismo.

Según el relato de la atleta, los dirigentes del Comité Olímpico, cuyo presidente es Viktor Lukashenko, hijo del presidente dictador de la república, la obligaron a abandonar su habitación en la Villa Olímpica a las cinco de la mañana del pasado domingo, e intentaron obligarla a tomar un avión de vuelta a su país. Pero ella se negó a volar y alertó a la policía japonesa, que la protegió. “No regresaré a Bielorrusia”, dijo ella vía Telegram, y al mismo tiempo pidió asilo político en el país que quisiera acogerla.

Apenas 24 horas después, y tras una agitación tremenda y movilización del Comité Olímpico Internacional (COI), de partidos de la oposición en Japón y de la fundación bielorrusa de solidaridad deportiva, la atleta salió del aeropuerto, acompañada por algunos funcionarios del comité organizador de los Juegos y del COI, y se dirigió a la embajada de Polonia en Tokio, que la acogió. “Hemos pedido ayuda a numerosos países”, dice un portavoz de la fundación. “Y el primero que ha respondido ha sido el consulado polaco”.

Casi simultáneamente, las autoridades ucranias informaron de que el marido de la deportista había entrado en ese país. Según France Presse, Arseni Zhdanevich anunció a las autoridades de Ucrania su intención de reunirse con su esposa en Polonia.

En un comunicado, el COB señaló que los técnicos habían decidido retirar a Tsimanouskaya de los Juegos por consejo de los médicos del equipo, que habían apreciado que no se encontraba en buen estado “emocional y psicológico”.

El incidente sucede cuando aún el presidente Lukashenko, en el poder desde 1994, se enfrenta a una gran contestación social en el país, con huelgas y manifestaciones. En un vídeo publicado el domingo en el canal de Telegram de la Fundación Bielorrusa de Solidaridad Deportiva, Tsimanouskaya aseguró que temía por su seguridad si volvía a casa. “Me están presionando. Están tratando de sacarme del país sin mi consentimiento”, alertó la atleta a la organización que apoya a los deportistas encarcelados o represaliados por el régimen de Lukashenko. “Pido ayuda al COI”, reclamó.

Desde el inicio de las protestas por la democracia en la antigua república soviética el pasado agosto, después de que el líder autoritario Lukashenko se atribuyese la victoria en las elecciones presidenciales con el 80% de los votos, más de 33.000 personas han sido detenidas y miles de ellas represaliadas. También deportistas de primer nivel, como la baloncestista olímpica Yelena Leuchanka o el decatleta Andrei Krauchanka, medallista de plata olímpico de 2008, fueron arrestados tras criticar la violencia policía contra los manifestantes pacíficos. Las organizaciones de derechos civiles cuentan hasta 600 presos políticos en Bielorrusia, donde la represión contra cualquier voz disidente es cada día mayor. El domingo, su esposo, Arseny Zdanevich, salió del país y está en Ucrania. La Fundación Bielorrusa de Solidaridad Deportiva asegura ahora que este lunes, las autoridades se han presentado en casa de los padres de la atleta la localidad bielorrusa de Klimovichi.

Tsimanouskaya no criticó directamente al régimen de Aleksandr Lukashenko. En su canal de Instagram clamó contra lo que consideró una “mala práctica” del comité olímpico bielorruso por inscribirla en la prueba de relevos de 400 metros para la que la atleta no había entrenado, ante la ausencia de otras corredoras debido a que no habían completado los controles de dopaje necesario. Poco después, miembros del cuerpo técnico del equipo de atletismo bielorruso fueron a su habitación en la villa deportiva, le ordenaron hacer las maletas y la enviaron al aeropuerto de Tokio junto a dos de sus representantes con la intención de enviarla a casa.

El Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia, dirigido por el hijo mayor de Lukashenko, Viktor Lukashenko, aseguró el domingo que había retirado a Timanouskaya de los Juegos debido a su “estado emocional y psicológico” después de consultar con un médico. La atleta aseguró a que nadie la había examinado y que la devolvían por sus críticas. Poco después, una conversación filtrada a un canal de Telegram entre dos representantes del comité bielorruso y la corredora reveló las amenazas a Timanouskaya si no volvía a casa.

La atleta ha pasado la noche en un hotel del aeropuerto de Tokio después de pedir ayuda a la policía japonesa y al COI. “Temo que en Bielorrusia me puedan meter en la cárcel. No tengo miedo de ser despedido o expulsado de la selección nacional. Me preocupa mi seguridad. Y creo que en este momento no es seguro para mí en Bielorrusia”, declaró al medio bielorruso By.tribuna.com.

El domingo por la noche, República Checa y Polonia ofrecieron ayuda concreta a Tijanouskaya, que ha recibido un visado humanitario de Varsovia que le permitiría pedir asilo político, según el viceministro polaco de Exteriores Marcin Przydacz. “Polonia hará todo lo que sea necesario para ayudarla a continuar su carrera deportiva”, dijo el viceministro.

El COI ha asegurado este lunes que ha pedido explicaciones al Comité Olímpico bielorruso sobre el caso. Mientras, Minsk ha eludido pronunciarse sobre el asunto, aunque los medios estatales han insinuado que la atleta no había ido a Tokio en busca de logros deportivos sino para seguir sus propios “planes personales”, que pasaban por dejar el país. El COI, que no ha reconocido la elección de Viktor Lukashenko como nuevo presidente del Comité Olímpico bielorruso, ya suspendió a Lukashenko de todos los eventos olímpicos, entre ellos, los Juegos de Tokio. El pasado diciembre, criticó al comité bielorruso por no proteger a sus atletas de la represión política.

El intento de sacar de Japón a la fuerza a Timanouskaya es uno de los últimos incidentes internacionales del régimen bielorruso, cada vez más aislado internacionalmente y bajo las sanciones de la UE. El pasado mayo, las autoridades bielorrusas forzaron el aterrizaje en Minsk de un avión de Ryanair que volaba de Grecia a Lituania para detener al periodista critico Roman Protasevich y a su novia, Sofia Sapega.y su novia, quienes sobrevolaban el espacio aéreo de Bielorrusia destino a Lituania en un vuelo de Ryanair que fue forzado a aterrizar por las autoridades forzaron para detener al periodista.

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