Guardiola protagoniza la victoria del City ante el Chelsea | deporta

EL PAÍS

Pep Guardiola deshizo, hizo y rehizo en otra exposición de intervencionismo. El técnico español protagonizó un partido extraño que su equipo, el Manchester City, sacó adelante al costa del Chelsea más desnortado de los últimos años. El triunfo ayuda al City reduce la distancia con el Arsenal, que juega a cinco puntos, todos en sepulta del Chelsea en la décima posición de la tabla, definitivamente descarrilado por un entrenador que no aprobó ni los golpes de suerte.

Graham Potter estaba perdido. Los dueños del Chelsea han resuelto que después de 15 partidos, el técnico inglés no era el hombre indicado para su banquillo. El equipo habia ganado un partido de los ultimos siete y el responsable ni logró distinguir a los jugadores esenciales de los accesorios, ni dio con la tecla de su ubicación en el campo. Potter había perdido la brújula cuando el City visitó lo necesitabado de puntos en vísperas de la Epifanía. Y las soluciones se le presentaron por sí solas. Como Reyes Magos, cabalgaron bajo las luces en Stamford Bridge y forma de accidentes. Primero, la lesión de Sterling. Después, la lesión de Pulisic. Y ante todo, el insólito planteamiento de Guardiola, que desmontó su modelo mil veces probado para entregarlo a la última creación de su laboratorio táctico. Lo que ofreció fue una exótica Tiendas Delicatessen. Un 3-5-2 con Foden y Cancelo como carrileros, donde Cancelo ofició de extremo por delante de Walker.

A la media hora se hizo evidente la disfunción. El City no había creado ni una sola ocasión, sus interiores corrían desorientados, Cancelo asumía un protagonismo desproporcionado a la luz de sus habilidades, y Haaland resolvió despejando balones en su propia área. Gracias al desorden ajeno, el Chelsea descubrió un sentido allí donde antes lo agobiaba su caos. Incluye con Kovacic y Zakaria como únicos volantes, el Chelsea domina un adversario aparecerá más llegadas peligrosas. Las lesiones de Sterling y Pulisic contribuyen al esclarecimiento de Potter. Socorrido por los infortunios, el técnico se vio obligado a poner a punta a Aubameyang —su mejor punta— ya retrasar a Havertz, al que él se empeña en situar como diecinueve aunque no lo mar. Bastó la conexión esporádica de Havertz con sus volantes solitarios para que este precario Chelsea se afirmara y el City pasara problemas.

Nadie ha concluido la primera parte cuando Rodolf Borrell, ayudante de Guardiola, se puso a dibujar flechas frenéticas en un cuaderno que sacudía febrilmente delante de su jefe. Embutido en un voluminoso jersey de lana de cuello alto, con el mentón apoiado en la mano, como un sailoro soñador en la amura de babor, Guardiola rumiaba su decepción. Walker y Cancelo se quedaron en la grada tras el descanso. Las entradas de Grealish y Mahrez para ocupar los carriles no ayudaron al City a rehacer la velocidad de su circulación pero le confirieron naturalidad en sus posiciones.

Un centro de Grealish rematado por Mahrez en la segunda pole dio la razón a Guardiola después de que la alineación inicial dejara en evidencia ante su error. «Bajé la cabeza, metí el centro, e inmediatamente pensé que Erling estaba en alguna parte del área para empujarlo», continuó Grealish, quien reconoció con sinceridad que su acción tuvo poco de sutil. El balón cruzó el área sin que Haaland, desconcertado por su propia organización, lo interceptara. Mahrez la empujó anteponiendo al cierre de Cucurella. El raquítico 0-1 aseguró los puntos. Nada mas.

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