Exilio por la libertad: el ‘modus operandi’ para silenciar la disidencia artística cubana | Cultura


El artista cubano Hamlet Lavastida pasó 89 días en prisión de La Habana acusada, sin juicio ni prueba, de incitación al delito. Tras semanas de tortura y tras haberse convertido en un símbolo internacional de oposición al régimen cubano, le ofrecieron a él y a la escritora Katherine Bisquet, su compañera, una solución al encierro: si aceptaban salir del país, la puerta de la prisión se abriría. Y aquí no ha pasado nada. Una propuesta similar llegó varias veces a la casa del también artista Tania Bruguera, bajo arresto domiciliario, con los mismos cargos. Otro parecido le hicieron a Carolina Barrero. La lista de artistas a los que el gobierno de Díaz-Canel propone la libertad a cambio del exilio es larga en lo que parece un modus operandi para intentar silenciar la disidencia, con especial atención a los artistas. La Seguridad del Estado los persigue con mayor intensidad desde principios de año cuando este grupo se convirtió en el rostro visible de una oposición que tomó las calles en las históricas protestas contra el Gobierno el 11 de julio.

Lavastida y Bisquet aceptaron la propuesta y el pasado mes de septiembre abandonaron el país. Ahora residen en Varsovia. «Mi partida fue la moneda de cambio para su liberación», Bisquet escribió en sus redes sociales. «Varias personas cercanas a Hamlet, tanto familiares como amigos, fueron sometidas a la misma presión e intentos de chantaje». Poco después, ya en Europa, el artista confirmó esta versión en una entrevista para los medios cubanos independientes El estornudo. «No solo presionaron a Katherine, también a Carolina Barrero: para que yo pudiera hablar con cualquiera y convencerlos de eso», dijo Lavastida.

El artista Hamlet Lavastida protesta contra la Bienal de Arte de La Habana. Imagen de tu cuenta de Facebook.

Una vez que acordaron salir del país, el régimen les extendió una alfombra roja para que realizaran los trámites con las instituciones pertinentes. Una vez obtenida la visa, «te señalan el camino del exilio», explicó Lavastida en El estornudo. “Cinco carros te llevan a ti ya tu pareja al aeropuerto, con una motocicleta detrás, y más de 20 oficiales; cuando no se entra al aeropuerto por la puerta normal, sino por la trasera, por donde entran los presidentes y ministros. Tus maletas pesan cuatro veces más de lo permitido y te dejan pasar ”. Además, le permitieron salir con varias de sus obras, las mismas en las que aparecía su crítica a Fidel Castro y que anteriormente había sido vetada. «De eso se trata, te sientes VIP», reflexiona el autor.

En una situación similar se encontraba la artista Tania Bruguera, una de las voces más críticas de la última década entre los artistas cubanos y que también decidió abandonar el país recientemente luego de pasar casi nueve meses en arresto domiciliario (tiempo en el que el Gobierno cortó su internet. conexión para mantenerla aislada). A finales de agosto salió de la isla y ahora trabaja en Harvard, en Massachusetts, oferta de trabajo que había recibido meses antes, aunque dudó en aceptar cuando el régimen empezó a intentar convencerla de que abandonara la isla.

«El Gobierno de Cuba, a través de agentes de la Seguridad del Estado, me dijo cuatro veces que me iba o me decía que iba a perder mi carrera», cuenta Bruguera a El PAÍS. «La última vez me dijeron: ‘Si es por problemas de dinero, no te preocupes, te lo ponemos todo más fácil», recuerda. Las mismas ventajas que ofrecían Lavastida y Bisquet. Pero ella se negó a concederles esa salida tan fácilmente. “Cada vez que me decían, les respondía que no me interesaba salir, incluso suspendí varias exposiciones fuera del país”, agrega.

El momento de la detención de Luis Manuel Otero Alcántara, el pasado mes de julio en La Habana.  Imagen tomada de un video de YouTube.
El momento de la detención de Luis Manuel Otero Alcántara, el pasado mes de julio en La Habana. Imagen tomada de un video de YouTube.

La historiadora del arte Carolina Barrero, bajo arresto domiciliario desde principios de junio (es la segunda vez que se encuentra en esta circunstancia, en total tiene más de 100 días), es víctima de lo que se ha establecido como un patrón de hostigamiento por parte del Estado. Está acusada de instigación a cometer un delito pero nunca ha recibido un documento oficial con el cargo. Debajo de su casa cuenta una llamada de WhatsApp a un número que no es el suyo, hay un equipo de policías y Seguridad del Estado apostados día y noche. No puedo salir de casa. Tienen que traerle comida. Solo, con permiso, voy a la tienda de la esquina a comprar agua y cigarrillos y siempre acompañado de un agente. Es en estas caminatas cortas que te sugieren que te vayas. Como Bruguera, se niega. «En una ocasión me dieron 10 días para salir de la isla», recuerda sin perder la fuerza en la voz. Para persuadirla, incluso ha recibido la visita de la madre de una amiga: «Me dijo que era lo mejor para mí, me hablaba como una madre». Otra forma de chantaje emocional.

Barrero ha tenido que cambiar de línea telefónica tres veces. Se ha trasladado a la casa de su padre porque la mujer que alquilaba su casa «estaba cansada de la presencia militar». Pasa sus días leyendo, “en una cosa y en otra, siempre ocupada”, dice en referencia a su trabajo como activista porque no tiene un trabajo formal que le genere ingresos. Vive de los ahorros que recaudó en España, donde pasó ocho años antes de regresar a Cuba en noviembre de 2020 cuando se involucró en el Movimiento San Isidro. Y a estas alturas de la charla recuerda que es ciudadana española y no ha recibido ningún tipo de asistencia por parte de la embajada.

Las contraprotestas organizadas por el Gobierno cubano tras las manifestaciones opositoras del 11 de julio.
Las contraprotestas organizadas por el Gobierno cubano tras las manifestaciones opositoras del 11 de julio. Ernesto Mastrascusa ((EPA) EFE)

En el caso de Bruguera, consciente de la reacción internacional que provocó su detención y la de otros artistas, intentó negociar: escribió una lista a los agentes estatales con los nombres de 70 detenidos arbitrariamente, como Lavastida o el artista Luis Manuel Otero Alcántara, además de otras personas menos conocidas que también fueron detenidas el 11 de julio. El gobierno accedió a liberar a Lavastida y a algunos más de esa lista, y retiró los cargos contra Bruguera en la Fiscalía para que se fuera. Un ejemplo más de que, en lugar de ser un proceso judicial con garantías, el Gobierno utiliza las acusaciones como una instigación para cometer un delito o para agredir a la Seguridad del Estado (las dos que pesaron en contra de Bruguera) de forma arbitraria y como forma de presión. “Normalmente, este tipo de negociaciones son entre estados. Creo que es la primera vez que la sociedad civil ha podido sacar a algunos presos de esta manera ”, dice Bruguera de Estados Unidos.

Abraham Jiménez, periodista independiente en Cuba, explica que las ofertas para salir del país por Lavastida o Bruguera son similares a las del llamado primavera negra. En 2003, el gobierno de Fidel Castro detuvo a 75 activistas cubanos, los encarceló por cargos absurdos, pero en 2010, luego de negociar con la Iglesia Católica y la Embajada de España, acordó que varios de ellos fueran liberados si iban a españa. En la década de los ochenta, recuerda Castillo, sucedió algo similar tras la caída del Muro de Berlín y el campo socialista. «Cuando la olla está hirviendo, el gobierno suelta un poco de presión y les pide que se vayan», resume Jiménez.

No se les ha prohibido la entrada a su país, pero tampoco está garantizado. “A Hamlet no le dijeron que estaba exiliado, pero uno de los agentes de Seguridad le advirtió que si continúa con su activa vida política [en referencia a su trabajo artístico crítico con la Revolución] Te estaría esperando personalmente en el aeropuerto para llevarte a Villa Marista [la prisión en la que estuvo encerrado]. Nunca se sabe si estás prohibido hasta que llegas al aeropuerto ”, explica Marco A. Castillo, un artista cubano residente en México que dirigió las protestas en la última edición de ARCO para el lanzamiento de Lavastida. «La isla no es propiedad del Régimen, salir de Cuba no significa exiliarse o simplemente volver de vacaciones», agrega Barrero, «tenemos que apurarnos para dejar los medios para volver a participar en la vida pública».

Bienal de Arte de La Habana

«Vamos a boicotear la bienal mientras no liberen a todos los presos del 11 de julio», dice Bruguera. Junto a un grupo de artistas promueven un boicot a uno de los eventos culturales más antiguos e importantes del país que tendrá lugar a finales de noviembre, y al que suelen acudir comisarios, artistas o comerciantes de todo el mundo. «No me meto con los artistas cubanos, que actuarán como dicte su conciencia, pero les pedimos a los extranjeros que no participen porque eso legitimaría una dictadura que está metiendo a tanta gente en la cárcel», dice Bruguera. “Todos hemos empezado en esa bienal”, acompaña Castillo, “no tenemos nada en contra, es una gran oportunidad para los artistas cubanos, pero necesitamos hacer este llamado de atención”.

La ONG cubana Cubalex intenta construir un registro con el historial legal de 1.116 personas detenidas durante las protestas de julio, de las cuales 561 siguen presas según la información que han podido recopilar. “El Estado no da información a las familias de los detenidos”, dice a El PAÍS Laritza Diversent, una de las activistas que intenta rastrear a los detenidos.

La campaña para liberarlos a todos ya ha comenzado en las redes. Los artistas comparten imágenes de su rostro con el lema No a la BienalEl propio Lavastida ha participado desde Varsovia. La demanda es que liberen a los cientos de detenidos, todos ellos anónimos y sin cargos. De lo contrario, el boicot no se levantará. Queda poco más de un mes para saber si esta iniciativa es una carta poderosa que los artistas tienen entre manos para negociar con el Gobierno cubano, o si este último está cansado de soltar presiones de la olla.



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