Enseñanzas de la piscina de Tokio | Juegos Olímpicos 2021

Tener la oportunidad de observar las competiciones de natación de unos Juegos, aunque sea a través del televisor, y los ojos de un analista en este deporte, me ha permitido reconocer cómo han evolucionado las cosas en los últimos cinco años. No en vano un ciclo olímpico es tiempo suficiente para incorporar cambios y ver sus resultados.

Dressel. Caeleb Dressel ha mostrado varias cosas. Primero, que con la mejor salida puedes ganar las pruebas de 50 y 100 metros, aunque no seas el que más rápido nades la segunda parte de la prueba. Segundo, que en caso de dificultad es posible traducir la voluntad de ganar en potencia muscular, la potencia muscular en técnica y la técnica propulsiva en mayor velocidad de desplazamiento del cuerpo, como demostró al final de los 100m libres. Aunque tu llegada no sea la correcta, siempre se puede corregir, como ocurrió en la final de 100m mariposa, dónde Dressel decidió deslizar subacuáticamente y propulsar con las piernas en vez de realizar otra brazada. Las actuales retransmisiones, en las que podemos ver estos detalles bajo el agua, abren un mundo infinito de conocimiento sobre este deporte.

Fondo con velocidad. Asistimos a un nuevo fenómeno en las pruebas de fondo. En el 800 y el 1500 libre masculino solo han prevalecido los nadadores que han sido capaces de ser velocistas y hacer 25.78 segundos en el último largo para ganar, sin antes dejar de hacer todos lo parciales a 29. Esto ha ocurrido con el estadounidense Robert Finke, una de las sorpresas de unos Juegos en los que se escucharon voces de alarma que señalaban una crisis en el fondo masculino de Estados Unidos. Finke nadó el último 50 del 800 en 29,16 segundos, más rápido que todos los medallistas del 200 libre en su último 50.

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Braza. La braza introduce los cambios más importantes. Las nuevas formas de nadar han conseguido que se pueda ver a varios nadadores por debajo de 59s, o varias nadadoras por debajo de 1m 05s. Lo más importante es la optimización de la posición horizontal y la gran cantidad de variantes observadas, tanto en 100 como en 200 metros. La brazada cada vez más potente y pareciéndose cada vez más a la de mariposa, y la patada cada vez más estrecha a nivel de las rodillas y con cierta similitud al movimiento ondulatorio.

Los 200 espalda. Pruebas como los 200 espalda femenino exhiben un cambio generacional completo, así como una evolución en las marcas extraordinario, probablemente con perfecciones técnicas añadidas.

Los horarios. La organización horaria de la competición, con clasificatorias por la tarde y semifinales y finales por la mañana, ha introducido una alta variabilidad en el rendimiento de algunos nadadores, en particular en las semifinales y en nadadores europeos. El equipo de Australia tiene prácticamente el mismo huso horario que Japón. Esto pudo darles una cierta ventaja en este aspecto.

La medicina. Los Juegos demuestran que hay avances médicos impensables hace dos décadas. Sarah Sjöström se fracturó un brazo seis meses antes de la competición y este domingo obtuvo la plata en 50 libre femenino.

Los modelos. Lo que más me ha llamado la atención es que cada vez se constata con más frecuencia, en todas las distancias y estilos, que los nadadores obtienen rendimientos de un gran nivel utilizando técnicas perfectamente adaptadas a sus características individuales y no tanto bajo un modelo técnico común. Cumplen con algunos principios biomecánicos generales y los adaptan a cada cuerpo, capacidad muscular o flexibilidad articular. Se observan tantas técnicas de nado, de virajes o salidas, como nadadores participan. Los cuatros finalistas de 1500 son un ejemplo. Finke, el ganador, realizó seis batidos cada ciclo durante toda la prueba mientras que el resto realizaron dos, o fueron cambiando a lo largo de la prueba. En mariposa basta observar a Dressel y a Milak, cuya técnica se adapta a la gran diferencia en musculatura de cada uno, como ocurre entre la espalda de Rylov y Murphy. Un cuerpo más musculado es capaz de aplicar una gran potencia, pero a la vez ofrece una mayor resistencia y eso obliga a ejecutar unas técnicas diferentes. En braza, si comparamos la técnica de las tres primeras en 100 y 200, ninguna mueve los brazos igual ni por dentro para propulsarse, ni por fuera para realizar el recobro, y las tres nadan a velocidades similares. No parece que exista una técnica mejor que otra.

Raúl Arellano es biomecánico, analista del equipo español de natación, y catedrático de la Universidad de Granada.

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