Elecciones argentinas: Lo que nos dejó la PASO | Opinión


Un hombre busca su nombre frente a un colegio electoral durante las elecciones primarias legislativas en Buenos Aires, Argentina, el 12 de septiembre.AGUSTIN MARCARIAN / Reuters

Las elecciones primarias celebradas en Argentina este domingo trajeron algunas sorpresas. El primero y más importante sin duda ha sido la rotunda pérdida de votos de la coalición gobernante Frente para la Victoria (FpV). Esto incluyó un desempeño por debajo de lo esperado en la provincia de Buenos Aires, un bastión del kirchnerismo, lo que lo colocó en segundo lugar detrás de Juntos por el Cambio (JxC), la principal coalición opositora. En cuanto a las candidaturas al Senado, la FpV quedó segunda en seis de las ocho provincias que renovaron escaños y aquí viene la segunda sorpresa: si estos resultados se repiten en las elecciones legislativas de noviembre, el peronismo perdería la mayoría absoluta de escaños por primera vez, ya que 1983.

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De la mano del drenaje de votos del partido gobernante nacional, aparece otra novedad: la izquierda se ubicó en el tercer lugar a nivel nacional, con el 6% de los votos. Desafiando también todas las previsiones, ni la participación electoral fue tan baja (67%), ni el voto en blanco tan alto (3,2%), a pesar de que todos los líderes políticos acudieron a las elecciones con su imagen más negativa que positiva. Sin embargo, al menos dos forasteros tuvieron un buen desempeño electoral: Facundo Manes en el interno de JxC en la Provincia de Buenos Aires, quien, aunque no ganó, obtuvo 1,25 millones de votos; y Javier Milei, representante del pensamiento libertario y portador de un discurso económico ultraliberal, quien logró el tercer lugar en la Ciudad de Buenos Aires, cosechando un nada despreciable 13%.

¿Cuál fue el mensaje de las urnas? Si bien en las elecciones de mitad de período la oficialidad tiende a bajar su desempeño electoral, como consecuencia del desgaste causado por la gestión gubernamental, también es cierto que en América Latina estas elecciones se ven como una oportunidad para controlar al presidente. Los resultados del domingo reflejan sin duda un fuerte descontento de la población, producido por el peso de tantos meses de pandemia y cuarentena, por la muerte de seres queridos, y por una crisis económica que derivó en una caída del poder adquisitivo de los salarios, pérdida de empleo y cierre de fuentes de trabajo. Al mismo tiempo, esta idea de un plebiscito para la gestión del gobierno nacional se vio reforzada por el papel que adquirió la figura del presidente Fernández en la gestión de la pandemia.

Si el gobierno quiere acortar la brecha de votos que lo separa de JxC (considerando que la distancia en votos en la mayoría de las provincias es demasiado grande para pensar en revertir el resultado), necesita darle un golpe al electorado que mejore las expectativas. . Por ahora, el presidente Fernández desalentó cualquier especulación sobre un cambio drástico en la dirección de su gobierno, y prometió una batería de medidas para paliar la situación de las clases media y baja. Por el lado de JxC, el Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, salió de estas elecciones fortalecido por el buen desempeño electoral de su candidata María Eugenia Vidal en la CABA y el aún mejor desempeño de su vicepresidente de gobierno Diego Santilli en la PBA. Otro aliado de Larreta, el exministro del Interior, Rogelio Frigerio, arrasó también el penal JxC, pero en la provincia de Entre Ríos.

Dos elementos que permiten prever que los resultados de noviembre no serían una réplica exacta de los del pasado domingo, son, por un lado, el hecho de que desde 2011 se ha registrado un incremento promedio de 3.3% en la participación electoral en el elecciones generales en comparación con PASO (con un pico de 6.4% en 2015), lo que sugiere que se agregarán nuevos votantes. Por otro lado, hay un porcentaje de personas cuyos partidos no superaron el umbral del 1,5% de votos y que volverán a calcular su voto. En cualquier caso, lo que le espera al gobierno nacional por delante son dos años difíciles, y esto con un Congreso que le será más hostil.

María Laura Tagina es profesor de la Facultad de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín



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