El presidente de Túnez asume plenos poderes en medio de las protestas y abre una crisis constitucional | Internacional

El presidente tunecino, Kaïs Saied, ha aprovechado la conjunción de crisis que atraviesa el país para suspender las actividades del Parlamento y cesar al primer ministro, Hichem Mechichi, con el que mantenía un pulso desde el pasado mes de enero. Saied, un político populista elegido en 2019 con más del 70% de los votos, ha justificado su golpe de fuerza en una dudosa interpretación del artículo 80 de la Constitución, que permite al presidente tomar “medidas excepcionales” en caso de una situación de emergencia. Ennahda, el primer partido del Parlamento, ha calificado de “golpe de Estado” una decisión que sitúa a Túnez en una crisis constitucional sin precedentes, y a la transición democrática en su momento más delicado.

El inesperado órdago de Saied llega después de una jornada de protestas antigubernamentales que solicitaban la disolución del Parlamento y una profunda reforma del sistema político. En la capital, las protestas, que habían sido convocadas en internet por grupos ciudadanos y no contaban con el apoyo de ningún partido de peso, fueron disueltas por la policía en la capital frente a la sede de la Asamblea Popular. En diversas ciudades, como Susa o Tozeur, los manifestantes irrumpieron en la sede de Ennahda y realizaron destrozos materiales. Desde la Revolución de 2011, Ennahda ha estado en mayor o menor grado presente en todos los Ejecutivos, por lo que es percibido como la quintaesencia del establishment por muchos tunecinos.

Después del anuncio de Saied, retransmitido por la televisión pública pasadas las 21.30, miles de personas salieron a la calle para mostrar su apoyo al presidente haciendo sonar las bocinas de sus coches y ondeando banderas tunecinas. La celebración fue permitida por la policía a pesar de que está en vigor el toque de queda entre las 20.00 y las 5.00 de la mañana, una de las medidas adoptadas por las autoridades para contener la explosión de infecciones de covid-19. Los hospitales del país se hallan desbordados, y muchos de ellos no poseen de suficiente oxígeno para suministrarlo a los pacientes con covid. En un país de 11 millones de personas, las muertes registradas por el nuevo coronavirus oscilan alrededor de las 200.

Fuerzas Armadas

El presidente realizó un discurso muy duro, con un tono desafiante. “Mucha gente ha sido engañada por la hipocresía, la traición y el robo de los derechos del pueblo … Advierto a cualquiera que piense en recurrir a las armas … a cualquiera que dispare una bala, las fuerzas armadas le responderán con balas”, dijo elevando la voz y con gesto muy serio. De momento, el único partido que ha condenado de forma contundente la decisión de Saied es Ennahda. Su líder histórico y presidente del Parlamento, Rachid Ghannouchi, acusó al Jefe de Estado de lanzar un “golpe contra la revolución y la Constitución”. “Consideraos que las instituciones todavía en pie, los seguidores de Ennahda y el pueblo tunecino defenderán la Constitución”, afirmó Ghannouchi a la agencia Reuters. El mandatario también anunció la retirada con efecto inmediato de la inmunidad parlamentaria de todos los diputados “para recuperar la paz social y salvar al Estado y la sociedad”.

Únete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites

Suscríbete aquí

“Estoy muy contenta. Saied nos ha librado de los hermanos de Ennahda. Ya era hora de que actuara”, comenta Jamila, una mujer de mediana edad que caminaba anoche por el centro de Túnez envuelta en una bandera tunecina. “No, no me preocupa que Saied pueda convertirse en un dictador. Hasta Hitler sería mejor que Ennahda”, espeta. Sin embargo, aunque puedan ser minoría, algunos recelan del golpe de fuerza de Saied. “Estoy preocupado. No creo que un golpe de Estado y un presidente que se arroga todos los poderes pueda solucionar los problemas que tenemos”, sostiene sentado en un café semi-abierto Wael, un joven de izquierdas que se implicó a fondo con la Revolución. El cliente de la mesa de al lado lo reprende: “Esto no es un golpe de Estado! Él es el presidente electo!”, proclama, abriendo un debate que, con toda probabilidad, sacudirá el país los próximos días.

Más información

La posibilidad de que el presidente Saied se acogiera al artículo 80 de la Constitución para asumir plenos poderes ya fue sugerida por un asesor en un informe que se filtró el mes de mayo. Entonces, se desató una fuerte polémica, y el presidente se desmarcó de la iniciativa públicamente. Por esta razón, en las horas previas al órdago de Saied, nadie podía prevenir este desarrollo de los acontecimientos.

Crisis tras crisis

El recurso al artículo 80 había sido defendido por algunos seguidores de Saied como una forma de salir de la crisis política que vive el país desde el pasado mes de enero. El conflicto se desató después de que el Jefe de Estado se negará a sancionar el nombramiento de los nuevos ministros en una remodelación del Ejecutivo decidida por el primer ministro, Hichem Mechichi. La Constitución no otorga al presidente la potestad de vetar la remodelación del gabinete, pero ante la ausencia de un Tribunal Constitucional por la falta de quórum en el nombramiento de sus miembros, nadie puede obligarle a hacerlo. Desde entonces, el país vive sumergido en la parálisis política.

La combinación de crisis que arrastra el país -la sanitaria se sumó a la económica, social y política previas- ha disparado el malestar entre la ciudadanía. La elección de Saied, un veterano profesor de Derecho Constitucional sin experiencia política, ya fue producto de la insatisfacción popular y la falta de confianza en la clase política. Dos años después, el hastío de los tunecinos con el Gobierno es todavía mayor, lo que ha abierto una ventana de oportunidad al presidente para asentar su primacía. En parte, el éxito del órdago de Saied dependerá de la reacción del resto de actores políticos y de los países occidentales, cuyo apoyo ha sido fundamental para que el país no caiga en la bancarrota.





Fuente