Cuba se abre al diálogo con Biden y a la inversión privada y Castro carga contra el «triunfalismo» interno en su despedida
El líder del régimen cubano, Raúl Castro, ha decidido dar un paso a un lado y en su último discurso, en el octavo Congreso del Partido Comunista, ha dejado algunas pinceladas de lo que quiere para Cuba en el corto y medio plazo. Castro hizo también autocrítica respecto a la situación interna, centrada sobre todo en «el triunfalismo» de los medios de comunicación a los que acusó de «estridencia y superficialidad». Además, reconoció una mala «comunicación» por parte del partido a la hora de explicar sus decisiones e instó a una «mayor implicación de todas las organizaciones políticas y de masas» en las propuestas.
Por otro lado, Castro se mostró dispuesto a un diálogo «respetuoso» con Estados Unidos tras la llegada de Biden a la Casa Blanca. Cuba quiere «edificar un nuevo tipo de relaciones» tras las «agresiones» que, dice, sufrió el país durante el mandato de Donald Trump. Asimismo, el régimen se abre a la inversión extranjera y privada «sin que ello suponga una ruptura con los ideales de justicia e igualdad». Castro no quiere un cambio de modelo, pero sí busca que el régimen deje atrás, sostiene, «las actitudes de inercia e inmovilismo».
Esos giros que quiere para Cuba, eso sí, mantuvo que se tienen que quedar bajo «el Partido Comunista, que es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado», bajo «los valores del socialismo». Sobre esto, el mandatario aseguró que el sistema de partido único «siempre ha estado en el foco de las campañas del enemigo», con el objetivo, dijo, «de desunir al país».
«Hay límites que no podemos rebasar»
El líder del régimen calificó a quienes tienen estas intenciones de «sacrosanta democracia burguesa» que recurre a la «antiquísima táctica del divide y vencerás». Castro no deja ningún recoveco para un cambio en el sistema político cubano: «Hay límites que no podemos rebasar porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a la destrucción del socialismo«.
Uno de los elementos fundamentales de su discurso fue, como se esperaba, Estados Unidos. Castro hizo una clara diferenciación entre lo sucedido con Trump y lo que espera de Biden. En torno al primero denunció que «no han dejado de financiarse agresiones» desde Washington, que llaman «abiertamente a derrocar la revolución». El régimen pone como ejemplo la campaña, apuntan, desarrollada por la Casa Blanca en las redes sociales para que estas «se conviertan en canales de subversión».
Los estragos del bloqueo económico
«La política contra Cuba, desatada por el anterior Gobierno de Estados Unidos, se reforzó con las duras condiciones de la pandemia», reconoció Castro, que lamentó el «bloqueo económico» en un momento en el que la economía internacional «está cada vez más interconectada». La conclusión que saca el líder es que Cuba está asistiendo a la «despiadada naturaleza del imperialismo».
En cambio, espera que las cosas con Joe Biden se hagan de otra forma. Las relaciones pueden acercarse a los que se vio durante la etapa de Obama, caracterizada por el deshielo. Ahora los demócratas no parece que vayan a llegar tan lejos, pero Castro se abre a conversaciones sin que Cuba «realice concesiones o ceda en la defensa de sus ideales». De hecho, el régimen tendrá en la defensa una de sus prioridades: «La guardia revolucionaria no se descuidará jamás».