cuál ha sido el detonante y qué es lo que está en juego


Las tensiones diplomáticas entre España y Venezuela vuelven a tensarse, esta vez con el presidente Nicolás Maduro llamando a «revisar toda la relación» con Madrid tras una visita de la ministra de Exteriores a un campamento de refugiados venezolanos. Ello ha abierto un nuevo capítulo de polémica entre ambas naciones.

Una relación que Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano, ha calificado de «carrusel». «Lo que ha sido la tónica, y ya llevamos bastantes años en esto, es una especie de carrusel, con altas y bajas permanentes, momento de mayor tensión seguidos de calma», ha señalado el también catedrático de la UNED en una entrevista concedida a 20minutos.

Por su parte, Guillermo Rocafort, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Madrid, considera que España cumple para el Gobierno de Maduro una especie de sparring, «un monigote sacudido por los dirigentes chavistas».

Juan Guaidó y Leopoldo López

No es la primera vez que el régimen de Maduro amenaza con cortar relaciones con España. En 2019, el presidente venezolano consideró hacerlo después de que el Gobierno de Pedro Sánchez reconociera finalmente a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.

Con el paso del tiempo, este reconocimiento ha mermado y en enero la Unión Europea ha dejado de reconocerlo expresamente como presidente del país, dejando en los socios la decisión de seguir respaldando o no la líder opositor. España ha evitado aclarar si sigue reconociendo a Guaidó como presidente y llama a las fuerzas del país a una transición democrática. 

Lo que si ha cambiado es que Madrid no designará nuevo embajador en Venezuela, por considerar que las elecciones presidenciales «no fueron justas». El embajador Jesús Silva será sustituido por un encargado de negocios, una categoría diplomática inferior.

A esa polémica se sumó que en octubre pasado, en plena pandemia segunda ola por la Covid, España acogió al líder opositor Leopoldo López.

La penúltima polémica diplomática ha llegado después de que la UE aprobara nuevas sanciones conrra Venezuela y añadiera a 55 personas a la lista negra por «serias violaciones a los derechos humanos».

Visita de González Laya

La nueva polémica con España ha llegado después de que la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, visitara en la localidad colombiana de Cúcuta un albergue para migrantes venezolanos que han cruzado la frontera en busca de refugio.

Una acción que despertó la irritación de Maduro, que calificó el pasado sábado la visita de la canciller española de «intromisión» en los asuntos internos de su  país y ordenó «revisar a fondo» todas las relaciones entre España y Venezuela.

«Go home, canciller española», dijo Maduro en un discurso televisado. González Laya no ha querido entrar en más polémicas y solo ha exigido «el mismo respeto» en las relaciones bilaterales.

«Por el hecho de visitar un puesto fronterizo de esa naturaleza no comete ninguna injerencia en cuestiones de política interna», estima Rocafont, de la Universidad Europea de Madrid. «Ahí hay un desastre humanitario internacional que también está afectando a Colombia, es un movimiento migratorio de cuatro millones de venezolanos. España no puede estar ajena a cuestiones de política hispanoamericana, históricamente siempre ha sido la madre patria, haría muy mal si se alejara de ese drama humanitario».

Para consumo interno

Rocafort considera que las relaciones entre ambos países pasan por un momento «confuso», con una posición, la española, que no es clara ante la opinión internacional. A ello contribuyen otros factores, como las diferentes sensibilidades que hay en el Gobierno español en torno al tema.

«Hay un vínculo afectivo, político e ideológico entre Podemos y los sectores más duros del chavismo»

«Hay un vínculo afectivo, político e ideológico entre Podemos y los sectores más duros del chavismo», señala, «y se ve que de alguna forma se solapan los intereses partidistas con los generales de España».

El profesor de Relaciones Internacionales considera que Maduro realiza ese tipo de declaraciones en clave de consumo interno, pero sin el afán de romper relaciones con Madrid. 

«Hay una cuestión de consumo interno por parte del presidente Maduro a la hora de agitar a sus bases más radicales», indica. «Hay que recordar que llevamos así varias décadas, desde el famoso ‘¿Por qué no te callas?’ del rey emérito a Hugo Chávez».

De hecho, el profesor espera que estas situaciones se repetirán mientras la situación social y económica en Venezuela se siga deteriorando, pues «lo fácil es atacar a España».

«Si Venezuela recuperara una senda de estabilidad económica, este tipo de ataques perderían razón de ser»

«Si Venezuela recuperara una senda de estabilidad económica, este tipo de ataques perderían razón de ser», menciona. «Es una especie de buscar un culpable en culpas que no son de España, porque si Venezuela está así no es por culpa de España, que de hecho siempre que puede trata de ayudar como cabeza de naciones hispánicas».

Relación económica «limitada»

Pese a las malas relaciones políticas, los dos países siguen manteniendo una sostenida relación económica, aunque «manifiestamente ampliable y mejorable», según considera el ICEX  en un informe.

Según datos del instituto, tan solo en 2019 las importaciones españolas desde Venezuela fueron de 822 millones de euros: el 96% de ellas fueron hidrocarburos. Por contra, España exportó ese año al país 300 millones de euros, también con gran protagonismo de los productos energéticos. 

De hecho, España es el segundo país inversor en Venezuela, solo por detrás de Países Bajos, con una inversión directa bruta que en 2019 era de 60 millones. Más de 100 filiales españolas operan en ese mercado «a pesar de las enormes dificultades», sobre todo en el sector de las telecomunicaciones (con Telefónica al frente) y los hidrocarburos (Repsol tiene varios proyectos en el país e inversiones en conjunto con la empresa estatal de petróleo).  

«Desde un punto de vista económico, la relación entre España y Venezuela es muy limitada, sobre todo si la comparamos con lo que ocurre en otros países iberoamericanos», explica Malamud. «Desde hace muchos años las empresas españolas en Venezuela se han ido, las que pudieron».

Malamud,  recuerda que ya el Banco Santander se deshizo de sus inversiones en el país caribeño, y otras firmas españolas «se quedaron, pero limitando los riesgos», como Telefónica, BBVA o Mapfre. 

«El coste de irse era mayor que el de quedarse, y tienen compromisos con sus miles de trabajadores ahí», indica el investigador, que esta semana presenta en Madrid su nuevo libro El sueño de Bolívar o la manipulación bolivariana.

Otra situación muy diferente es la de Repsol, añade, pues tiene un «negocio que sigue siendo rentable, con muchas comillas», pero su inversión es de una naturaleza diferente.

¿Romperán relaciones?

Los dos expertos consultados con 20minutos consideran que. aunque estamos en una fase alta de ataques hacia España desde Venezuela, las relaciones entre ambas naciones no se llegarán a romper.

«Evidentemente todo es posible en un régimen tan imprevisible como el de Nicolás Maduro, pero no creo que se llegue a ese extremo», señala Malamud. «Ni siquiera con Chávez en los momentos más álgidos de la relación, inclusive después del ‘¿Por qué no te callas?’ se cortaron las relaciones».

Si se llegara a ese momento, en todo caso, «no tendría mayor trascendencia, el nivel de la relación desde el punto de vista de inversiones y comercial está bajo mínimos», agrega Malamud.

Romper los lazos solo tendría consecuencias para Venezuela, que se abocaría a un autobloqueo similar al que vivió Cuba el siglo pasado, indica Rocafort.

Una ruptura dilplomática es una situación que al final afecta a la parte más débil, «Venezuela no está en una situación tan boyante como para tomar una decisión tan drástica», estima Rocafort. «Sería tirar piedras a tu propio tejado, puede lesionar muchos intereses económicos, profesionales y personales. Sería de poca inteligencia diplomática».



Fuente