CJNG: Un dron, explosiones e impunidad: el Cártel Jalisco Nueva Generación exhibe su poder de fuego en Michoacán


Un vehículo del Cártel Jalisco Nueva Generación y un dron forman una renta en el municipio de Aguililla, Michoacán en abril de 2021.Cuarto oscuro

Primero hay una explosión. Fuego. Humo. Inmediatamente, se ve a decenas de personas salir corriendo de lo que parecen ser cabañas escondidas entre los árboles. Otros tres proyectiles caen sobre el pueblo. La cámara amplía el foco y desde arriba se puede ver como las llamas empiezan a consumir un bosque amarillento. El vídeo, de dos minutos y 20 segundos, está grabado desde un dron teledirigido de la Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que también fue el encargado este lunes de desatar los atentados contra las chabolas del municipio de Tepalcatepec, en el estado de Michoacán.

Luego torpe se acerca al fuego; otros sobre los vecinos que huyen despavoridos. En el minuto 1:18 la cámara comienza a girar caóticamente y solo se ven imágenes borrosas, corriendo: los habitantes de la zona han logrado derribar el dron. Así se logró la grabación, según el universal.

No fue el único ataque del día. El grupo delictivo lanzó una ofensiva en diferentes localidades del mismo municipio. En otro video difundido por vecinos, se ve a dos miembros de un grupo de autodefensa local, armados y refugiados, contra el tronco de un árbol. Los disparos de los narcotraficantes resuenan secos a su alrededor. En un momento, uno de los hombres agarra su rifle e intenta devolver el fuego, pero el poder de fuego del CJNG es mucho mayor y se ven obligados a huir. Allí la grabación se convierte en un subidón de adrenalina: se puede ver cómo escapan por el bosque en imágenes distorsionadas y rápidas de ramas y hojas secas. Mientras tanto, el tiroteo retumba de fondo, omnipresente.

El video capturado por la cámara del dron durante el ataque.

La situación se ha vuelto extrema para los habitantes del municipio. La semana pasada, en otro video difundido en redes sociales, se escucha a la alcaldesa, Martha Laura Mendoza, en una reunión pidiendo ayuda desesperada a las autoridades: “En Tepalcatepec ya llevamos cuatro meses de inseguridad. Nadie se vuelve a vernos allí. Todo lo que se habló ahorita es muy bonito, ojalá y se haga realidad. Pero este es el único municipio en el que tenemos más de 3.000 desplazados”. Hace una breve pausa que da seriedad a su intervención y, con tono de voz apremiante, repite: «¡Cuatro meses y nadie voltea a vernos, nadie da una solución!».

Michoacán ha sido zona caliente para los narcotraficantes desde su existencia, aunque en los últimos meses la situación se ha recrudecido en una pugna entre cárteles rivales en la que siempre destaca el nombre del CJNG. De hecho, no es la primera vez que el grupo criminal ataca la región con drones. Se ha convertido en una forma habitual de demostrar su potencia, una potencia de fuego propia de un ejército profesional. La jugada es doble: además de acabar con cualquier oposición, desafiar al estado, a menudo sin respuesta. Tampoco es extraño ver noticias en la prensa local sobre pueblos que se quedan sin policía: los agentes huyen entre amenazas, vencidos por el despliegue de armas de los narcos.

Desde la década de 1990, decenas de grupos de autodefensa quienes cansados ​​de lo que consideraban abandono institucional, decidieron armarse y protegerse de las organizaciones criminales. Entre 15.000 y 25.000 personas integraban estos comandos a partir de 2013, según estimaciones de Romain Le Cour, coordinador del programa de seguridad Evalúa México, quien realizó una profunda investigación sobre este fenómeno. El resultado final fue como añadir más pólvora a una bomba con una mecha demasiado corta: la violencia se multiplicó.

Las masacres se desarrollan con total impunidad en Michoacán, un estado que no llega a los cinco millones de habitantes, pero en cuyos límites se acumulan algunos de los registros más oscuros de México. Es una de las regiones con más asesinatos: en promedio, siete personas son ejecutadas al día; solo de enero a octubre de 2021 se han registrado 2.234 homicidios, según El Sol de Morelia-. Desde 1964 han desaparecido 4.242 personas según datos oficiales, pero la realidad se vuelve más grave cuando se tiene en cuenta que de ellos, 952 se han producido en el último año.

Sus habitantes se han visto obligados a acostumbrarse a dosis de extrema violencia en un territorio donde el brazo del Estado no alcanza. asesinatos, cuerpos abandonados en zanjas o colgados de puentes, Oficinas institucionales arrasadas con bombas molotov o secuestraron a jugadores profesionales de baloncesto—aunque en este caso, luego apareció un árbol vivo y atadoson solo algunos de los últimos episodios. Y de fondo, siempre omnipresente, el CJNG, con un poder de fuego cada vez mayor y sin miedo a presumirlo con impunidad.

Suscríbete aquí a Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe todas las claves informativas de la actualidad de este país



Fuente