Carlos Boyero: Dinero | televisor

El epígrafe de la tan necesaria columna publicada en este diario por mi amigo Álex Grijelmo se titula La punta de la lengua. No se escandalice, nada que ver con la pornografía, sino con las perversiones, bagatelas, agujeros, deformaciones y mentiras que se pueden manifestar a través del lenguaje. Recurro a la sabiduría de las palabras que atesora Álex cuando confieso que no entiendo lo que tantos artículos intentan expresar, que el cansancio o el estupor me hace abandonarlos después de las diez primeras líneas. Y sobre todo, explícame qué diablos pretenden decir la mayoría de la clase política cada vez que abren su boquita predecible, actual, surrealista, pero también incomprensible. Cuando me lo explica, que es complicado, pero también cómico, llego a la conclusión de que nada es nadar, o que detrás de los eufemismos, como siempre, intentan estafarte.

Viendo la televisión horripilante y tortuosa, veo el incesante desfile de víctimas ofreciendo sus innumerables testimonios. Narran las injusticias que sufren y aparecen multitud de víctimas, asociaciones, gremios y sindicatos. Todos supuestamente humanistas, vengativos con ilimitada conciencia social. Sospecho que el reclamo cristalino de tantos luchadores por la justicia, la reparación moral y la condena a los abusadores se reduce básicamente a: «¿Y el mío?». y «enséñame la pasta y cortaré el rollo». Aseguran desde los antepasados ​​de la humanidad que, con dinero, las penas son menores.

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