Biden recibe a Merkel con la mirada puesta en China y Rusia | Internacional

Washington y Berlín abren este jueves una nueva etapa de su relación con la visita de la canciller alemana, Angela Merkel, a la Casa Blanca. Se trata de la primera con Joe Biden como presidente de Estados Unidos y, muy probablemente, la última de Merkel al frente de la gran potencia europea, pero, a pesar de esa sensación de eventualidad, el marco en el que ambos países se van a desenvolver ha quedado dibujado. Sin las tiranteces de trato de su predecesor, el republicano Donald Trump, Biden aprovechará el encuentro para pedir a Alemania más mano dura ante China y para reiterar su preocupación por el proyecto de oleoducto Nord Stream 2, que aumentará notablemente la dependencia energética de los germanos respecto a Rusia.

Merkel, de 66 años, y Biden, de 78, se sentaron en el Despacho Oval pasadas las dos de la tarde (hora de Washington) y se dedicaron palabras cordiales. El presidente estadounidense, que recordó sus citas previas en la cumbre del G7 y la OTAN el pasado junio, calificó a la canciller de “amiga personal” y “amiga de Estados Unidos”. Merkel, por parte, expresó su deseo de “profundizar la relación de nuevo”. Merkel ha trabajado con hasta cuatro Administraciones: las de dos republicanos George W. Bush (2001-2009) y Donald Trump (2017-2020); y las de dos demócratas, Barack Obama (2009-2017) y Joe Biden, que comenzó en enero. Con ninguna mantuvo una relación tan agitada como con Trump, pese a los desencuentros con Bush sobre la guerra de Irak y sobre la prisión de Guantánamo.

La jornada comenzó con una de esas imágenes que reflejan la evolución de la historia. Merkel fue recibida por la vicepresidenta, Kamala Harris, en el Observatorio Naval, la residencia oficial de los números dos del Gobierno de los Estados Unidos. “Estoy encantada por esta oportunidad de reunirme con la primera señora vicepresidenta de los Estados Unidos de América y creo que cooperaremos muy bien a la hora de impulsar nuestros valores”, dijo la canciller. Un instante antes, Harris le había dado la bienvenida destacando su “extraordinaria carrera”.

Fuentes de la Casa Blanca se afanaron el miércoles en recalcar que uno de los principales objetivos de Biden en esta reunión bilateral es expresar a Merkel “gratitud” a la canciller por su liderazgo “en Europa y el mundo” a lo largo de los 16 años de su mandato, que terminará con las elecciones alemanas de septiembre, y resaltar que ha sido una “verdadera amiga” de Estados Unidos.

No hay que esperar esta vez que el presidente norteamericano califique a Alemania de “cautiva” de Rusia, como hizo Trump hace tres años en una cumbre de la OTAN sentado a la vera de la propia Merkel. Pero el controvertido oleoducto que va de Rusia a Alemania —pasando por Ucrania— sigue preocupando en Washington y así se lo expresará el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Biden decidió dejar sin efecto las sanciones relativas a esta infraestructura para dar una oportunidad a la diplomacia trasatlántica en la búsqueda de una solución, pero nadie esperaba esta semana en Washington que este jueves se pudiese anunciar algún acuerdo. La primera muestra del cambio de ciclo en la política hacia Berlín fue la decisión de parar la retirada de los 12.000 soldados estadounidenses desplegados en suelo alemán, que había dispuesto Trump como castigo por lo que calificaba de bajas contribuciones a la OTAN.

Los retos del cambio climático y la expansión de las vacunas contra la Covid-19 en el mundo también forman parte de la agenda de la reunión. Si en lo primeros Estados Unidos y Alemania se encuentra alineados, en el asunto de las vacunas Biden sorprendió a Europa el pasado abril defendiendo la liberalización de las patentes de las vacunas, algo que Merkel, entre otros líderes, rechazaron por el peligro a la capacidad de creatividad e innovación que supone. La canciller emplazó a Biden a impulsar la exportación de vacunas, algo que la Unión Europea sí hacía y, en cambio, Estados Unidos no había comenzado.

Tampoco Estados Unidos y Alemania, primera y cuarta economía del mundo, respectivamente, observan con los mismos ojos el ascenso y la competencia de China. Biden se ha expresado con dureza ante la escalada autoritaria de Pekín, sus prácticas comerciales “coercitivas e injustas” y los abusos a los uigures y otras minorías en la provincia de Xinjiang, entre otros asuntos. En junio, la cumbre de líderes de la OTAN se alineó con el estadounidense y elevó el tono al identificar a China como un “desafío sistémico”. Pero tanto la canciller como otros líderes europeos es mucho más cauta que el estadounidense ante el gigante asiático, no de sus grandes socios comerciales.

El presidente también abordará con Merkel los retos que plantea Rusia y, en especial, las crecientes amenazas a la ciberseguridad. Washington ve responsabilidad en Moscú no solo por las operaciones de espionaje informático que atribuye al Kremlin, sino por la actividad de cibercriminales que se dedican a penetrar en sistemas de empresas para secuestrar la información y pedir rescates económicos por devolverlo (ataques ransomware).



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