Bailar como Beyoncé en el patio de la cárcel: así ha roto internet el nuevo vídeo de Lil Nas X | Actualidad | ICON

“Cada vez que alguien comenta ‘Lo hemos pillado, eres gay’ me vuelvo un 10% más gay”, tuiteaba Lil Nas X poco después de lanzar el Industry baby el vídeo que ha volado la cabeza a medio planeta (tres millones de visitas desde su estreno, hace siete horas). Y eso que, como ha comentado en alguna ocasión, nunca pensó fuera capaz de salir del armario. Por suerte, crecer en el siglo XXI en una pequeña comunidad conservadora de Georgia no es haberlo hecho en el siglo XX, y aunque quede mucho por hacer, un smartphone y una conexión a internet pueden abrir la mente, sobre todo si se usan con criterio.

Lil Nas X sabe que es el rey de la viralidad. Creció haciendo memes, llevando una cuenta parodia de Niki Minaj y se hizo famoso hace tres años con Old Town Road, una canción country que se hizo famosa a través de uno de esos retos de Tik Tok y con la que ganó dos premios Grammy. Pero también sabe que se puede ser el amo de Internet, tener una legión de seguidores y seguir siendo víctima de un sistema injusto: pese a ser la segunda canción más vendida de 2019, Old Town Road fue retirada de la lista country de Billboard por “no cumplir con los parámetros del género”, unos parámetros que muchos entendieron como racistas.

Fue entonces cuando decidió hacer pública su homosexualidad, denunciando, de paso, la homofobia que sigue imperando en la industria musical estadounidense en general y en el mundo del hip hop en particular. Pero cuando sacó Montero a principios de este año Lil Nas X pasó de ser un miembro aventajado de la Generación Z (hasta ahora, tiene solo una decena de temas en el mercado) a convertirse en una especie de ídolo del nuevo activismo, ese que mezcla las experiencias personales con la pericia para captar el pulso digital del momento. El vídeo de Montero, además de una confesión (Montero es su nombre de pila) es una fantasía queer en la que el artista coquetea con el mismísimo diablo, una de esas producciones que obnubilan y hacen sentirse muy viejos a los treintañeros, un manifiesto visual y político que supera los 300 millones de visionados en YouTube nueve meses después de su estreno y del que Lil Nas X supo hacer caja, obviamente, porque si algo hemos aprendido en estos últimos años es que el activismo no está reñido con el (buen) marketing.

De la fama de Montero nació el carísimo entramado de merchandising que el artista orquestó para seguir en la brecha: unas zapatillas Nike Air Max customizadas o, mejor dicho, satanizadas, por el colectivo artístico MSCHF, que se vendían con una gota de sangre: 666 pares a más de mil euros. Nike pronto se desmarcó del invento y denunció a Lil Nas X la pasada primavera. Ahora, a punto de celebrarse el juicio, el rapero lo ha convertido en una nueva obra maestra, Industry Baby, quizá el vídeo musical más interesante de los últimos tiempos.

Si a Lil Nas X lo metieran en la cárcel por plagiar a Nike, denunciaría en cuatro minutos el racismo estructural norteamericano y la homofobia que subyace a la escena hip hop desde hace medio siglo. Limpiaría sus Grammys en la celda, dando a entender que el éxito de ciertas personas no los aleja de las injusticias institucionales, vestiría un uniforme carcelario rosa y hackearía el logo de las Jordan hasta convertirlo en el de un club de striptease típico. Puede parecer un detalle menor, pero la todavía patriarcal cultura del rap basa parte de su indumentaria en el uniforme carcelario (la amplitud de sus prendas es una reivindicación implícita del doble rasero legal estadounidense) y en una actitud provocadora y desafiante que no deja entrar un ápice de sensibilidad a su estética.

Si a Lil Nas X lo metieran en la cárcel seguiría literalmente los pasos de baile de Beyoncé, borrando por fin las barreras mentales entre los videoclips de R&B femenino y masculino. Todos sabemos cuáles son. Aunque, por si quedaba alguna duda, pondría a un rapero blanco, Jack Harlow, a azotar a una exuberante policía, redundando en el estereotipo para subvertirlo.

Pero, sobre todo, si acabara entre rejas, cumpliría con todos y cada uno de los estereotipos del mito carcelario, ese relato profundamente homófobo instalado desde tiempos inmemoriales en el imaginario colectivo y en el que un puñado de hombres “muy heterosexuales” se dejan ‘profanar’ porque no pueden reprimir sus pulsiones sexuales: se le caería el jabón, rozaría de forma casual a sus compañeros, fantasearía con los fornidos policías blancos. De hecho, en el tráiler que precede al video, el artista filma su propio juicio, con un juez que “casualmente” llama por teléfono a su joven amante femenina (ejem) segundos antes de dar su veredicto y que termina acusándolo, simplemente, “de ser gay”. Un gay negro en una cárcel, con todo lo que eso conlleva no solo en la vida real, también en la mente de cualquiera.

Para ahondar en la homofobia y el machismo que vertebran el entorno del hip hop solo hace echar un vistazo en Google o ver el documental Beyond Rhymes and Bites (2006), en el que el activista Byron Hurt entrevista a varios popes del género llegando a conclusiones controvertidas. Curiosamente, fue Kanye West (que no por casualidad coproduce Industry Baby) uno de los primeros en alzar la voz contra las lacras que arrastra la escena en una reveladora entrevista en MTV en 2005. Fue él también quien rompió, al menos para el mainstream, con la estética tradicional del rap, abriendo por fin el imaginario de los músicos a firmas y estilos menos masculinos. Lo que quizá no sabía Kanye West es que Lil Nas X, su alumno más aventajado, acabaría por robarle protagonismo: West acaba de publicar Donda, su nuevo álbum. Pero a internet ya no parece importarle después de haber visto el clip de Lil Nas X. Y si hay algo que Kanye detesta, además de la ropa barata, es que le roben el protagonismo.

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