Arabia Saudí y Emiratos Árabes aparcan sus diferencias y la producción de petróleo aumentará desde agosto | Economía


El ministro de Energía de Arabia Saudí, Abdulaziz bin Salman Al-Saud, durante una reunión de los países exportadores de crudo, el año pasado.Handout . / Reuters

Las tensiones que mantenían atascada la producción de petróleo empiezan a disiparse. Los países exportadores han alcanzado este domingo un acuerdo para aumentar la producción de crudo en 400.000 barriles diarios a partir de agosto, según han informado en un comunicado. Ante la fuerte escalada de los precios, en máximos de más de tres años, los representantes de la OPEP ampliada u OPEP+ habían acordado mantener este domingo una reunión por videoconferencia para tratar de reabrir el grifo de la oferta, bloqueado por las diferencias entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, y las conversaciones han dado resultado.

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Para evitar salir del encuentro telemático con un nuevo fracaso, ha habido que cuadrar equilibrios. Según Bloomberg, el acuerdo contempla cuotas de producción más altas para los Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait a partir de mayo de 2022. En el texto difundido a los medios, los países exportadores afirman haber tomado nota “del fortalecimiento continuo de los fundamentos del mercado, con la demanda de petróleo mostrando claros signos de mejora, y de la caída de las existencias de la OCDE, mientras la recuperación económica continúa en la mayor parte del mundo gracias a la aceleración de los programas de vacunación”.

Sobre el papel, el aumento de la oferta en dos millones de barriles adicionales de aquí a final de año debería aliviar la presión sobre el precio del barril de petróleo, que en los últimos días ha llegado a superar los 75 dólares tanto en el caso del West Texas estadounidense como en el Brent europeo, con una revalorización cercana al 70% en un año, en el caso de este último. Ese incremento se ha trasladado a los precios del combustible. La gasolina superó en España esta semana los 1,40 euros por primera vez en los últimos siete años. El encarecimiento llega justo cuando muchos han necesitado del coche para trasladarse a destinos vacacionales o están a punto de necesitarlo, en una temporada de verano atípica donde el turismo nacional está primando por encima del internacional debido a las restricciones y el temor a los contagios.

La subida de la energía está siendo el gran elemento perturbador de los precios. En Estados Unidos, la inflación se situó en junio en el 5,4%, su nivel más alto desde 2008, y en la zona euro está en el 1,9%, cerca de máximos de tres años, por lo que ambos bloques estaban muy interesados en que el acuerdo se hiciera realidad, por su potencial para desinflar los precios de la energía. Tanto es así, que incluso el presidente estadounidense, Joe Biden, instó a los países exportadores a actuar conjuntamente —en referencia a las hostilidades entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes—. Y un portavoz de la Casa Blanca aseguró que estaban “siguiendo de cerca las negociaciones y su impacto en la recuperación económica mundial”, y manteniendo contactos para hallar una solución que permitiera aumentar la producción.

Está por ver hasta qué punto el movimiento del cartel de países petroleros puede servir para cubrir el aumento de la demanda derivada de la potente recuperación económica en marcha y aliviar también la presión sobre los bancos centrales, a los que cada vez más voces instan a subir los tipos de interés para contener el alza de los precios. Un paso delicado por su potencial para dañar la recuperación, y especialmente perjudicial para los países más endeudados que dependen de obtener financiación barata en los mercados.

El año pasado, la OPEP+, que incluye a aliados como Rusia, acordó reducir la producción en casi 10 millones de barriles diarios debido al hundimiento de la demanda por la pandemia. Tras el tijeretazo, quedó en unos 90 millones de barriles, aunque buena parte de ese recorte ha ido recuperándose conforme pasaban los meses y las restricciones se suavizaban. El descenso ronda ahora los 5,8 millones de barriles.

Los detalles de cómo ha sido el tira y afloja para pulir las diferencias entre Emiratos Árabes y Arabia Saudí no han trascendido. El ministro saudí de Energía, Abdulaziz bin Salman, eludió concretar los términos del pacto. “¿Por qué debería divulgarlo? Esto es un arte y lo mantenemos entre nosotros. Lo llamamos secreto de estado. La construcción de consensos es un arte”, zanjó preguntado por los medios al término de la reunión. La brecha entre ambos países, tradicionalmente aliados, incluso hizo temer una fractura en el seno de la organización de países exportadores, lo cual habría tenido repercusiones inciertas sobre la economía mundial, siempre con un ojo puesto en dicho organismo para enfrentar los desajustes entre oferta y demanda de energía.



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