Alegrón con el mínimo | Deportes

Mientras espera a que todos sus futbolistas alcancen la velocidad de crucero, el Atlético de Madrid no deja de ganar. El Al Elche lo controló con lo justo, un 1-0 en un duelo que en otro momento lo ahogaría. Pero el de las pupas ya apenas se parece a una leyenda de un equipo que se ha rebelado contra su propia historia y ha alcanzado una solvencia que demuestra el hecho de haber ganado sus últimos siete partidos en casa. Si alguna vez hubo alguna duda sobre la influencia de su nuevo estadio en el rendimiento del equipo en casa, basta con apreciar la de los últimos 31 partidos de Liga disputados en el lateral de la M-40, el equipo que manda. Diego Pablo Simeone Apenas ha caído uno (ante el Levante el pasado mes de febrero).

Ahora, como todos, el Atlético por fin puede sumar a los valores de su plantilla el de su gente, que no es poca cosa, y menos en su caso. El campeón volvió al Metropolitano y lo hizo con su afición, casi 25.000 colchoneros que más de 500 días después dieron su apoyo al equipo, que vibró con la oferta del trofeo de campeón de liga y fueron conmovidos por un violinista que tocó el himno del club para recordar a los 379 miembros del club que perdieron la vida en la pandemia. 379 rosas rojas y blancas presidieron un partido con más valores emocionales que el fútbol. Quizás era hora de que los primeros se exhibieran más que los segundos.

No importó que el Atlético tardó 38 minutos en generar una ocasión de gol. En el primer tiempo, marcó y ahí se acabó el partido porque el Elche, honesto y trabajador, empezó y acabó en ataque en el esfuerzo de Lucas Boyé, que allí echó el ancla en desigual suerte contra los tres centrales que alineó Simeone. .

«No les dejemos cambiar de velocidad», gritó el técnico del Elche, Fran Escribá, durante el primer parón de hidratación del partido. Su equipo había degradado el inicio entusiasta del Atlético e incluso manejaba el balón con cierta comodidad; sin profundidad, pero tranquila. El Atlético fue buscado durante largos minutos y no fue encontrado hasta que De Paul encontró continuidad. Titular, tras un breve debut en la jornada inaugural, el centrocampista argentino entró en el once como único cambio respecto al equipo que ganó en Vigo. Requirió la sanción de Mario Hermoso, por lo que Cholo retrasó a Kondogbia, uno de los apoyos del equipo en tiempos de piernas duras, al rol de central zurdo y repartió el medio campo entre Koke y su nuevo refuerzo.

De Paul le dio aplomo al Atlético porque no solo trabaja en una amplia gama de terrenos, sino que también tiene la clase para buscar pases profundos, de esos que duelen. Uno de ellos rompió una cerilla que languidecía. Buscó a Correa, que no paró de tirar marcas y lo encontró después de que el portero Kiko Casilla perdiera su ventaja en un arranque rotundo y fallido. Allí apareció un tipo confiado, que ya ha marcado tres goles en dos partidos. Correa ya no es tímido. Con el portero superado, el balón se colocó con el talón para abrir el ángulo y superar la oposición de Bigas con un disparo con el exterior del pie derecho. Categoría.

Control local

Escriba lo sospechaba. El Atlético apenas pisó el acelerador y dejó atrás al Elche. Ya en ventaja, todo volvió a cierta inactividad. El transcurrir de los minutos mostró al Atlético más afín a su ortodoxia, al que no le importa retirarse incluso ante un modesto para esperar sus opciones en los espacios. En otros campos se le pide más al grande, control, dominio, se le exige un tipo de superioridad más evidente. Quizás uno de los secretos del Atlético es que su gente sigue la línea del equipo, entiende y jalea con su plan de juego.

El lugar no fue expuesto. Las maniobras desde los bancos introdujeron nuevos matices al juego. Llorente, que arrancaba por el carril derecho, avanzó su posición con la entrada de Trippier y su equipo renovó la codicia sin balón. Elche metió a Benedetto en el partido, su último refuerzo para el liderato. En el primer balón que tocó, reclamó a Oblak, casi inédito, con un disparo lejano.

Quería Elche. Intentó crecer en el juego, pero entre sustituciones e interrupciones apenas se jugó durante el último cuarto de hora y el Cholo, por fin, supo arengar a la grada como en tiempos menos oscuros y el clack respondió como en las grandes ocasiones. . Así que cuando el Elche quiso abrir la puerta, el Atlético la había cerrado durante mucho tiempo, como en los viejos tiempos. Y Simeone saltó al vestuario. También como antes de la pandemia.

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