A fondo | El aumento de la violencia y los tiroteos dispara las alarmas en EE UU: «El derecho a portar armas ha llegado a unos extremos inauditos»


Estados Unidos ocupa el octavo lugar en la lista de países y territorios con tasas más altas de homicidios por arma de fuego. Pero si la lista solo se circunscribe a las naciones desarrolladas con más de 10 millones de habitantes, el gigante norteamericano se pone primero, según un estudio reciente, Se calcula que cada día muere un centenar de personas en hechos relacionados con ese tipo de armas.

El año pasado, el país marcó un récord en muertes con arma de fuego: 43.550 fallecimientos. Y tan solo en lo que va de año ya se han producido 156 tiroteos masivos.

¿Por qué hay tantos tiroteos en EE UU? «Es una respuesta compleja por la naturaleza de la sociedad norteamericana», señala a 20minutos Daniel Blanch, profesor de la Saint Louis University Campus Madrid y especialista en política exterior de EE UU. «Desde sus comienzos, en Estados Unidos se ha valorado la posesión de armas de fuego como un derecho. La Segunda Enmienda de la Constitución establece el derecho a portar armas». 

DANIEL BLANCH

DANIEL BLANCH

  • Profesor de Saint Louis University Campus Madrid,

Experto en Política de EE UU e investigador sobre teorías de la democracia en EE UU

El problema es que se trata de un texto legal con más de 200 años de antigüedad y no contemplaba situaciones como las que se están dando en la actualidad. con un sistema que permite al ciudadano hacerse con un arma sin mayores dificultades. 

«La complejidad es importante, el derecho que creen los estadounidenses que tienen para portar armas ha llegado a unos extremos inauditos», señala Blanch.

Sin consensos para una ley

El goteo de tiroteos es continuo y se ha llegado a niveles dantescos, como la matanza del instituto de Columbine en 1999, cuando dos jóvenes asesinaron con armas de fuego y un elaborado plan a 13 estudiantes y un profesor, o la tragedia de Sandy Hook de 2012, en la que un joven armado mató en un colegio de Connecticut a 20 niños y 6 adultos, 

Pese a ello, los reiterados intentos de aprobar leyes para aumentar el control de armas se han estrellado contra un muro en el Senado y la Cámara de Representantes. Uno de los actores en ese rechazo es el poderoso lobby de la industria armamentística, cuya cabeza visible es la famosa Asociación Nacional del Rifle.

CARLOTA GARCÍA ENCINA

Carlota García Encina

  • Investigadora principal de EE UU y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano

Carlota García Encina, investigadora principal de EE UU y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano, añade que sobre este tema existe «una especie de absolutismo» en la política estadounidense. «En cuanto surge una ley que quiera acotar el uso, en determinadas ocasiones y personas, de las armas, se ve como una violación a la Segunda Enmienda. Por eso a veces es tan difícil que en EE UU haya una reforma de calado».

«En cuanto surge una ley que quiera acotar el uso, en determinadas ocasiones y personas, de las armas, se ve como una violación a la Segunda Enmienda»

«Hay temas en los que hay cierto consenso entre republicanos y demócratas, pero el Senado sigue muy dividido y polarizado», destaca la investigadora. «Por ahora, lo que el presidente Biden ha hecho es sacar una serie de órdenes ejecutivas, que otra administración puede revocar cuando él se vaya. Todavía no se ha conseguido ese acuerdo entre republicanos y demócratas para sacar adelante ciertas leyes, pero ése es uno de los objetivos de esta Administración»

Blanch recuerda que, durante la Administración Clinton, fue aprobada en 1993 la ley Brady, que debía su nombre al exjefe de prensa de la Casa Blanca que se quedó paralítico tras recibir una de las balas que iban dirigidas contra el presidente Ronald Reagan en el atentado perpetrado en 1981. 

Entre otras cosas, esa legislación limitaba el acceso a las armas de asalto y demoraba cinco días la venta de un arma mientras se investigaban los antecedentes del comprador. «Pero esa ley no ha tenido desarrollo», indica el experto. «Ha pasado el tiempo y se ha vuelto a permitir todo tipo de armas, incluso de asalto». 

«Controles variopintos»

«En todo caso, los controles son muy variopintos», considera. «Hay ciudades que establecen ordenanzas para limitar el uso y posesión de armas, pero a lo mejor la ciudad de al lado lo permite. Entonces tener un control sobre el tipo de armas que tiene la gente es complicado».

Además, hay menos policías para controlarlas. La pandemia y las polémicas por los casos de brutalidad policial han impulsado un movimiento, Defund The Police, que aboga por quitar fondos a la Policía y a al equipamiento de los cuerpos de seguridad para dedicarlo a cuestiones sociales.

«El asalto al Capitolio de enero es un ejemplo de esa mentalidad de que si algo te frustra, puedes salir con tus armas a protestar»

«A eso habría que añadir la situación social que dejó el anterior presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que fomentó una mayor agresividad», apunta. «El asalto al Capitolio de enero es un ejemplo de esa mentalidad de que si algo te frustra, puedes salir con tus armas a protestar, se han visto muchos casos en el último año».

Acumulación de problemas

García Encina, del Instituto Elcano, admite que detrás del récord de muertes por arma de fuego en 2020 puede estar también la situación creada por la pandemia en EE UU y otros países. La frustración por el desempleo, el estrés por las pérdidas personales, un incremento en el consumo de drogas y alcohol, la dificultad para obtener recursos, el aumento de casos de violencia doméstica… Y a todo ello se suma la facilidad para conseguir un arma.

Y es que al uso de las armas y la pandemia se ha venido a sumar el caso de George Floyd, que ha dejado al descubierto otros dos problemas sistémicos en EE UU: el racismo y la brutalidad policial. «Son tendencias muy asentadas en el país que no son fáciles de evaluar, están interconectadas y las hemos visto de golpe en el último año», señala la experta.

Pero tanto ella como Blanch se muestran optimistas sobre la esperanza de que la llegada de Joe Biden impulse ahora sí un cambio en el control de armas de fuego.

«Por ejemplo, en las elecciones de medio mandato de 2018, por primera vez los grupos a favor del control de armas donaron a las campañas más dinero que la Asociación Nacional del Rifle», recuerda García Encina. «Hay un mayor apoyo de los norteamericanos a que haya cierto control en el uso de las armas de fuego». 



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