Talentos que emigran


Los chinos se dieron cuenta de que mantener un estricto control político no es fácil en economías que funcionan con cierto grado de libertad. En esas condiciones, las reacciones ante las decisiones gubernamentales pueden tener consecuencias tales como inflación, desabastecimiento, desempleo, devaluación o desinversión, ninguna de ellas del agrado de las autoridades. Por eso los gobernantes chinos se empeñaron en someter las empresas más importantes a sus lineamientos.

Los rusos están viendo que el enorme poder político de su presidente, suficiente para sostener una operación militar durante meses en un país vecino, está causando reacciones que el gobierno desearía evitar. En tiempos soviéticos, cuando los contactos externos eran muy restringidos y sólo unos pocos podían viajar fuera del país, las penurias resultantes de las ineficacias y arbitrariedades del sistema no se reflejaban en forma de salida de personas o capitales. Ahora es distinto.

Reportes de agencias y asociaciones rusas, algunos de ellos conocidos por el parlamento ruso, indican que está ocurriendo un alarmante éxodo de personal calificado, muy especialmente de profesionales vinculados con tecnología informática e inteligencia artificial. El declive de la pandemia trajo consigo un incremento en los viajes al extranjero, por motivos turísticos o de negocios, efecto éste que fue siendo reemplazado por salidas con motivos laborales, ambos inicialmente fueron confundidos.

De acuerdo con las estadísticas oficiales, más de cuatro millones de personas viajaron fuera de Rusia en el primer cuatrimestre de este año, figuran entre ellos investigadores científicos, expertos informáticos, periodistas, analistas médicos y técnicos en comunicaciones. Las motivaciones mencionadas para salir permanentemente incluyen las sanciones impuestas al país, el temor a la conscripción militar obligatoria, la pérdida de contratos extranjeros para trabajo remoto, restricciones a la libertad de expresión y pesimismo acerca del futuro.



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