La inactividad se llevó los millones invertidos en los aeródromos domésticos


Atrás quedaron los días en los que el piloto e instructor de vuelo Pedro Luis Aguasanta veía un dinamismo de pasajeros en los aeródromos de Arroyo Barril y el Portillo, ambos en Samaná. Los turistas eran trasladados desde estas instalaciones para ver las ballenas jorobadas en la bahía y otros atractivos de la zona este. Pero ese flujo aéreo ya es limitado y selecto.

“Había muchos negocios para la captación de turistas, restaurantes, zonas de actividades, de venta, y en ese entonces, al no estar tan habilitadas las autovías, había mucho flujo de aviación local, con turistas como con no turistas”, recuerda Aguasanta.

Desde la década de 1950, en la República Dominicana se han construido siete aeródromos para vuelos domésticos: Arroyo Barril y el Portillo (Samaná), Cabo Rojo (Pedernales), Expedición 14 de Junio (Constanza), La Aviación (Dajabón), Osvaldo Virgil (Montecristi) y Cueva de las Maravillas (San Pedro de Macorís). Además, hay 20 pistas para fumigación agrícola.

Navegue por el siguiente mapa para conocer la ubicación de estas terminales y más detalles:

Según reportes dados a Diario Libre por el Departamento Aeroportuario y el Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), estas entidades, más la Fuerza Aérea de República Dominicana, se distribuyen la administración de los aeródromos domésticos, excepto el de Arroyo Barril (concesionado) y el Portillo (cerrado).

Sus explanadas pasan días y hasta semanas sin recibir aeronaves. Por esa baja operatividad, el de Constanza, enclavado en la cordillera Central y relanzado en 2007 a un costo de RD$90 millones, se convierte en una “pista de atletismo”, cuando temprano en la mañana y caída la tarde, decenas de lugareños lo aprovechan para ejercitarse.

De acuerdo con los datos oficiales suministrados a Diario Libre, el ubicado en Dajabón atendió 119 operaciones de vuelo en 2019 y 29 entre enero-julio de 2020. En este aeródromo, de flujo reducido, el Gobierno gastó en el presente año RD$16.9 millones para construir 4,475 metros lineales de verja perimetral, levantada en block, concreto y malla ciclónica.

“Anualmente sobrevuelan el océano Atlántico cerca de 40 mil aeronaves privadas o comerciales regionales con destino al Caribe insular, y no llegan a República Dominicana por no contar con las facilidades necesarias en nuestros aeródromos”, reconoce el director del Departamento Aeroportuario, Víctor Pichardo. Cita entre las principales carencias la falta de combustible de aviación en varias de estas terminales.

En la reciente década, el Gobierno ha anunciado en distintos escenarios la promoción y relanzamiento de los aeródromos domésticos para reforzar la oferta turística local.

El año pasado, el entonces director del Departamento Aeroportuario, Marino Collante, promovió la aviación privada a las autoridades de Bahamas durante una feria turística en Florida, Estados Unidos. Aseguró que el país cuenta con suficientes estructuras para recibir más aviones porque tiene aeródromos en todas las regiones.

Pero el pasado presidente de la Asociación Nacional de Pilotos, Elvio Carrasco, no lo considera tan simple. Observa que los procesos burocráticos de seguridad y permisos en las terminales tornan engorrosa la práctica de la aviación recreativa.

“Los procedimientos en la República Dominicana en nada incentivan ni motivan a ese tipo de aviación que viene de otros países con la intención de estar aquí más de dos o tres días”, dice Carrasco.

Calcula que una operación de vuelo doméstico que tome 35 o 45 minutos en el aire, necesitaría una hora y media para solo acceder a la aeronave en la terminal. Por esto, entiende que se deberían determinar áreas para operaciones locales en los aeropuertos internacionales con el fin de cumplir los protocolos, pero motivando la aviación privada y deportiva.

“No es justo que una persona que tiene un avión, que hace una inversión de 400,000 hasta 1 millón de dólares, tenga que someterse a chequeo tedioso cuando quiere simple y llanamente salir en su avión hacia Montecristi o Cabo Rojo con su familia”, apunta.

Además de las carencias, la burocracia y las modernas autovías, la cercanía de aeropuertos internacionales también se tornó en competencia para los aeródromos domésticos.

En febrero de 2008, el entonces presidente Leonel Fernández inauguró en San Pedro de Macorís el aeródromo próximo al monumento natural Cueva de las Maravillas, con una inversión de RD$80 millones. La pista, colocada en paralelo a la Autovía del Este, tiene 344.29 metros de largo.

“Este aeródromo tiene como propósito principal movilizar el turismo nacional y extranjero de las diferentes áreas del país para conocer la Cueva de las Maravillas y los sitios turísticos de la región este”, dijo en ese entonces Andrés Van der Horst, cuando dirigía el Departamento Aeroportuario.

Sin embargo, el aeródromo está a solo 25 minutos del Aeropuerto Internacional de La Romana, que recibe vuelos turísticos y le ha hecho sombra.

En 2010, apenas dos años después de la inauguración, el Departamento Aeroportuario y el IDAC acordaron usar la pista como centro de entrenamiento de la Academia Superior de Ciencias Aeronáuticas (ASCA) del IDAC.

Hoy día, la pista está rodeada de matorrales, luce abandonada y es cuidada por dos hombres que resguardan la entrada de la Cueva de las Maravillas.

La gloria de los aeródromos de Arroyo Barril y el Portillo, en Samaná, también les fue quitada por otra terminal internacional ubicada a unos 30 kilómetros de cada uno: el Aeropuerto Internacional Presidente Juan Bosch en el Catey.

Fue en 2012 que el Aeródromo José Paiewonsky (el Portillo) -de capital privado- cesó las operaciones que desarrollaba desde la década de 1970. Los promotores dijeron en 2013 a Diario Libre que el lugar dejó de ser rentable cuando se construyeron la autopista de Samaná y el aeropuerto en el Catey.

Estimaron que en el Portillo se movían unos 55,000 pasajeros por año, pero cuando se cerró la pista, la cifra era apenas de unos 5,000.

El de Arroyo Barril fue puesto en operación por el Estado en 1994 como aeropuerto internacional. Fue concesionado en el año 2000 y hasta 2030 a Aeropuertos Dominicanos Siglo XXI (Aerodom).

Fue por las limitadas dimensiones de su pista y plataforma, que impedían recibir aeronaves comerciales de mayor capacidad, que Aerodom construyó en 2007 -en concesión- el aeropuerto internacional en el Catey por US$80 millones. Las autoridades, entonces, redujeron la categoría de Arroyo Barril a aeródromo para acoger exclusivamente operaciones domésticas.

A pesar de que la cantidad de pasajeros que se movió por Arroyo Barril cayó de 13,456 en 2016, a 3,671 en 2018 y a apenas 769 en 2019, Aerodom reporta a Diario Libre que invierte más de RD$25 millones anualmente en su mantenimiento y operación, y asegura que el lugar cuenta con combustible para los aviones reabastecerse.

“Desde que fue inaugurado el Circuito Vial del Este, que comprende la ruta Bávaro-Uvero Alto-Miches-Sabana de la Mar, se acortaron significativamente los tiempos de traslado por vía terrestre y los tours operadores modificaron sus programas de excursiones para realizar el traslado en minibuses en vez de avionetas”, observa Luis López, portavoz de Aerodom.

“Desde entonces -agrega- las operaciones del aeródromo se han reducido de forma dramática, limitándose a recibir de forma esporádica vuelos de aviación privada doméstica, así como helicópteros durante visitas oficiales”.

“Ese mercado murió totalmente”, dice con pesar el piloto Aguasanta, quien indica que esto ha impactado en las plazas laborales de su sector.

En el Plan Estratégico Institucional 2020-2023 del Departamento Aeroportuario se cita como una debilidad del sistema la falta de un plan maestro para el desarrollo de los aeródromos y helipuertos (hay 18) del Sistema Nacional Aeroportuario.

Pero Pichardo, el actual director de Aeroportuario, dice que tiene planes para relanzar el uso de los aeródromos “ya que es enorme el potencial que tienen los polos turísticos donde se encuentran”.

“Ya estamos desarrollando un plan de acción”, promete el nuevo incumbente. Apunta que se contará con la participación del Ministerio de Turismo y los clústeres turísticos para promocionar, nacional e internacionalmente, los aeródromos en los principales eventos de aviación y turismo. Esto se haría en la medida en que concluyan las readecuaciones en las terminales, las cuales, reporta, están en deterioro. Atribuye, precisamente, a la falta de inversión, la situación en la que se encuentran.

“Uno de los principales motivos por los que hay pocas operaciones es la falta de combustible de aviación en estos aeródromos -señala al Osvaldo Virgil, Cabo Rojo y Constanza-. Una vez resuelto esto, el flujo irá creciendo con aeronaves nacionales y con aeronaves extranjeras que viajen a nuestros destinos y disfrutar de sus bonanzas”, indica.

Un nuevo aeródromo se construye en un proyecto privado en Las Lagunas de Nisibón, provincia La Altagracia. Sin embargo, el desarrollo fue paralizado por el Ayuntamiento de Higüey por falta de permisos.

Winston Cruz, presidente de la Asociación Dominicana de Agencias de Viajes y Turismo (Adavit), y Elizabeth Tovar, presidenta de la Asociación Dominicana de Operadores de Turismo Receptivo (Opetur), coinciden en que en la actualidad no hay agencias de viajes que promocionen el uso de aeródromos para trasladar a turistas.

A nivel empresarial, Reef Jet intenta mantenerse en el mercado como una de las pocas compañías que usa los aeródromos con fines turísticos. Desde 2017 oferta excursiones desde el Aeropuerto Internacional de Punta Cana hacia Bahía de las Águilas, aterrizando en el aeródromo de Cabo Rojo, y hacia Samaná vía Arroyo Barril. Además, tiene en carpeta vuelos chárter.

Geraint Barrot, director de Operaciones en Reef Jet, explica que por la pandemia del COVID-19 estos vuelos se suspendieron y se reactivarán ahora en octubre. El costo de ida y vuelta a Bahía de las Águilas desde Punta Cana es de US$295 por persona y a Samaná US$141.

Barrot comenta que a la empresa le tomó un año y medio tornar rentable los vuelos hacia Cabo Rojo, por el desconocimiento entre los extranjeros de Bahía de las Águilas como destino turístico. El intento de promocionarla no es nuevo. Ya en 2007, la dirección del Departamento Aeroportuario promovía entre los tour operadores nacionales e internacionales los atractivos naturales de los pueblos donde están los aeródromos de Constanza, Pedernales y Montecristi, para que fueran llamativos al visitante.

En un encuentro en la XI Bolsa Turística del Caribe, se les explicó que con estas estructuras se redujo el tiempo de llegada desde Santo Domingo a Constanza de cuatro horas a 15 minutos; de seis horas a 33 minutos a Pedernales y de cinco horas a 40 minutos a Montecristi, en comparación con el recorrido vía terrestre. Hoy día, con las autopistas construidas, a Constanza se llega por tierra en unas dos horas con 40 minutos, a Pedernales en cinco horas y a Montecristi en cuatro horas.

Si bien con abordar una aeronave aun se llega más rápido, Tovar señala que no es atrayente llevar a un turista a un lugar para ver un solo destino cuando por las nuevas carreteras se oferta un circuito con diversos lugares a visitar.

Cruz atribuye el desuso de los aeródromos en el turismo a la falta de conocimiento entre las agencias más nuevas de que estas infraestructuras se pueden emplear para tales fines y también al costo que implica el viaje.

“Tendría que ofertarse una tarifa más cómoda para que el (turista) local pensara en eso como una opción”, dice.

Pero Barrot y el piloto Aguasanta observan que el mercado de la aviación es para un público que económicamente puede solventarlo. “Lo que le vendemos (al turista) es una experiencia en donde se ahorre su tiempo”, dice Barrot.

El pasado 2 de septiembre, Aguasanta hizo un vuelo privado en un avión monomotor ligero desde el Aeropuerto Internacional La Isabela (el Higüero), en Santo Domingo, hacia el aeródromo de Cabo Rojo.

La pista en la que aterrizó fue abierta en 1957 para las operaciones en Pedernales de la empresa minera Alcoa Exploration Company. En 2006, fue reabierta por el Gobierno tras casi dos décadas inactiva, a un costo de RD$28.7 millones.

Desde la aeronave, Aguasanta apreciaba las aguas turquesas de la costa sureña, esas mismas que el presidente Luis Abinader quiere aprovechar para relanzar el turismo en Pedernales, como también prometió el pasado gobierno peledeísta.

Pedernales, una de las tres provincias más pobres del país, fue de los primeros lugares que Abinader visitó en sus primeros días como presidente de la República. Allá anunció que finalmente se harán las esperadas inversiones para levantar 3,000 habitaciones hoteleras.

Como las restricciones orográficas del aeródromo de Cabo Rojo no permiten extender la pista para que tenga la capacidad de recibir grandes aeronaves, el presente Gobierno prevé construir un aeropuerto internacional, algo también prometido por la anterior gestión gubernamental.

El plan, presupuesto y fecha de inicio están pendientes por conocerse. Sin embargo, el director del Departamento Aeroportuario adelanta que el aeropuerto internacional tendría una capacidad de expansión a un horizonte de 2.5 millones de pasajeros en una primera fase.

Mientras, Pichardo informa que el aeródromo de Cabo Rojo se adecuará para operaciones nacionales e internacionales restringidas, hasta que opere el anunciado aeropuerto internacional. En una visita que hizo a la zona en septiembre, informó que se levantará una verja perimetral de 5,000 metros, se limpiarán las franjas de seguridad y la pista será ampliada a 400 metros.

Pedernales está a 129 kilómetros del Aeropuerto Internacional María Montez, en Barahona, una terminal que también está rezagada en espera del empuje turístico del sur profundo. En 10 años, esta solo ha recibido poco más de 20,300 operaciones aéreas, siendo el 2011 el período más productivo con 7,197, según estadísticas del IDAC.

En la categoría de los aeródromos domésticos, la terminal Expedición 14 de Junio de Constanza -cuyo nombre rinde honor a los expedicionarios de 1959- es una de las más largas, con 2,400 metros de pista, y puede recibir aviones comerciales de pequeña envergadura.

En julio de 2007, tras durar casi 40 años inactivo, fue reinaugurado por el expresidente Fernández con una inversión de RD$90 millones, según reportó la prensa (el Departamento Aeroportuario indica RD$40.9 millones).

En diciembre de ese año, la desaparecida aerolínea Caribair comenzó a operar la ruta Constanza-Aeropuerto Internacional Joaquín Balaguer en El Higüero, con dos vuelos semanales.

La intención del aeródromo era no solo transportar personas, sino también exportar frutas, vegetales, flores y productos que se cultivan en ese municipio turístico ubicado a una altura de 1,283 metros sobre el nivel del mar. Pero Pichardo recuerda que se elaboró un acuerdo interinstitucional mancomunado que está pendiente de firma, toda vez que la línea aérea nacional proponente obtenga los permisos para poder realizar operaciones directas desde Constanza hacia los Estados Unidos y las islas del Caribe. Asegura que en su gestión retomará la ejecución de ese convenio.

En mayo del 2017, una década después de haber sido reinaugurado, el Gobierno, a través del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), inició el proceso de convertir el aeródromo de Constanza en aeropuerto internacional junto al Osvaldo Virgil, de Montecristi.

El de Montecristi se tornó internacional por un tiempo limitado en 2017 y 2019 durante eventos para la promoción turística en los que aterrizaron aviones de matrícula extranjera. Además, se creó una Comisión Pro Internacionalización del aeropuerto, presidida por el director general de Desarrollo Fronterizo.

Pero la internacionalización aun no ha ocurrido y las operaciones, en vez de aumentar, disminuyeron, pasando de 164 en 2017 a 122 en 2019 en el de Montecristi, según datos oficiales.

El nuevo Gobierno, posesionado el pasado 16 de agosto, promete la internacionalización.

“El esquema propuesto es tener operaciones internacionales restringidas, es decir, que el piloto anuncia su vuelo con 24 horas de antelación y todas las instituciones de seguridad, salud y controles fronterizos harán presencia en el aeródromo para recibir la operación internacional”, dice Pichardo, con una visión optimista de un conjunto de infraestructuras que esperan su despegue.



Fuente