Rossó, otro talento firmado “tarde” que alcanza el Big Show

Rossó, otro talento firmado “tarde” que alcanza el Big Show


¿Qué tienen en común el lanzador Ramón Rossó y el filósofo y político Jean-Jacques Rousseau? Bueno, además de la fonética de sus apellidos, el prospecto de los Filis de Filadelfia es un producto de la educación y formación hogareña que le ha permitido llegar hasta el más alto nivel del béisbol, tanto en Estados Unidos como en su país natal República Dominicana.

En una de sus obras cumbres, “Emilio, o de la Educación», Rousseau propugnaba que era mejor “aprender por la experiencia propia y no tanto por lo que le enseñen los demás”.

En palabras llanas: el joven lanzador Rossó tuvo que aprender a vivir en su adolescencia bajo la crianza de sus abuelos maternos y una docena de primos, sin su padre presente y su madre laborando a jornada completa, pero ambos progenitores muy pendientes de él y de su hermana menor.

Rossó creció en La Loma, un poblado barrio del populoso sector del Kilómetro 12 de la carretera Sánchez. Su padre emigró a España cuando él tenía 12 años y cinco años más tarde su madre se fue a vivir a Virginia, en Estados Unidos.

Su pasión por el béisbol comenzó a la edad de 8 años, cuando su padre lo inscribió en la liga Franklin Rodríguez, y a los 10 años pasó a la liga Delio Peña, de Bayona en Santo Domingo Oeste, donde comenzó a perseguir sus sueños de beisbolista.

En principio, se desempeñó como receptor, pero esa posición no le satisfizo del todo, así que decidió cambiarse a los jardines, sin saber que era en el montículo donde estaría su futuro. A regañadientes, sus entrenadores lo empezaron a trabajar como lanzador a la edad de 17 años, pues no le agradaba mucho la idea de lanzar.

“Mi debut en Grandes Ligas fue increíble. Un sueño que desde niño tiene uno como pelotero. Fue demasiado emocionante. Tenía un poquito de nervios en la primera salida, pero luego todo normal”, Ramón Rossó

Durante una entrevista el año pasado, sentado junto a sus abuelos, Rossó entre lágrimas respondió a la pregunta de cómo creía que sería su debut en las Mayores diciendo: “A mí me gustaría que estuviera mi familia allá, en especial mi papá, que le salió la nacionalidad española y nunca me ha visto lanzando… mi abuela y mi mamá que vive allá (en Estados Unidos)…”.

A pesar de que no sucedió como hubiera querido, el pasado 24 de julio, Rossó hizo su debut en Grandes Ligas, ponchando a uno de los tres bateadores que enfrentó para registrar su primer “Out” en el Big Show contra los Marlins de Miami, en medio de una temporada recortada por la pandemia del Coronavirus.

“Mi debut en Grandes Ligas fue increíble. Un sueño que desde niño tiene uno como pelotero. Fue demasiado emocionante. Tenía un poquito de nervios en la primera salida, pero luego todo normal”, cuenta con calma el espigado lanzador de 24 años desde la habitación de un hotel en Santiago de los Caballeros, donde se encuentra concentrado con las Águilas Cibaeñas.

Precisamente, otra meta que cumplió Rossó a nivel profesional fue hacer su debut en la pelota invernal dominicana con las Águilas, equipo que lo eligió en la quinta ronda del sorteo de novatos de 2018.

El lunes 16 de noviembre hizo su primera presentación y enfrentó a las Estrellas Orientales durante dos episodios de relevo en blanco, con dos ponches y una base por bolas.

“Fue una gran experiencia. Ya sin nervios. Me sentí cómodo y bastante bien lanzando la pelota. Sé que esta liga me va a ayudar mucho”, expresó Rossó, quien impresionó al dirigente Félix Fermín en los entrenamientos aguiluchos y se ganó el quinto puesto en la rotación en su primera oportunidad de lanzar en la pelota dominicana.

El viernes pasado, hizo su primera apertura en la liga frente a los Toros del Este, actuales campeones nacionales y del Caribe, y retiró a los nueve bateadores que enfrentó en tres episodios, con tres ponches.

El siguiente objetivo de Rossó en el béisbol es mantenerse en Grandes Ligas, al mismo tiempo que seguir disfrutando de armonía con su familia.



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