Hoy en día cuesta ya creer lo que sucede con determinadas realidades que superan ampliamente a la ficción. Pero, como se decía en el largometraje de Tom Tykwer The International: Dinero en la sombra, «la diferencia entre ficción y realidad es que la ficción ha de tener sentido». Bien es cierto que los límites de la credibilidad varían en función de los géneros cinematográficos. El listón de lo verosímil y aceptable no se sitúa a la misma altura en un drama que en una comedia, en un western que en una cinta de fantasía. Cada categoría posee sus reglas y sus fórmulas narrativas. A mi juicio, el principal problema de Emilia Pérez estriba en que no me creo nada de lo que me cuentan y, peor aún, no entiendo demasiado bien qué desean contarme ni de qué manera. Al parecer se trata a la vez de un musical, un drama, un thriller y una comedia, por lo que asisto atónito a la proyección, percibiendo ese punto de disparate que, en algunas ocasiones, le beneficia pero, en otras, le perjudica.
Sin duda, juega a su favor la baza de la originalidad, un auténtico logro en estos tiempos que corren. Sin embargo, la fina línea entre dicha originalidad y la extravagancia se difumina e, incluso, desaparece, provocando entonces más perplejidad que entretenimiento. Conste que el director galo Jacques Audiard me parece un buen realizador. Me agradó su trabajo en Un profeta (nominada al Oscar y ganadora del BAFTA en la categoría de mejor film de habla no inglesa), así como De latir mi corazón se ha parado (nuevo BAFTA, y César a la mejor película francesa del año 2005). También destacaron De óxido y huesos y Los hermanos Sister, títulos con un estilo más sensato y riguroso. Sospecho que con Emilia Pérez ha pretendido innovar y probar nuevos caminos. De hecho, ofrece notables interpretaciones y secuencias meritorias, pero el conjunto me resulta muy desconcertante.
Una abogada, tan talentosa como infravalorada en su trabajo, se pasa las horas contemplando cómo su futuro profesional apenas encaja en sus sueños, a la par que el bufete donde presta sus servicios se afana en servir al lucrativo negocio del narcotráfico. Un día, de forma inesperada, se le presenta una sorprendente oportunidad, cuando uno de esos poderosos narcos desea cambiar de vida y convertirse en mujer. El delincuente decide confiar en la letrada para que le ayude a llevar a cabo dicho tránsito.
Me da la impresión de que llevar todo al extremo suponía para los responsables de esta obra caer en el ridículo, pero que ese era precisamente el punto a donde querían llevar la historia. Desde luego, no dejará a nadie indiferente, si bien, en mi opinión, mezcla estilos no siempre compatibles. A lo largo de más de dos horas de proyección abarca multitud de temas, algunos desde perspectivas insólitas. Y, aun sin ser para nada mi estilo, le reconozco a Audiard valentía y osadía ante unos planteamientos que van más allá de lo que pocos cineastas estarían dispuestos a proponer.
La labor interpretativa de Zoe Saldana destaca sobremanera dentro del elenco. Habitual en sagas de cómic y ciencia ficción (Avatar, Guardianes de la galaxia, Star Trek), aborda un papel por el que será recordada en el futuro. Selena Gómez realiza, asimismo, una actuación relevante. La cantante y actriz triunfa sobre todo en la serie televisiva Sólo asesinatos en el edificio, si bien en la gran pantalla cuenta con alguna intervención estimable, como la de Día de lluvia en Nueva York, de Woody Allen. La española Karla Sofía Gascón asume el doble personaje del peligroso narcotraficante transformado en Emilia Pérez. El citado trío ganó el premio conjunto a la mejor actriz en el último Festival de Cine de Cannes. Entre los secundarios, figura Edgar Ramírez (visto en el prescindible remake de Le llaman Bodhi, estrenado en 2015).