La economía dominicana transita un periodo de ajuste moderado tras un 2025 marcado por bajo crecimiento, tasas de interés elevadas y una limitada ejecución del gasto de capital. Sin embargo, las perspectivas apuntan a una aceleración de la actividad productiva en 2026, sustentada en un mayor dinamismo del sector público, la estabilidad del tipo de cambio y la entrada de recursos provenientes de la reciente emisión de bonos soberanos por US$1,600 millones.
Así lo expusieron los economistas Alejandro Grisanti, director de la firma Ecoanalítica, y Bernardo Fuentes, vicepresidente de Estudios Económicos del Banco BHD, durante el Foro Económico 2025, titulado “República Dominicana 2026: Entre el impulso fiscal y la búsqueda del crecimiento sostenible”, celebrado este 22 de octubre en el hotel El Embajador.
Ambos especialistas coincidieron en que la economía nacional ha mostrado resiliencia en medio de un contexto global incierto, aunque advirtieron que su capacidad de expansión potencial se ha reducido en comparación con años anteriores. “Las mediciones que tenemos muestran que el potencial de crecimiento económico en República Dominicana ya no es de 5%, sino de 4%. Es necesario hacer reformas estructurales si queremos volver a crecer al 5%”, explicó Grisanti.
Bonos soberanos y gasto de capital
Tanto Grisanti como Fuentes coincidieron en que la reciente colocación de bonos internacionales representa uno de los principales factores que podrían revitalizar la economía dominicana el próximo año. Según ambos economistas, la operación, que asciende a US$1,500 millones, equivalente a 1.5% del PIB, permitirá al Gobierno incrementar el gasto de capital, mejorar la liquidez del sistema financiero y reforzar las reservas internacionales del Banco Central.
“Esta nueva emisión será el gran propulsor de la economía de cara al 2026”, afirmó Grisanti. “Los recursos que ingresan a las arcas fiscales ayudarán en tres frentes: mayor gasto de capital, reducción gradual en las tasas de interés y fortalecimiento de las reservas internacionales. Esto le da al Banco Central más municiones para sostener la estabilidad cambiaria”, explicó.
Fuentes, por su parte, destacó que el financiamiento externo “servirá para oxigenar la economía en el corto plazo” y que su impacto se sentirá especialmente en sectores como la construcción, que viene de un año difícil. “El gasto de capital público puede detener la caída del sector construcción, dinamizar la demanda interna y contribuir a un cierre más sólido del año”, expresó.
Ambos economistas interpretan la medida como un paso pragmático del Gobierno ante la imposibilidad de implementar una reforma fiscal en el corto plazo. “Desde junio veníamos advirtiendo que el nombramiento del nuevo ministro de Economía no era para una reforma fiscal, sino para dar impulso a la economía. En este ciclo político, aprobar una reforma tributaria será muy difícil”, explicó Grisanti.
La estrategia, agregó, se enfoca en reacomodar el presupuesto para incrementar el gasto en inversión pública, aun cuando eso implique un mayor nivel de endeudamiento externo. “El dilema del Ejecutivo es claro: más deuda o más crecimiento”, resumió.
Fuentes coincidió parcialmente con ese planteamiento. En su análisis, consideró que el endeudamiento puede ser útil si se orienta hacia proyectos que generen productividad y crecimiento sostenible. “El país necesita seguir invirtiendo en infraestructura, energía y educación, pero con disciplina fiscal. No se trata solo de gastar más, sino de gastar mejor”, destacó.
Un 2026 de transición
Las proyecciones de crecimiento para 2025 y 2026 fueron otro punto central del debate. Según Grisanti, la economía dominicana cerrará este año con un crecimiento de entre 2.6% y 2.8%, impulsado por un leve repunte en el último trimestre. “Estamos viendo un efecto base positivo: los últimos cuatro meses del año comparan con un periodo muy bajo en 2024, lo que hará que el crecimiento se ubique entre 3.2% y 3.7% en ese tramo, pero el promedio anual será 2.8%”, indicó.
De cara al próximo año, el economista proyectó un crecimiento por encima del potencial, estimado en 4.5%, con una inflación de 3.3% (por debajo del rango meta), un tipo de cambio de cierre cercano a RD$68 por dólar y una tasa de interés activa promedio de 13.8%.
Fuentes, sin embargo, presentó una visión más conservadora. Estimó que el crecimiento en 2026 rondará el 4%, con una devaluación promedio de 6%, que calificó como “relativamente alta” dentro del contexto regional. “Las perspectivas siguen siendo positivas, pero no exentas de riesgos. Persisten factores adversos como el proteccionismo, los choques laborales y la incertidumbre global, que pueden alterar las proyecciones de crecimiento”, puntualizó.
Aun así, ambos coincidieron en que el 2026 será un año de transición económica, en el que el país podría recuperar el dinamismo perdido, siempre que se mantenga el equilibrio entre estabilidad y expansión. “El crecimiento por sí solo no garantiza bienestar ni sostenibilidad fiscal. Hay que asegurar que las condiciones macroeconómicas se mantengan estables, sin generar presiones inflacionarias o cambiarias”, explicó Fuentes.
Tasas, política monetaria y tipo de cambio: otro tema
Uno de los temas más debatidos y en el que también coincidieron los economistas fue la transmisión de la política monetaria y la relación entre tasas de interés, crédito y tipo de cambio. Fuentes explicó que en los últimos años República Dominicana ha atravesado tres grandes ciclos monetarios: expansión durante la pandemia, contracción para contener la inflación, y un nuevo periodo de flexibilización que aún no se refleja plenamente en las tasas del mercado.
“Existe una desconexión entre la tasa de política monetaria y las tasas efectivas de mercado. Aunque el Banco Central ha reducido su tasa, las tasas activas y pasivas siguen mostrando rigidez, lo que limita el impulso al crédito y al consumo”, señaló.
Grisanti coincidió con esa lectura y agregó que la estructura actual de tasas “aún no logra trasladar completamente la política monetaria al sector privado”. Explicó que las tasas activas, en torno al 14%, siguen siendo altas, mientras que las pasivas, por encima de la devaluación, desincentivan la inversión en pesos. “No recomendaríamos tomar pesos prestados para comprar dólares. A nivel lineal, no hay incentivo para la especulación financiera”, precisó.
Sobre el comportamiento del tipo de cambio, ambos destacaron la fortaleza del peso dominicano y la solidez del sector externo. Grisanti explicó que la sobrevaluación cambiaria, que a mediados de año rondaba el 12%, se ha reducido a menos del 4%, lo que ubica al tipo de cambio “más cerca de su nivel de equilibrio”.
“En la medida en que el tipo de cambio se acerque a su punto de equilibrio, las presiones cambiarias tenderán a disminuir. La entrada de dólares por la emisión de bonos también contribuirá a mantener la estabilidad”, dijo.
Fuentes añadió que el país cuenta con “un sector externo robusto”, sustentado en remesas, turismo e inversión extranjera directa. “Las reservas internacionales superan los US$15,000 millones y la oferta de divisas ronda el 40% del PIB. Es un colchón importante frente a posibles choques externos”, afirmó.
Sin embargo, ambos economistas advirtieron que la estabilidad cambiaria depende de mantener la confianza en las políticas fiscal y monetaria. “El dilema del Banco Central sigue siendo el mismo: estabilidad o crecimiento. Y hasta ahora ha logrado un equilibrio razonable”, resumió Grisanti.
Riesgos hacia 2026
El entorno internacional fue otro eje del análisis. Fuentes explicó que la economía dominicana deberá enfrentar un 2026 con alta volatilidad global, producto de la desaceleración del comercio, las tensiones geopolíticas y los cambios en la política monetaria de las principales economías.
“Estamos en un escenario de incertidumbre prolongada, donde cualquier evento (desde un aumento del proteccionismo hasta una disrupción laboral global) puede alterar los flujos de inversión y comercio”, señaló. Agregó que el recorte de tasas por parte de la Reserva Federal podría generar cierto alivio financiero, permitiendo una reducción gradual de las tasas locales sin presionar el tipo de cambio.
Grisanti coincidió en que el contexto global será determinante, pero destacó que la economía dominicana “ha mostrado consistencia” frente a crisis externas. “El país tiene fundamentos sólidos: turismo en expansión, remesas crecientes y una inversión extranjera estable. Estos factores le dan margen para enfrentar la volatilidad internacional”, comentó.
Ambos economistas destacaron la importancia de mantener políticas prudentes ante los riesgos globales. “La incertidumbre es el peor escenario para los negocios porque impide planificar. Aun así, la República Dominicana ha sabido navegar mejor que muchos de sus pares regionales”, reconoció Fuentes.
Reformas
Aunque el debate giró en torno a los pronósticos de corto plazo, tanto Grisanti como Fuentes coincidieron en que el país necesita reformas estructurales para sostener su crecimiento en el largo plazo. “Hay que fortalecer la productividad, modernizar la administración pública y ampliar la base tributaria”, sostuvo Grisanti.
Fuentes complementó que la educación, la innovación y la eficiencia del gasto público deben ser pilares de esa agenda. “No se trata solo de crecer más, sino de hacerlo mejor. Todavía hay amplias oportunidades en sectores como turismo, construcción, manufactura, educación y salud. Pero se requiere compromiso de todos los actores para aprovecharlas”, afirmó.
Como resumió Grisanti durante el foro, “el crecimiento no debe ser un fin en sí mismo, sino el resultado de decisiones estructurales bien pensadas”. A lo que Fuentes agregó a modo de conclusión “hay que mantener la cautela en el corto plazo, pero con optimismo hacia el futuro. El país tiene las condiciones para hacerlo bien, si mantiene la disciplina y la visión de largo plazo”.
Economistas prevén repunte económico en 2026 impulsado por gasto público y bonos soberanos
Alejandro Grisanti y Bernardo Fuentes analizan la economía dominicana de cara al 2026 en el Foro Económico 2025 de Econalítica
La economía dominicana transita un periodo de ajuste moderado tras un 2025 marcado por bajo crecimiento, tasas de interés elevadas y una limitada ejecución del gasto de capital. Sin embargo, las perspectivas apuntan a una aceleración de la actividad productiva en 2026, sustentada en un mayor dinamismo del sector público, la estabilidad del tipo de cambio y la entrada de recursos provenientes de la reciente emisión de bonos soberanos por US$1,500 millones.
Así lo expusieron los economistas Alejandro Grisanti, director de la firma Ecoanalítica, y Bernardo Fuentes, vicepresidente de Estudios Económicos del Banco BHD, durante el Foro Económico 2025, titulado “República Dominicana 2026: Entre el impulso fiscal y la búsqueda del crecimiento sostenible”, celebrado este 22 de octubre en el hotel El Embajador.
Ambos especialistas coincidieron en que la economía nacional ha mostrado resiliencia en medio de un contexto global incierto, aunque advirtieron que su capacidad de expansión potencial se ha reducido en comparación con años anteriores. “Las mediciones que tenemos muestran que el potencial de crecimiento económico en República Dominicana ya no es de 5%, sino de 4%. Es necesario hacer reformas estructurales si queremos volver a crecer al 5%”, explicó Grisanti.
Bonos soberanos y gasto de capital
Tanto Grisanti como Fuentes coincidieron en que la reciente colocación de bonos internacionales representa uno de los principales factores que podrían revitalizar la economía dominicana el próximo año. Según ambos economistas, la operación, que asciende a US$1,500 millones, equivalente a 1.5% del PIB, permitirá al Gobierno incrementar el gasto de capital, mejorar la liquidez del sistema financiero y reforzar las reservas internacionales del Banco Central.
“Esta nueva emisión será el gran propulsor de la economía de cara al 2026”, afirmó Grisanti. “Los recursos que ingresan a las arcas fiscales ayudarán en tres frentes: mayor gasto de capital, reducción gradual en las tasas de interés y fortalecimiento de las reservas internacionales. Esto le da al Banco Central más municiones para sostener la estabilidad cambiaria”, explicó.
Fuentes, por su parte, destacó que el financiamiento externo “servirá para oxigenar la economía en el corto plazo” y que su impacto se sentirá especialmente en sectores como la construcción, que viene de un año difícil. “El gasto de capital público puede detener la caída del sector construcción, dinamizar la demanda interna y contribuir a un cierre más sólido del año”, expresó.
Ambos economistas interpretan la medida como un paso pragmático del Gobierno ante la imposibilidad de implementar una reforma fiscal en el corto plazo. “Desde junio veníamos advirtiendo que el nombramiento del nuevo ministro de Economía no era para una reforma fiscal, sino para dar impulso a la economía. En este ciclo político, aprobar una reforma tributaria será muy difícil”, explicó Grisanti.
La estrategia, agregó, se enfoca en reacomodar el presupuesto para incrementar el gasto en inversión pública, aun cuando eso implique un mayor nivel de endeudamiento externo. “El dilema del Ejecutivo es claro: más deuda o más crecimiento”, resumió.
Fuentes coincidió parcialmente con ese planteamiento. En su análisis, consideró que el endeudamiento puede ser útil si se orienta hacia proyectos que generen productividad y crecimiento sostenible. “El país necesita seguir invirtiendo en infraestructura, energía y educación, pero con disciplina fiscal. No se trata solo de gastar más, sino de gastar mejor”, destacó.
Un 2026 de transición
Las proyecciones de crecimiento para 2025 y 2026 fueron otro punto central del debate. Según Grisanti, la economía dominicana cerrará este año con un crecimiento de entre 2.6% y 2.8%, impulsado por un leve repunte en el último trimestre. “Estamos viendo un efecto base positivo: los últimos cuatro meses del año comparan con un periodo muy bajo en 2024, lo que hará que el crecimiento se ubique entre 3.2% y 3.7% en ese tramo, pero el promedio anual será 2.8%”, indicó.
De cara al próximo año, el economista proyectó un crecimiento por encima del potencial, estimado en 4.5%, con una inflación de 3.3% (por debajo del rango meta), un tipo de cambio de cierre cercano a RD$68 por dólar y una tasa de interés activa promedio de 13.8%.
Fuentes, sin embargo, presentó una visión más conservadora. Estimó que el crecimiento en 2026 rondará el 4%, con una devaluación promedio de 6%, que calificó como “relativamente alta” dentro del contexto regional. “Las perspectivas siguen siendo positivas, pero no exentas de riesgos. Persisten factores adversos como el proteccionismo, los choques laborales y la incertidumbre global, que pueden alterar las proyecciones de crecimiento”, puntualizó.
Aun así, ambos coincidieron en que el 2026 será un año de transición económica, en el que el país podría recuperar el dinamismo perdido, siempre que se mantenga el equilibrio entre estabilidad y expansión. “El crecimiento por sí solo no garantiza bienestar ni sostenibilidad fiscal. Hay que asegurar que las condiciones macroeconómicas se mantengan estables, sin generar presiones inflacionarias o cambiarias”, explicó Fuentes.
Tasas, política monetaria y tipo de cambio: otro tema
Uno de los temas más debatidos y en el que también coincidieron los economistas fue la transmisión de la política monetaria y la relación entre tasas de interés, crédito y tipo de cambio. Fuentes explicó que en los últimos años República Dominicana ha atravesado tres grandes ciclos monetarios: expansión durante la pandemia, contracción para contener la inflación, y un nuevo periodo de flexibilización que aún no se refleja plenamente en las tasas del mercado.
“Existe una desconexión entre la tasa de política monetaria y las tasas efectivas de mercado. Aunque el Banco Central ha reducido su tasa, las tasas activas y pasivas siguen mostrando rigidez, lo que limita el impulso al crédito y al consumo”, señaló.
Grisanti coincidió con esa lectura y agregó que la estructura actual de tasas “aún no logra trasladar completamente la política monetaria al sector privado”. Explicó que las tasas activas, en torno al 14%, siguen siendo altas, mientras que las pasivas, por encima de la devaluación, desincentivan la inversión en pesos. “No recomendaríamos tomar pesos prestados para comprar dólares. A nivel lineal, no hay incentivo para la especulación financiera”, precisó.
Sobre el comportamiento del tipo de cambio, ambos destacaron la fortaleza del peso dominicano y la solidez del sector externo. Grisanti explicó que la sobrevaluación cambiaria, que a mediados de año rondaba el 12%, se ha reducido a menos del 4%, lo que ubica al tipo de cambio “más cerca de su nivel de equilibrio”.
“En la medida en que el tipo de cambio se acerque a su punto de equilibrio, las presiones cambiarias tenderán a disminuir. La entrada de dólares por la emisión de bonos también contribuirá a mantener la estabilidad”, dijo.
Fuentes añadió que el país cuenta con “un sector externo robusto”, sustentado en remesas, turismo e inversión extranjera directa. “Las reservas internacionales superan los US$15,000 millones y la oferta de divisas ronda el 40% del PIB. Es un colchón importante frente a posibles choques externos”, afirmó.
Sin embargo, ambos economistas advirtieron que la estabilidad cambiaria depende de mantener la confianza en las políticas fiscal y monetaria. “El dilema del Banco Central sigue siendo el mismo: estabilidad o crecimiento. Y hasta ahora ha logrado un equilibrio razonable”, resumió Grisanti.
Riesgos hacia 2026
El entorno internacional fue otro eje del análisis. Fuentes explicó que la economía dominicana deberá enfrentar un 2026 con alta volatilidad global, producto de la desaceleración del comercio, las tensiones geopolíticas y los cambios en la política monetaria de las principales economías.
“Estamos en un escenario de incertidumbre prolongada, donde cualquier evento (desde un aumento del proteccionismo hasta una disrupción laboral global) puede alterar los flujos de inversión y comercio”, señaló. Agregó que el recorte de tasas por parte de la Reserva Federal podría generar cierto alivio financiero, permitiendo una reducción gradual de las tasas locales sin presionar el tipo de cambio.
Grisanti coincidió en que el contexto global será determinante, pero destacó que la economía dominicana “ha mostrado consistencia” frente a crisis externas. “El país tiene fundamentos sólidos: turismo en expansión, remesas crecientes y una inversión extranjera estable. Estos factores le dan margen para enfrentar la volatilidad internacional”, comentó.
Ambos economistas destacaron la importancia de mantener políticas prudentes ante los riesgos globales. “La incertidumbre es el peor escenario para los negocios porque impide planificar. Aun así, la República Dominicana ha sabido navegar mejor que muchos de sus pares regionales”, reconoció Fuentes.
Reformas
Aunque el debate giró en torno a los pronósticos de corto plazo, tanto Grisanti como Fuentes coincidieron en que el país necesita reformas estructurales para sostener su crecimiento en el largo plazo. “Hay que fortalecer la productividad, modernizar la administración pública y ampliar la base tributaria”, sostuvo Grisanti.
Fuentes complementó que la educación, la innovación y la eficiencia del gasto público deben ser pilares de esa agenda. “No se trata solo de crecer más, sino de hacerlo mejor. Todavía hay amplias oportunidades en sectores como turismo, construcción, manufactura, educación y salud. Pero se requiere compromiso de todos los actores para aprovecharlas”, afirmó.
Como resumió Grisanti durante el foro, “el crecimiento no debe ser un fin en sí mismo, sino el resultado de decisiones estructurales bien pensadas”. A lo que Fuentes agregó a modo de conclusión “hay que mantener la cautela en el corto plazo, pero con optimismo hacia el futuro. El país tiene las condiciones para hacerlo bien, si mantiene la disciplina y la visión de largo plazo”.



