Desde la factoría Marvel han decidido añadir un asterisco a su último título, Thunderbolts*, como cuando un escritor desea explicar o matizar a sus lectores algún aspecto de un texto, más allá de la frase que están leyendo. Al parecer pretenden -medio en serio, medio en broma- aclarar que recurren a este grupo de personajes porque Los vengadores ya no están disponibles. Tras haber exprimido hasta el límite a dichos superhéroes, y ante la imposibilidad de explorar opciones más originales, echan mano de estos antihéroes alternativos para seguir produciendo películas. Utilizando un símil deportivo, encarnarían a ese equipo de suplentes que saltan al campo en ausencia de los titulares.
Casi plagiando a su competidora DC Comics y a la saga de Escuadrón suicida, Marvel apuesta por reunir a un grupo de villanos para conformar un comando que proteja a la humanidad del mismo modo que aquellos anteriores vengadores. Dentro de tan pintoresco colectivo de repudiados malhechores, encontramos a Yelena Belova, hermana de la Viuda Negra (interpretada por Scarlett Johansson), Bucky Barnes -alias El soldado de invierno- (quien apareció en las cintas de Capitán América) o Taskmaster (el malvado de la citada Viuda negra).
No obstante, y aunque intente retrasar lo inevitable, Marvel habrá de enfrentarse más tarde o más temprano al dilema de cómo plantear su futuro en la industria del cine. El manifiesto declive de sus últimas propuestas requiere, o bien de una reinvención, o bien de una certificación de esa decadencia. La copia y la reiteración resultan ya tan acusadas que me siento incapaz de abordarlas con un ápice de interés, hasta el punto de sumirme en el aburrimiento. Y no tanto por falta de intensidad narrativa, ya que la acción existe, como por desidia ante la evidente escasez de ideas novedosas.
Dirige Jake Schreier, con dilatada experiencia en el mundo de los videoclips musicales y las series televisivas, pero con exigua en la gran pantalla. En 2015 estrenó Ciudades de papel, protagonizada por Cara Delevingne, habiendo debutado tres años antes con Un amigo para Frank, junto a Frank Langella. Aquí da la sensación de haber dejado en manos del equipo técnico de los efectos especiales la mayor parte de su labor como realizador.
Este conjunto de malvados, algunos reconvertidos en salvadores, se halla encabezado por Florence Pugh, actriz que me impresionó en Lady Macbeth y, en la pequeña pantalla, en La chica del tambor. Posteriormente, ha intervenido en la excelente Oppenheimer y en la notable Dune: parte 2. Ya interpretó a Yelena Belova en Viuda negra. Cabe confiar en que no la mantengan atada al personaje en un sinfín de secuelas sin sentido.
Otra intérprete que repite papel es Olga Kurylenko, dando vida a Antonia Dreykov (Taskmaster). La ucraniana ejerció como chica Bond en Quantum of Solace y participó en La conspiración de noviembre o El maestro del agua. Hannah John-Kamen, por su parte, continúa encarnando su perfil en Ant Man y Julia Louis-Dreyfus (famosa gracias a la televisión por Seinfeld y Veep) con el suyo en Black Panther. Todo un refrito de secundarias convertidas en protagonistas.
En el apartado masculino figuran Lewis Pullman (Top Gun: Maverick), Sebastian Stan (recientemente nominado al Oscar representando a Donald Trump en The Apprentice), David Harbour (Tyler Rake) o Wyatt Russell (Infiltrados en la universidad).