pasar a través Marco tulio bustos gutiérrez
Un informe reciente de ECLAC y UNOMEN ofrece una radiografía clara y preocupante de la igualdad de género actual en América Latina y el Caribe. El documento, titulado «Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y la agenda regional de género para América Latina y el Caribe: Indicadores de género para 2024», nos enfrenta a la inevitable realidad: el progreso hacia la igualdad de género sigue siendo insuficiente, desigualdad y en muchos casos estancada.
La Agenda 2030, firmada por 193 países de las Naciones Unidas en 2015, estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluido el ODS 5, comprometido a lograr la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas. Este objetivo está lejos de ser simplemente un ideal, se basa profundamente en los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Llegar no solo al cerrar la brecha legal y cultural, sino también garantizar que la mitad de la población mundial pueda alcanzar su máximo potencial, ayudando al desarrollo económico y a vivir una vida sin violencia y discriminación.
Sin embargo, según el informe, estamos lejos de lograr este objetivo. La mayoría de las métricas analizadas mostraron un progreso lento, y algunas mostraron los contratiempos de Frank. Las acciones tomadas son para reducir la violencia de género, eliminar el matrimonio infantil, aumentar la participación de las mujeres en espacios de liderazgo y promover el acceso a la tecnología sigue siendo insuficiente. De esta manera, la realización del objetivo de desarrollo sostenible 5 en 2030 parece ser un objetivo inalcanzable.
Lo que es particularmente impactante es la situación relacionada con el marco legal. En varios países de América Latina, la legislación aún no ofrece garantías suficientes para proteger a las mujeres en la vida pública y privada. La falta de normas claras o la ausencia de normas existentes hace que el entorno de violencia, discriminación laboral y desigualdad familiares permanente.
Además, en algunas áreas, los datos proporcionados por el país son insuficientes para evaluar si se han realizado progresos. En muchos países de la región, temas como la atención no remunerada, los derechos sexuales y reproductivos y la adquisición de la propiedad de la tierra aún no son visibles, lo que no solo dificulta el diagnóstico, sino que también toma medidas de manera efectiva.
El informe también destaca cuatro barreras estructurales que perpetúan la desigualdad de género: desigualdad socioeconómica persistente, modelos culturales patriarcales, organizaciones sociales injustas y la concentración de poder para algunos. Estos factores no solo fortalecen la exclusión de las mujeres, sino que también limitan el progreso de nuestra sociedad en su conjunto.
La desigualdad de género no es un problema que afecte solo a las mujeres: es una barrera para el desarrollo sostenible. Cuando las mujeres no pueden obtener oportunidades de empleo de la misma manera, cuando se ven obligadas a ocuparse de las tareas, cuando se excluyen del espacio de la toma de decisiones políticas o comerciales, la economía perderá el talento, las democracias se debilitarán y las estructuras sociales se verán afectadas.
Frente a esta vista panorámica, es urgente reconsiderar nuestro modelo de desarrollo. Necesitamos viajar a las llamadas «asociaciones de atención» del informe, donde las responsabilidades familiares y de enfermería entre hombres, mujeres, estados y mercados se distribuyen de manera justa. Además de reconocer el valor de estos trabajos, una sociedad los incorpora a una parte importante del pozo colectivo.
Además, es necesario establecer un marco legal más fuerte, asignaciones presupuestarias de género y políticas públicas que realmente apunten a cambiar las condiciones estructurales de la desigualdad. La igualdad de género no puede ser determinada únicamente por la voluntad individual, pero requiere decisiones políticas firmes, recursos sostenidos y, lo más importante, una profunda transformación cultural.
Con tantos números y diagnósticos, a veces corremos el riesgo de perder elementos esenciales: la igualdad de género no es solo un objetivo técnico o un indicador a lograr. Es un compromiso moral lograr una sociedad más, inclusiva y humana. En América Latina, todavía tenemos un largo camino por recorrer. Pero si este informe nos enseña, no podremos continuar posponiendo este viaje por el lujo de nosotros.