Mamina quiere que la recuerden cantando y bailando. Tiene 93 años y es de La Aldea, ama la fiesta del Charco -«me encanta, es mi vida»- piensa que irá al cielo y espera poder ver y cuidar desde allí a los suyos, que no son pocos. «Dios sabe que estoy diciendo la verdad, saben lo que yo llevo guardado». Tanto dolor callado para que sus hijas no sufran, «tonturas, fatigas y vómitos» llevados por dentro, sostenidos por unas manos ya arrugadas que guardan en cada manchita horas y horas de trabajo y de cuidados. Las cosas que solo hacen las madres.
Este legado de aguante y amor es el que se recoge en la serie documental Madre, que se estrena este sábado 3 de mayo a las 19.50 horas en Televisión Canaria. Producido por Isen Media, este trabajo de diez episodios recorre lo extraordinario de la cotidianidad de la vida de diez mujeres canarias -de todas las Islas, La Graciosa incluida- que han reído y sufrido, que han sido hijas, hermanas, esposas, amigas, madres y, sobre todo, eso, mujeres con inquietudes y temblores que ahora se desvelan en pantalla a través de sus voces.
Así le ocurre a Manina, que esta mañana ha visto por primera vez sus vivencias transformadas en una bella pieza audiovisual de cuidada fotografía que saca la carcajada y encoge con ternura el corazón. «Madre de toda una tierra, que nadie quiso cuidar», cantaba Sylvie Hernández antes de la proyección en la sede grancanaria de Presidencia del Gobierno del primer episodio de Madre.
Diez mujeres
Su voz es parte de la banda sonora de este camino que recorre las entrañas del Archipiélago a través de la palmera Esther, que hizo de madre y padre para sacar a sus hijos y a sus sobrinos adelante, de Carmen, conservera que lo dio todo por sus hermanos y sus hijos, de la feminista tinerfeña Esther Tellado, que tiene ya 96 años y nunca ha dejado de lado la lucha, de Yeya, que con ocho hijos, 16 nietos y 11 biznietos, es la matriarca de la saga Millares en Gran Canaria, de Bárbara, que fue la mujer que impulsó el Hospital del Sur de Tenerife, de la pastelera Carmen Luisa de La Gomera, de Enriqueta y su restaurante en La Graciosa, de Lola y de como con 78 años propició la creación de los supermercados más conocidos de la isla, o de Felipa y su explotación quesera en Fuerteventura.
En este acto de presentación también estuvieron presentes Alfonso Cabello, viceconsejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, María Méndez, administradora general de Televisión Canaria, Marlene Acosta, productora ejecutiva de Isen Media, Josh Acosta, director de la serie documental y la periodista Alicia Suárez, encargada de entrevistar a cada una de las mujeres que aparecen en Madre.
«Este proyecto no ha sido solo contar historias, sino homenajear diez vidas de diez mujeres canarias que muchas veces lo dieron todo y otras tantas no se les dio nada. Una generación luchadora. Es una serie que va a hacer reflexionar mucho, que nos ha dado muchas sonrisas, muchas lágrimas, muchos buenos momentos, también momentos muy duros y que nos ha hecho parar y respirar», apuntó por su parte el director.
Un «trabajo silencioso»
«Las vamos a poner en el centro para que cuenten su historia de vida más allá de la maternidad», indicó en este sentido Suárez. «Es un homenaje para ellas, que han trabajado toda la vida, a la verita siempre de sus maridos, de sus hijos, de sus padres a los que cuidaban. Son ese hilo que cose todas las familias, que cose todo el entorno. Por eso queremos escucharlas, han hecho un trabajo silencioso», añadió la periodista de Televisión Canaria.
«Nuestras madres, nuestras abuelas, vivieron una Canaria completamente distinta, donde al esfuerzo de ser mujer se le añadía también el entorno», recalcó en este sentido Méndez, que hizo alusión, al igual que Suárez, del legado que deja Madre para las generaciones actuales y futuras, para que puedan valorar el presente que habitan gracias al esfuerzo de las mujeres que les precedieron, mujeres que, como Yeya, no consideran que hayan hecho nada extraordinario en su vida cuando lo han dado todo. Cada día.
En la pantalla, Mamina sigue con sus confesiones y recuerda cuando su padre se le murió en brazos siendo poco más que una adolescente. «Yo con 18 años perdí mi felicidad y cuando tuve a mis hijas empecé a ser feliz otra vez», revela. También se la escucha reír, cantar, se la puede ver bailando y tirándose sin dudar ni un segundo al Charco de su pueblo. Y, para terminar, un consejo que conmueve por la longevidad y la ternura que emanan de quien lo pronuncia: «La vida hay que vivirla. A la enfermedad no le hagas caso. No mires nunca hacia atrás».
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