Ha rodado unos 140 largometrajes, y trabajado junto a directores como Jean Luc Godard, Otto Preminger, Michael Haneke, Maurice Pialat, Michael Cimino, Claude Chabrol, Raúl Ruiz, Claude Sautet y Bertrand Tavernier. Ganadora del Premio Especial del Jurado en la Berlinale, ‘La viajera’ es la tercera película que ha protagonizado a las órdenes del coreano Hong Sangsoo -’En otro país’ (2012) y ‘La cámara de Claire’ (2017) son las anteriores-; en ella da vida a una turista errante llamada Iris que financia su estancia en Seúl dando clases de francés y de piano a pesar de que carece por completo de experiencia como docente, y que a través de una sucesión de encuentros con sus estudiantes envuelve el relato de una extrañeza jovialmente inquietante, y de un misterio liviano pero profundo.
¿Cómo definiría al personaje que interpreta en ‘La viajera’?
Diría que Iris está a medio camino entre un hada de cuento y una bruja; podría decirse que es una bruja buena y, a la vez, un hada traviesa. Entra en las vidas y las mentes de las personas y juguetea con ellas. También tiene algo de terapeuta: les ayuda y, de paso, se queda con su dinero. Creo que es una proyección de la mente de Hong Sangsoo, de su interés por saber más sobre las personas, y por hacer que otras personas conozcan más acerca de quiénes son.
Es la tercera película que rueda junto a Hong Sangsoo. ¿Qué le atrae de él?
Su forma de trabajar me resulta liberadora, me permite ser lo que no soy en mis películas francesas, más laxa, jovial y naíf. Rodamos ‘La viajera’ en solo 13 días. Cuando llegué a Corea no había guion, ni historia, ni personajes. Y no hubo ensayos. Cada mañana, un par de horas antes de empezar a rodar, Hong nos entregaba los diálogos que íbamos a necesitar durante esa jornada, y teníamos muy poco tiempo para aprenderlos. Hong no tiene equipo de rodaje, lo hace todo él solo, con su pequeña cámara. Trabajar así me ayuda a reflexionar sobre el significado de nuestro medio artístico. Me recuerda que las películas pueden ser gigantescas pero que también es posible hacer visible toda la magia y la magnitud del cine trabajando en películas minúsculas hechas casi en solitario.
Isabelle Huppert y el director de cine coreano Hong Sang-soo hicieron su tercera película con él. / CLEMENS BILAN / EFE
¿Esa forma de trabajar no le resulta algo arriesgada?
Ser actriz no es un trabajo arriesgado. El mayor riesgo que corres es el de hacer una película que no guste, o que fracase, y en realidad eso es muy relativo, porque hay peliculas muy malas que acaban teniendo éxito, y viceversa. Cuando dicen que soy una actriz valiente, no lo entiendo. Una de las ventajas de trabajar con maestros como Verhoeven o Hong Sangsoo es que te hacen sentir a salvo, muy protegida. Mucha gente piensa que los actores nos sentimos afectados por la temática de las películas que rodamos, pero en mi caso no es así. Cuando filmo, yo solo siento placer. Actuar solo me resultaría arriesgado si no lo sintiera.
¿Cuánto colabora con sus directores en la creación de sus personajes?
Siempre me adapto por completo a lo que necesitan de mí. Es la actitud que me parece correcta, y no la adopto por pereza o porque sea una actriz dócil, al contrario. En buena medida, el arte de actuar es el arte de saber escuchar. Se trata de conocer a quien te está filmando y encontrar un lugar en su mundo, incluso si no lo entiendes completamente. Sé que puede sonar a tópico, pero considero que mi rostro es como un lienzo en blanco sobre el que cada director puede escribir su historia.
Sus personajes, en cambio, no suelen ser mujeres sumisas…
Nunca lo son, desde el principio me propuse evitar ese tipo de papeles. Aunque lo cierto es que no tuve que esforzarme para ello, porque no me los ofrecen. Supongo que para dar vida a mujeres florero se necesita un perfil determinado de actriz, y yo no encajo en él. Por eso no siento que mis elecciones profesionales deban ponerse como ejemplo de compromiso feminista ni nada por el estilo. En mi trabajo, el compromiso feminista se muestra de otras maneras. Luchando por la igualdad salarial, por ejemplo.
Isabelle Huppert interpreta a Iris, una mujer francesa que se estableció en Corea del Sur y ofrece a la gente francesa comedia divertida y deliciosa sobre las relaciones de una manera poco ortodoxa, reelaborando a la fabulosa actriz con cineastas coreanos en «Otro país» y «Claire Hall». / EFE
Usted es francesa pero a menudo, como en ‘La viajera’, actúa en inglés. ¿Siente que su forma de trabajar es distinta cuando lo hace?
Todos somos distintos al hablar en un idioma diferente al nuestro. El ritmo de la pronunciación, las cadencias, el movimiento del rostro… todo cambia. Al rodar ‘La viajera’, todos los actores y a actrices nos convertimos en gente diferente. Yo soy francesa, y el resto del reparto es coreano, así que todos hablábamos en nuestro segundo idioma, el inglés. Aunque debo decir que, en realidad, sobre todo nos comunicamos a través del cine, que también es un idioma independiente.
¿Ha visto todas sus películas?
Sí. Y, aunque no recuerdo cómo es cada película, sí me acuerdo de las sensaciones que experimenté en cada rodaje; eso lo tengo grabado en la memoria. Es lo que tiene trabajar con Godard o Pialat. Una no se olvida de eso.
A estas alturas, ¿le queda algún tipo de personaje por interpretar?
Muchos. Todos los personajes son distintos entre sí, y nunca he sentido que me estuviera repitiendo. Todo depende de cómo interpretas, y para quién lo haces. Cada cineasta tiene un mundo propio, lleno de posibilidades.
¿Cuánto ha cambiado como actriz desde que empezó a hacer películas?
Diría que no he cambiado en absoluto. No he aprendido ni desaprendido nada. A excepción de mis diálogos, por supuesto.
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