Adiós a uno de los generales del boom de la literatura hispanoamericana; se fue Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936 – Lima, 2025). El escritor peruano deja un legado tan sabroso como el que en su día regaló a los lectores Gabriel García Márquez. Ambos formaban parte de un alto mando literario en el que también figuraba el argentino Julio Cortázar.
Su gran rivalidad creativa e ideológica con Gabo –comparable en una hipotética escenografía futbolística con un Barça-Madrid– se convirtió en un elemento diferenciador para entender un debate escrito en mayúsculas. Y es que por muchos aliados y enemigos que tuvieran el peruano y el colombiano resulta imposible no reconocer el talento de dos pura sangre de las letras universales.
Perfil abreviado
Dolores Corbella, filóloga y académica de número de la RAE; Nicolás Melini, escritor y director del Festival Hispanoamericanos de Escritores de La Palma; Alicia Llaneras, escritora y doctora en Filología Hispánica; Jorge Eduardo Benavides, escritor peruano, o Juancho Armas Marcelo, escritor, periodista y Premio Canarias de Literatura 2025, han colaborado con ELDÍA – La Opinión de Tenerife en la realización de un abreviado perfil de un autor irrepetible.
Dolores Corbella, experta en lexicografía diferencial y propietaria del sillón d de la Real Academia Española, no ahorra en adjetivos a la hora de posicionar a Vargas Llosa como una figura de las letras de primer orden mundial.
«Eso es algo que no ofrece dudas, pero, además, en su literatura está presente la caballerosidad de la que hacía gala», precisa antes de hacer una pequeña parada en Le dedico mi silencio, última novela publicada con Alfaguara [la editorial difundió ayer un comunicado inundado de agradecimiento por los servicios prestados] En 2023.
«Él quiso ir a morir a Perú y esa novela contiene mucha verdad y unas grandes reflexiones internas». Para la catedrática de Filología Románica de la Universidad de La Laguna el pulso Vargas Llosa & García Márquez es «un grandioso legado que va a sobrevivir durante muchos años», elogia el PremioCanarias de Investigación e Innovación 2021.
El escritor de Arequipa
De la misma manera que García Márquez puso en el mapa el municipio de Aracataca, Vargas Llosa es el mejor embajador de Arequipa, la ciudad en la que nació el escritor Jorge Eduardo Benavides, Premio Torrente Ballester (2013) y Fernando Quiñones.
Además de compartir nacionalidad y oficio con el Nobel de Literatura, el autor peruano reside en el Madrid de los Austrias, el barrio de alta alcurnia que tuvo como vecino al autor de La tía Julia y el escribidor cuando éste residía en España.
«Mario era muy generoso y le gustaba ayudar a otros escritores, algo que no es demasiado habitual en un autor que ya lo ha conseguido todo. Sentir cerca de ti a una persona con tanta valía intelectual resultaba algo intimidante pero, a su vez, reconfortante», valora un novelista que vivió en Tenerife 11 años.
El último intelectual
Además de la lógica admiración que siente Jorge Benavides por su compatriota [Vargas Llosa, además de la nacionalidad peruana, tenía pasaporte español y dominicano]y hay otros problemas más allá de la bandera de Rojiblanca, posicionando el Premio Cervantes (1994) en los aspectos anormales.
«Era el último intelectual de la lengua hispanoamericana capaz de mantener un diálogo de altura, algo que fue construyendo paso a paso con una narrativa austera y estructural, a diferencia de los métodos más frondosos que usó García Márquez… En cualquier caso, el boom de la literatura hispanoamericana no se puede explicar sin él, sin Gabo y sin Cortázar».
Autor de una colección de cuentos que se anudan entre las páginas de Cuentarios y otros relatos y La noche de Morgana, Benavides pone el acento una y otra vez en la capacidad de Vargas Llosa para generar nuevas estructuras literarias que se han convertido en herramientas universales para otros escritores. «Ha sido cortito, pero igual de sabroso que un montadito de pata», compara cuando llega el instante de agradecer esta colaboración.
Un virtuoso del lenguaje
Alicia Llanera admite que su «alma está más cerca de Cien años de Soledad, pero el virtuosismo que desencadena Vargas Llosas en obras como Conversación en La catedral es algo que sólo está reservado a los más grandes», confiesa la doctora en Filología Hispánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y miembro de la Academia Canaria de la Lengua.
La crítica literaria, investigadora y poeta grancanaria, al igual que los otros entrevistados, destaca la dimensión de un novelista capaz de generar unos artilugios literarios «deslumbrantes» y con una capacidad «brutal» para atrapar la curiosidad de los lectores. «En sus libros hay algo más que una historia bien contada; son manuales sobre el estudio del lenguaje».
Llanera no entra a valorar quién puede estar por delante de quién a la hora de medir el calado de Vargas Llosa y García Márquez en el auge de la escritura hispanoamericana. «Lo que menos importa es saber quién estaba por delante, sino identificar el hecho de que Mario Vargas Llosa fue capaz de hacer que Europa volviera su mirada a América Latina para disfrutar con la buena lectura. Algo que también ocurrió con García Márquez y otros creadores que cambiaron los gustos de millones de lectores.
El escritor y cineasta palmero Nicolás Melini conoció a Vargas Llosa a través Juancho Armas Marcelo. «No lo traté mucho, pero sí lo suficiente para quedarme admirado de su educación, de cuánto sabía y de su firmeza hasta en los aspectos más nimios de la vida», resume el director del Festival Hispanoamericano de Escritores, cita a la que acudió el peruano en 2019.
«En La Palma fue un invitado excepcional en todos los sentidos. Ningún autor ha arrastrado las mismas pasiones», exalta antes de desvelar un secreto relacionado con sus honorarios. «Cuando, después, llegó el momento de cobrar lo estipulado previamente, declinó, no quiso. No cobró por su participación».
Melini reconoce que no ha sido un gran lector del creador de Lituma en los Andes, historia con la que ganó el Premio Planeta (1993) un año antes de que la editorial nacida en Barcelona galardonara a otro Nobel de Literatura, Camilo José Cela, por el contenido de La Cruz de San Andrés, «tal vez porque lo identifiqué enseguida no tanto como un artista sino más bien como otra cosa. Para explicarme, García Márquez era para mí un artista y enseguida leí de un tirón todas sus novelas cortas y sus cuentos, pero Vargas Llosa era un dios que me ha costado mucho más valorar, pero cada vez valoro más: el intelectual a la manera de los intelectuales de otro tiempo, el referente, se diría que de izquierdas en sus obras y sin embargo de derechas en su discurso político. No obstante, tiene obras maestras cumbres de la literatura que no podemos sino considerar grandes obras de un artista, como Conversación en La catedral o Pantaleón y las visitadoras».
Una noche triste y en vela
El escritor y periodista grancanario Juancho Armas Marcelo, reconocido con el Premio Canarias de Literatura 2025, no había pegado ojo en toda la noche. En cuanto conoció la noticia de la muerte del amigo, su cabeza se puso en modo centrifugadora y los recuerdos no dejaron de caer en cascada. De hecho, nos pide que si la conversación telefónica la podemos aplazar unas horas para intentar buscar un momento de descanso.
Lo primero que nos dice el Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria al retomar la charla es que él no es una persona objetiva «a la hora de hablar de Mario… Lo conozco desde hace 52 años y ha sido como el hermano que nunca tuve». A partir de ese aviso Juan Jesús Armas Marcelo se muestra crítico a la hora de valorar la facilidad con la que ahora se elogia a personas que no han conseguido nada.
«Hoy se regala el nombre de maestro a cualquiera, de una forma inmerecida», insiste al tiempo que aclara lo que para él es un maestro. «Es alguien que ha escrito una obra [en el caso de la literatura] No estoy antes o seguiré esa obra maestra, es decir, es un nivel extraordinario ».
Uno de los grandes
Director entre 2010 y 2020 de la cátedra Vargas Llosa adscrita a la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el novelista canario es tajante cuando declara que «cada uno tiene sus gustos literarios, pero llegar a decir que fulanito es un mal escritor porque hay cuestiones que no te gustan que nada tienen que ver con su obra es una gran estupidez. Mario es uno de los grandes escritores en todas las lenguas y nadie puede ser tan necio como para negar esa evidencia. Muchos dicen que es una mezcla entre Flaubert y Victor Hugo, pero en realidad Vargas Llosa es el Balzac de América Latina».
Juancho Armas Marcelo «conoció» al peruano a través de la lectura y más tarde, en 1972, coincidió con él en Santa Cruz de Tenerife. El grancanario había sido condenado por el Régimen franquista a prisión por injurias encubiertas contra el Ejército y tenía prohibido abandonar su isla natal, pero Vargas Llosa contacta con él para forzar un encuentro en Tenerife con motivo de una escala marítima del Verdi camino de América.
«Entonces los controles no eran demasiado efectivos y conseguí verme con Mario en Tenerife», rescata elPremio Pérez Galdós de Novela (El camaleón sobre la alfombra – 1975).
«Hablamos durante horas, comimos y bebimos en una tasca de las ramblas y en un momento dado me dice que necesitaba comprar sí o sí una máquina de escribir», enumera sin poder evitar una sonrisa que estalla en el auricular del teléfono.
Vargas Llosa y Armas Marcelo se pusieron en marcha y buscaron en varios comercios sin demasiado éxito hasta que encontraron lo que querían en un pequeño negocio familiar de la calle San José de la capital tinerfeña.
«Mario estaba feliz con su máquina de escribir, volvimos al bar y la puso sobre la mesa con un tremendo cuidado. Así era él, necesitaba estar unido a la literatura y, a su vez, la literatura lo necesitaba a él», concluye.