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La proliferación de candidatos presidenciales en América Latina: ¿democracia o espectáculo?


pasar a través Gastón Osvaldo Alvear Gómez

Como candidato presidencial en América Latina, parece ser una oportunidad no solo de convertirse en un político profesional, sino también para figuras de los medios, empresarios, comentaristas de redes sociales e incluso personajes extravagantes que no tienen experiencia política. En cada elección, las propuestas de candidatos crecen, incluso si la posición enfrenta desafíos como el desgaste político y la rotura, las bajas aprobaciones, los conflictos con la oposición y la presión de los movimientos sociales. Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿qué inspiró realmente a tantos candidatos a competir por la presidencia?

El fenómeno de la inflación de los candidatos no solo responde al deseo de liderazgo o compromiso con los proyectos nacionales. Muchas aplicaciones son estrategias de posicionamiento político y de medios, herramientas de negociación o ejercicios de visibilidad simples. Mientras que algunos candidatos compiten por la posibilidad real de la victoria, otros están tratando de consolidar su imagen para futuras elecciones o instalar ciertos problemas en la agenda pública. Un grupo también fue el único objetivo en la segunda ronda de negociaciones para redimir las futuras posiciones gubernamentales.

Caso de chile: calificaciones de candidatos para cada perfil

El caso simbólico de este fenómeno es Chile, donde el 25 de marzo de 2025, 96 personas buscaron patrocinio antes del servicio electoral. Si bien no todos recopilarán las firmas necesarias sobre la votación, este número es importante en comparación con los 35 solicitantes en 2021. Entre los solicitantes, los comentaristas de derecha de las Islas Tarotos a las redes sociales extremas de derecha aprobaron el juicio presidencial de los juegos anteriores. La mayoría de ellos saben que sus posibilidades de éxito son pequeñas, pero el hecho de que surge en el proceso les proporciona medios y capital político.

Mientras tanto, la competencia más estructurada ocurre entre los candidatos respaldados por partidistas. Nombres como Carolina Tohá, Evelyn Matthei, José Antonio Kast, Johannes Kaiser, Alberto Unduraga y Ximena Rincón representan diferentes departamentos del dominio y la oposición. Sus fiestas y alianzas intentan ordenar panoramas principalmente, aunque la división sigue siendo un problema potencial.

Las aplicaciones excesivas no solo dificultan los candidatos viables, sino que también erosiona la gobernanza. En casos extremos, las elecciones se propagan y la segunda ronda se convierte en un mercado comercial político donde el apoyo de ciertos candidatos se ofrece al mejor postor a cambio de puestos y ofertas.

Ecuador y la segunda ronda del mercado de votación

El caso Ecuador ilustra este pozo dinámico. En las elecciones de 2025, 25 candidatos compiten por la presidencia, pero los resultados muestran que la mayoría de los votos se concentran solo entre los dos concursantes: Daniel Nnovera, 44.17%, mientras que Luisa González fue del 44%. El tercer candidato Leonidas IZA obtuvo un puntaje de 5.25%, mientras que otros solicitantes estaban muy por debajo de esas cifras.

El puntaje votado convierte el puntaje de la segunda ronda en un juego de negociación, donde los candidatos abandonados intentan intercambiar su apoyo a las acusaciones o influencia del futuro gobierno. No es un accidente: Ecuador tiene un sistema de partidos frágil y turbulento con una estructura política débil y las elecciones dependen del aumento del liderazgo individualista. En un país polarizado, cada voto es importante y el poder de negociar con él.

El problema de la falta de proyectos nacionales

Pero el problema no es solo el número excesivo de candidatos, sino la falta de proyectos a largo plazo. En la mayoría de los casos, los candidatos no son causados ​​por programas gubernamentales estructurados, sino de una serie de propuestas a corto plazo, muchas de las cuales tienen como objetivo capturar el voto inmediatamente sin una visión clara para el futuro del país.

Este fenómeno es particularmente evidente en los movimientos en torno a la seguridad, el populismo económico o punitivo, donde los compromisos simplificados (como reducciones fiscales agudas, encarcelamiento masivo de delincuentes o eliminación de las instituciones estatales) se utilizan como enlaces electorales, sin viabilidad o impacto práctico en el estudio. En muchos casos, estas sugerencias no resisten el escrutinio técnico o legal, pero son estrategias de marketing político.

Por otro lado, en países donde las políticas tradicionales han perdido su credibilidad, forastero – Los candidatos para «romper el sistema» se han convertido en una narrativa poderosa. Sin embargo, como muestra la experiencia reciente en la región, la falta de preparación e improvisación en los gobiernos finalmente socava la estabilidad institucional.

División electoral e individualismo: riesgos de democracia

Este aumento de los candidatos también fortalece el individualismo y debilita las políticas programáticas. En un sistema político con una estructura de partido frágil, las elecciones ya no son una competencia para un proyecto nacional y se convierten en una disputa entre los personajes individuales, cada uno con sus propios votantes segmentados y sus estrategias de negociación.

Para el caso de Chile, el lado derecho enfrenta un dilema clave: José Antonio Kast ingresa a la segunda ronda en 2021, mientras que Johannes Kaiser es una figura más radical destinada a imitar los modelos de Trump y Milli. Si Evelyn Matthei logra fusionarse como una opción para los derechos tradicionales, debe definir en qué medida está dispuesto a negociar con estos departamentos extremos para garantizar su victoria. En el caso de la dispersión, la pregunta es: ¿cuánto pueden dar los candidatos tradicionales antes de socavar la estabilidad democrática?

En otros países de la región, la diversidad de los candidatos no se traduce en una opción más auténtica para los votantes, sino en situaciones donde las instituciones se debilitan. La dispersión electoral conducirá a gobiernos de menos legitimidad y es difícil establecer el consenso, lo que afecta directamente la gobernanza.

en conclusión

En última instancia, la proliferación de candidatos presidenciales latinoamericanos refleja los desafíos estructurales de nuestros países democráticos. Además de las diversas opciones en la boleta, la calidad de la representación política está en juego. Si las elecciones se convierten en una lucha engreída, un mercado de votación o una plataforma para la auto-avocacia, entonces el verdadero debate en el futuro de nuestro país es el contexto.

América Latina necesita más que solo el nombre del voto: requiere candidatos con una visión nacional, consejos sólidos y un compromiso real con el fortalecimiento democrático. De lo contrario, la política continuará siendo un espectáculo de que muchas personas compiten con poca o ninguna pérdida para el gobierno y los ciudadanos.



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