En un mundo donde la digitalización parece tener el poder de desterrar las bibliotecas al olvido, la Biblioteca de Pekín emerge como un manifiesto arquitectónico que reafirma la vigencia de estos espacios en nuestra era. Diseñada por el célebre estudio de arquitectura Snøhetta, esta obra monumental se convierte en algo más que un edificio: es un puente entre el pasado y el futuro, entre lo tangible y lo efímero.
Treinta y cinco años después de crear la icónica Bibliotheca Alexandrina en Egipto, Snøhetta vuelve a enfrentarse al desafío de repensar la biblioteca como un lugar primordial de aprendizaje, cultura y comunidad. En su diseño para Pekín, los arquitectos han dado protagonismo no solo al libro como objeto físico, sino también a la experiencia humana que implica pasar sus páginas. En medio de colinas que susurran historias, árboles que son testigos silenciosos y el río Tonghui que acaricia suavemente el paisaje, la Biblioteca de Pekín se convierte en un poema materializado, una oda a las conexiones entre el ser humano y su entorno.
El intercambio de ideas y el diálogo humano, núcleo conceptual del edificio
Más que un lugar de almacenamiento de conocimiento, es un espacio vivo que alberga exposiciones, representaciones, conferencias y hasta zonas dedicadas a la restauración de libros antiguos. Al recorrer sus estanterías, cada visitante encuentra un delicado equilibrio entre lo íntimo y lo colectivo, entre lo intelectual y lo emocional. Es un rechazo directo al argumento de que las bibliotecas son reliquias del pasado, transformando la experiencia de leer en una celebración del tiempo compartido entre generaciones y culturas.
Biblioteca de Beijing: homenaje al comportamiento de lectura / El Día
Ubicada en el distrito de Tongzhou, considerado la puerta oriental de la capital china, la Biblioteca de Pekín no solo redefine la arquitectura de las bibliotecas, sino que también actúa como catalizador para revitalizar este subcentro de la ciudad. Tongzhou, anteriormente un espacio subdesarrollado, se está convirtiendo en un vibrante distrito artístico y cultural gracias a edificios como este. Aquí, la biblioteca no es solo un edificio; es el corazón palpitante de una transformación urbana que busca unir lo local y lo global.
El diseño del interior es una obra de arte por sí misma. Al entrar, el visitante es recibido por un foro de bienvenida que se eleva casi 16 metros, abrazado por terrazas escalonadas que serpentean como si fueran una extensión del río Tonghui. Este espacio, conocido como «el Valle», refleja las curvas suaves y rítmicas del paisaje natural, creando una conexión simbólica entre la naturaleza y la arquitectura. Las colinas interiores no solo sirven como suelo, asientos y estanterías, sino que también son refugios para la lectura tranquila y la introspección, mientras que sus cimas albergan mesas y zonas alargadas donde el conocimiento se despliega como un tapiz infinito
El espacio de lectura más grande del mundo
La transparencia del edificio, logrado mediante el sistema de vidrio portante más grande de China, permite que la naturaleza entre al espacio de lectura. Este gesto no solo enriquece el ambiente interior, sino que también establece un diálogo visual entre el edificio y el mundo exterior. Las altas y esbeltas columnas que se expanden en formas de hojas de ginkgo, homenajeando a la especie de árbol originaria de China, actúan como un símbolo de longevidad, resistencia y conexión con las raíces históricas del país.
La Biblioteca de Pekín es más que un espacio de lectura: es un refugio para la memoria colectiva, una declaración de amor a la cultura y un testimonio de cómo la arquitectura puede ser a la vez útil y sublime. En esta obra, Snøhetta ha logrado lo impensable: convertir el acto de leer en una experiencia profundamente emocional y transformar una tipología clásica en un emblema de la modernidad.
Abogada y doctora en Arquitectura