Es un hecho constatable y recurrente la presencia de la figura de Dios en el refranero popular con distintos valores y significados. Buena prueba de ello es que Gonzalo Correas (en 1627) documenta en su Vocabulario alrededor de trescientos refranes, frases proverbiales y otros dichos que nombran a Dios. Esto es fruto de la «servidumbre» religiosa de matriz judeocristiana que de algún modo continúa ejerciendo su influencia ideológica a través del lenguaje.
El enunciado negativo en que se expresa la oración («Dios no desampara al que cría») es un recurso que sirve para afirmar que el Padre Eterno ampara siempre a sus criaturas. «Amparar» es proteger, favorecer, defender, ayudar, y son antónimos: desamparar, desasistir o desatender; empleando otro verbo, «criar», en su significación más arcaica y diversa a la comúnmente empleada, para identificar al sujeto a proteger («al que cría»). La acepción más común del verbo criar es ‘nutrir’, ‘alimentar’, ‘crecer’, ‘desarrollar(se)’, ‘cuidar’ y que en sentido más amplio tiene el valor de ‘instruir’ a un niño a lo largo de su desarrollo hasta la edad adulta. Pero el verbo «criar» tiene también otro significado que le confiere su propia etimología: del latín creare, ‘crear’, y es una de las acepciones que contempla el Diccionario (DRAE): «Dicho de Dios: dar ser a algo que antes no existía, ‘Dios crio el mundo de la nada’. [Es la «creación» de la que habla el libro del Génesis y, en general, el Antiguo Testamento: «En el principio creo Dios los cielos y la tierra» (Gn 1,1); «creo Dios al ser humano» (Gn 1,27); «creador de las aguas» (Jdt 9,12) o «creador del universo» (Eclo 24,8)]. Por lo tanto, la «mejora» también significa «creación» y a través de la asociación del pensamiento: «biología», que, en el sentido filosófico y religioso, significa «existencia o creación de cosas» (por el creador). Como todos sabemos, esta metáfora adoctrinada habla sobre un Dios creativo que no ha dejado ninguna criatura de él. Este poderoso alargador de hojas entre el «creador» y la «criatura creadora o sirviente» que parece fortalecerse en la literatura bíblica, su objetivo es establecer este proverbio que describe vívidamente una situación adversa que es difícil decir que las personas siempre tienen esperanza.
La Biblia nos ofrece una imagen de Dios que de repente se transforma de un ser bondadoso a cruel o viceversa pasando por todas sus fases intermedias: de un Dios «guerrero» (Éx 15,3) a un Dios «vengador» (Nah 1,2) o a un Dios «celoso» (Dt 4,24) como mismo se puede mostrar «temible y fuerte, justo y misericordioso» (2 Mac 1,24). Buena parte de los proverbios del refranero popular castellano, muchos de ellos de uso común en las Islas, se hacen eco del aspecto más generoso y benévolo de Dios padre: «Mientras haya Dios, habrá misericordia»; «Dios da la llaga y da la medicina»; «Dios pone su mano», frase esta que se emplea de manera similar a la comentada para expresar la confianza en Dios ante una situación adversa, generalmente ajena; y que se emplea también en forma de súplica: «¡Qué Dios ponga su mano!». Todas ellas alaban su misericordia en un gesto casi de desesperación ante una situación imposible de superar, apelando a la omnipotencia divina. Pero incluso hay quienes son más pragmáticos y piden directamente: «Dios que me supo criar, mantenerme sabrá».