Cuando alguien le dice que va a leer ‘Las calladas voces de las mujeres’, su respuesta suele ser «Lo siento». Una respuesta tan sincera como lo que el lector hallará en el libro. ¿Por qué lo siente?
Porque no es un libro para disfrutar o evadirse de la realidad. De hecho, es para todo lo contrario. La dureza de las historias, que lamentablemente son verídicas, para la mayoría serán una manera de que vean que estas cosas pasan todavía o les abrirán los ojos a situaciones que quieren negar. Incluso, algunos descubrirán que se sienten identificados o que no les tocan tan de lejos como piensan.
Es la única de sus novelas que firma con su verdadero nombre…
Sí. Las protagonistas se lo merecen. Si ellas tuvieron el valor de hablar, yo debo tenerlo también para defender y exponer lo que creo sin esconderme tras otro nombre. Además, el otro motivo es que mis otros seudónimos no son porque escriba en realidad géneros diferentes, sino porque van dirigidos a otras edades. No se le puede explicar igual un problema a un niño, a un adolescente o a un adulto, porque ven el mundo de forma distinta, principalmente por la edad y las experiencias vividas.
Doce historias. Doce mujeres que han vivido en silencio diferentes tipos de violencia. ¿Cómo y cuándo surge la necesidad de escribir este libro?
Por otra novela que publico en una plataforma de lectura gratuita. Me llegó por privado la historia de una chica que había vivido algo parecido a lo que le sucede a uno de mis personajes. Posteriormente me empezaron a llegar más por otros canales y con algunas personas contacté porque me llegaba información sobre ellos cuando descubrían que estaba escribiendo este libro. Fue tan duro y me impactó tanto lo que escuchaba que me di cuenta de que no lo podía dejar pasar. Si se habían decidido a explicarme sus vivencias, tenía que hacer algo por ellas, no podía darles la espalda.
Y decidió darles voz…
Sí, lo único que se me ocurrió fue escribir este libro para darles voz. Para que la gente no siga mirando a otro lado, dejar de ser solo una noticia o un punto más de debates estériles que no conducen a nada. Creí que, si las ponía en el foco, contándonos ellas sus experiencias, por lo menos alguien tomaría conciencia. Porque los cambios a veces surgen de pequeños actos y con que solo una persona entienda el mensaje, intentará hacerlo llegar a otros. Es como una cadena, donde todos los eslabones son fundamentales.
El libro se editó a través de una campaña de ‘crowdfunding’, ¿fue una decisión personal o no encontró editorial que apostara por una historia cargada de dolor y a la vez de liberación?
Desgraciadamente, como no soy una autora conocida o un personaje público y, también, debido a la dureza del tema, la mayoría de los grupos reconocidos la rechazaron alegando que no encajaba con su línea editorial. Pero Distrito 93 me dio una oportunidad. No era de esas que te hacen pagar para luego olvidarse de ti. Se tomaron su tiempo para estudiarla. Desde un principio me dejaron claro que, si el libro no interesaba, no saldría a la luz. Sinceramente les estoy muy agradecida. Al menos se tomaron la molestia de apostar por él e intentan darle la mayor visibilidad dentro sus posibilidades, que soy consciente que son algo limitadas porque no son una editorial muy grande por el momento.
El pasado año se cerró con 47 mujeres y nueve menores asesinados en crímenes machistas. Los datos del Instituto Nacional de Estadística reflejan que la violencia de género entre menores de 18 años ha aumentado en los últimos años un 28%. ¿Qué cree que estamos haciendo mal como sociedad?
Hay falta de educación sobre este tema. Las leyes que se hacen pueden estar muy bien, pero siempre se olvida que no solo es legislar, también hay que informar y explicar bien el problema. No diciendo que unos son malos, lo que nos divide como sociedad, sino haciendo entender que es una cuestión de Derechos Humanos, que no es una guerra de bandos, que no significa que unos pierdan lo que creen que les corresponde, porque un privilegio que se ha tenido durante tiempo no es un derecho.
Como nos comenta, la educación es la solución para paliar esta pandemia, ¿ha podido visitar centros educativos en los que hablar con los jóvenes sobre Las calladas voces de las mujeres?
Desgraciadamente, no he tenido esa oportunidad. Es algo que me encantaría porque tengo bastante experiencia trabajando con niños y adolescentes. Además, me preocupa la deriva a la que se están dirigiendo muchos jóvenes, en los que he visto de forma alarmante un retroceso en su mentalidad. Por eso, espero en un futuro poder hacerlo. Mientras antes se empiece a concienciar será más fácil que se interiorice el mensaje.
¿Qué le gustaría conseguir con esta obra?
Que la gente tome conciencia real de este problema, abandonando debates vacíos que no conducen a nada y solo sirven de arma arrojadiza y para dividir la sociedad. Que se eduque de una vez y se deje de mirar hacia otro lado. Porque eso nos vuelve cómplices.