Santiago es el invitado estrella de la jornada Lit·Eulària 2025, que se celebra este sábado. Las actividades empezarán a partir de las 11 horas, cuando la autora Ana Punset ofrecerá un cuentacuentos y después una charla sobre literatura infantil. A las 18 horas se celebrará la charla-coloquio ‘Los crímenes en la literatura ibicenca’, con Toni Montserrat, Helena Tur y Cristina Amanda Tur. Cerrará la jornada una charla con Mikel Santiago moderada por Toni Montserrat. Todos los actos se celebrarán en el Teatro Espanya de Santa Eulària.
Sus primeros libros fueron autoeditados. ¿Es una buena alternativa para un escritor que empieza?
En esa época existían los blogs. Mis primeros relatos eran demasiado largos para ser cuentos y demasiado cortos para ser novelas, y no encontraban su sitio ni en los concursos literarios ni en el mundo editorial. El blog era una alternativa. Hacía publicaciones de 400-500 palabras y las colgaba. Alguien me habló de los libros electrónicos. Yo fui un pionero porque a mí esta tecnología me llegó muy pronto. El caso es que mi cuento ‘Historia de un crimen perfecto’ lo petó. Me ocurrió estando de viaje. Había colgado mis hilos electrónicos con muy poca esperanza pero eso fue una revolución. Cuando volví a casa era el top 1 de descargas en su plataforma. Eso fue lo que provocó la llamada del mundo editorial a través de un agente literario. Fue un gran momento en el que nos metimos unos cuantos, como Juan Gómez-Jurado [autor de ‘Reina roja’]. En la autoedición de las novelas juveniles, también hay un talento de pesca editorial a gran escala. Las buenas palabras siempre terminan leyendo lectores. Las carreteras a veces son una forma de evitar el ruido editorial. Esta es una gran herramienta.
Pero para autopublicarse uno debe estar muy seguro de lo que hace, una fe ciega en su talento y sus posibilidades.
El que escribe, como el que hace música o actúa, tiene una parte que lo hace para él mismo. El artista puro es el que hace las cosas para convencerse de que puede hacerlo. Pero todo el mundo que tiene ambición, también tiene esa característica exhibicionista de enseñar a los otros lo que hace. Al principio hay un miedo a mostrar lo que tienes en tu cabeza. Cuando empecé a escribir, trabajaba de informático y me daba pudor enseñar las novelas de asesinatos a mis compañeros. Luego quieres sorprender, como cuando cocinas para alguien. Quieres gustar, quieres su aplauso. Dicho esto, es curioso que en esta profesión hay un grado muy alto de inseguridad. Tienes la necesidad de que te reafirmen porque eres una persona muy insegura.
¿Después del gran éxito de ‘La última noche de Tremore Beach’, no tuvo miedo de que la siguiente novela no gustara tanto?
Totalmente. ‘Tremore’ fue un éxito sonado. Primera novela, 60.000 libros vendidos, 20 traducciones, derechos de cine. Para un chaval que saca la primera novela, es estar muy arriba. La siguiente novela se me hizo muy dura. ‘Tremore Beach’ la escribí a la buena de dios., en cafeterías, no tenía presión de fechas y me tiré dos años escribiéndola. La segunda novela ya tenía una fecha. Leía reseñas de Amazon de lectores que decían que esperaban la siguiente novela y ya se te metió el público en la cabeza. No hay que sacarte al público de la cabeza pero sí que es necesario volver a por qué estás escribiendo y a estar seguro de lo que haces. Es muy complicado, casi como meditar. En cada novela me vuelve a pasar, y llevo nueve. Y en todas te ocurre. Ante más público, más presión, más incertidumbre. Siempre estás un poco cagado. Tras la primera novela pensaba en las bandas que han sacado un gran disco y que luego se han venido abajo. Pero hay que ir resistiendo. Es una carrera y en cada novela aprendes algo. En la segunda, aprendes a sobrevivir. En la tercera, decides si te quedas encasillado o si te abres a otros géneros. Cada novela me sirve para tomar decisiones. Y la noche del debut es siempre muy larga.
¿Qué es lo más importante para levantar una buena historia?
La intriga y el misterio es un vehículo para contar una historia e ir más allá. No solo contar misterios, sino también contar vidas, personajes. Creo que he conseguido este equilibrio entre meter al lector en un viaje atractivo, de donde no se quiere bajar, y contar vidas de personajes, reflexiones que me apetece soltar, y creo que por eso me sigue funcionando. Te suelto un pequeño misterio para que te quedes pero luego quiero contarte otra cosa. La novela es una experiencia humana. Cuanto más humana y sincera es, mejor. Aunque toda ficción sea una gran mentira, debe ser sincera a nivel humano, debe tener verdad, que entiendas a los personajes. No puede faltar un corazón que lata y que sea auténtico.
¿Qué rutina sigue para escribir?
Todos los días, por la mañana, escribo unas cuatro horitas. Mil palabras, cuando tengo un buen día. Suelo cortar ahí, nunca pasarme y así me quedo con un poco de hambre para el día siguiente. A través de lo que escribes, divagas, piensas, tomas decisiones… hay que pensar en la novela siempre. Cuando estoy en medio de una novela no desconecto nunca, no me tomo vacaciones. En Ibiza seguramente escribiré un poco.
¿Qué le diría a alguien que empieza a escribir?
Que lea. Es una manera de ver cómo otros autores se lo ha n hecho para contar una historia y aprender las mil y una manera de enfocar el estilo, la temática, las posibilidades de la literatura. El texto es un formato con sus propias reglas y posibilidades. Ahora estoy releyendo muchos tipos de autores que me enseñan cosas diferentes y creo que es lo que debe hacer un escritor, tener un horizonte muy amplio de autores. Soy el producto de miles de lecturas, hijo de mil padres literarios. Empecé muy joven con Enid Blyton, Tintín… luego Stephen King. Desde autores de ciencia ficción y terror a empezar a leer otros libros. Uno muy importante en mi vida fue ‘A sangre fría’, de Truman Capote. Soy muy fan de Patricia Highsmith, de Roald Dahl. La lista es interminable. Me estoy releyendo ‘El palacio de la luna’, de Paul Auster. Hay que leer buenas novelas.
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