La guerra entre Ucrania y Rusia, el auge de los nacionalismos, la crisis de la identidad europea y el resurgimiento de discursos polarizados configuran un escenario donde el pasado se convierte en un campo de batalla ideológico. Para el historiador Serge Gruzinski, el mayor peligro no es un conflicto armado, sino la erosión de la memoria histórica. «Un mundo amnésico está condenado», advierte el director emérito de investigación en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, cuya eminente obra ha desmontado los relatos nacionales pasados para ofrecer una visión holística y compleja del devenir global.
Serge Gruzinski, en casa en Colonia / Andrés Cruz
Gruzinski, una cátedra viva en el estudio histórico de la conquista de América durante el siglo XV, a la que denomina como «la primera mundialización», es el gran protagonista de la jornada Mundialización, occidentalización y mestizaje. Un desafío museográfico, que se celebran hoy en la Casa de Colón. Convencido de que la historia no puede reducirse a relatos cerrados, el historiador pone de relieve el pasado como un mundo hibridado culturalmente mediante mestizajes biológicos y políticos.
«Estoy aquí como historiador, pero sobre todo como ciudadano europeo. Estamos al borde de la guerra», afirmó en su primera línea de intervención. «Necesitamos organizar la defensa a través de la memoria. Tenemos una necesidad absoluta de construir una identidad europeísta y eso se hace a partir de nuestro pasado y memoria», siguió.
Pero, ¿qué quiere decir «ser europeo» en un panorama de identidades fragmentadas y repliegues nacionalistas? «Para mí, ser europeo es ser mestizo», concluye Gruzinski. Una afirmación que extiende a las Islas Canarias, territorio ultraperiférico parte de Europa y la Península que entrelaza su historia prehispánica con África y sus pasajes modernos con América. «La división de la América de Trump y la Unión Europea será el fin del mundo occidental», asegura.
Lejos de versiones complacientes, el trabajo de Gruzinski plantea preguntas incómodas sobre la manera en que las sociedades construyen las identidades europeas, como el mismo concepto de «la primera mundialización ibérica». Este fenómeno de occidentalización consiste en la interconexión entre cuatro partes del mundo como Europa, África, América y Asia, bajo el dominio de la monarquía católica, la unión de las coronas de España y Portugal entre 1580 y 1640.
«La democratización de España con la autonomía de sus provincias provocó que hubiese mucho más interés por la historia local que por el pasado colonial entroncado con la historia global. Muchas de las energías intelectuales están concentradas en España por lo local, y el caso de Cataluña es ejemplar», resalta Gruzinski.
Patrimonio intelectual
El experto cosecha una producción científica inmensa, con libros publicados como La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner, ¿Para qué sirve la Historia?, La mente mestiza o La máquina del tiempo, cuando Europa empezó a escribir la historia del mundo, expone los desafíos a los que se enfrentan los museos y su necesidad de conquistar los imaginarios y descolonizar los relatos imperialistas.
Desde la Casa de Colón afrontan la tarea «sin miedo a la complejidad». El proceso de revisión suscribe a otras pinacotecas del país a estar en la misma página que el museo isleño, desde que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, abriese la puerta a la revisión de las colecciones de los Museos Estatales para «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico».
Desde la izquierda hasta Dcha, Serge Gruzinsky, Carmen Gloria Rodríguez, Ramón Gil y Alicia Bolaños / Andrés Cruz
El acto, incluido en el programa del ciclo denominado De museos y ontologías. La complejidad de exhibir América, estará moderado por la directora de la Casa de Colón, Carmen Gloria Rodríguez, y participarán Andrés Gutiérrez Usillos, director del Museo de América de Madrid, y Jorge Onrubia, profesor de Prehistoria de la Universidad Castillla-La Mancha.
«Hay mucho ruido en torno a ciertas palabras y casi una prohibición para hablar de mestizaje. Tenemos que tener las ideas muy claras y no tener miedo a abordar cuestiones de extrema sensibilidad. Hay que conciliar posiciones para encontrar un discurso adecuado», subrayó la directora de la Casa de Colón, Carmen Gloria Rodríguez, acerca del proceso de revisión histórica que atraviesa la institución.
Desde la Casa de Colón se enfrentan a los desafíos de redefinición de terminología asociada a la «descolonización» e implementar los conocimientos de Gruzinski, desde la difícil tarea de trasladarlos a un público heterogéneo, como parte de las exposiciones permanentes que celebra con periodicidad el museo. «Es por esto que vemos clave estos encuentros. Si no tuviésemos esta visión tan singular del Archipiélago, quizás no tendría sentido explicar el significado de la mundialización», reconoció Rodríguez.
En sus numerosos estudios, el historiador insiste en la necesidad de abordar el proceso colonial desde una perspectiva multidimensional que analice la lógica de la globalización, un proceso de imposición y reproducción de los hábitos prvenientes del sistema de pensamiento europeo y que fueron implantados en el resto del mundo.
En su obra La colonización de América: de la conquista al mestizaje (2000), el autor expone cómo la interacción entre las culturas implicó tanto la imposición de estructuras de poder como la emergencia de nuevas identidades. Según Gruzinski, el mestizaje no debe ser interpretado únicamente como una consecuencia de la subordinación, sino como la base de la formación de sociedades plurales y complejas, resultado de un prolongado intercambio de ideas y costumbres.